Comercio Exterior. Los precandidatos responden preguntas sobre el sector

Los precandidatos a presidente de la Nación, Mauricio Macri, Jose Luis Espert, Roberto Lavagna y Juan Jose Gómez Centurión respondieron un cuestionario en el que evidencian sus principales definiciones sobre las pymes y el comercio exterior. El precandidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, señaló que por "cuestiones de agenda" no podía responder al cierre de esta nota.
¿Cómo su gobierno implementará reglas del juego creíbles y una cultura exportadora, para que las empresas no solo exporten cuando favorece el tipo de cambio?
Mauricio Macri. El Gobierno ya viene implementando reglas de juego claras y creíbles para el comercio exterior. Y una parte importante de su agenda de política exterior consiste en impulsar una cultura exportadora.
Coincidimos en que la competitividad de las empresas no debe depender de la volatilidad cambiaria. Por eso el foco de la gestión de Cambiemos ha estado puesto, y lo seguirá estando, en mejorar la competitividad sistémica: menos barreras logísticas, más acuerdos comerciales y menos trámites y burocracia, entre otros avances específicos. Acompañados de una economía con más crédito, una macroeconomía estable, capital humano preparado, una infraestructura actualizada, menos y mejores impuestos y más investigación y desarrollo.
Jose Luis Espert. La única manera que existe para que una apertura de comercio prospere tiene que ir acompañada de bajas en los impuestos, por lo cual hay que bajar mucho el gasto público y no licuar salarios, como ha hecho el gobierno de Mauricio Macri. Tenemos que hacer una profunda reforma laboral que flexibilice el mercado para que haya incentivos al momento de contratar.
Roberto Lavagna. Un tipo de cambio real, competitivo y estable, y una economía creciendo, que es esencial en el recorte de los costos fijos, son la garantía de una economía exportadora de largo plazo y no solo de oportunidad.
Juan Jose Gómez Centurión. El comercio exterior y las pymes son tan solo algunos de los aspectos que funcionan mal cuando una economía esta mal concebida. Concretamente, las soluciones que planteamos en general atienden a la totalidad de la economía.
Nuestro punto de partida sostiene que esta economía requiere inmediatamente austeridad por parte del Estado, acompañada de una drástica y revolucionaria caída de la carga tributaria. Paralelamente, hay otro costo fiscal con el cual cargan los particulares y las empresas, que son las altísimas tasas de interés. Las mismas son producto de que el Estado se endeuda para pagar el derroche de gasto estatal y los problemas que el Estado genera. Creemos que el Estado también debe dejar de ser tomador de créditos -compitiendo con el sector privado- porque deja a este último en una situación muy desventajosa, sin poder acceder a los mismos. Asimismo, la sobrerregulación que padece nuestra economía en general es otro de sus graves problemas. Una multitud de regulaciones y micro regulaciones que convierten la vida en imposible para cualquiera que quiera comenzar el más mínimo emprendimiento. Esta sobrerregulación es una abierta violación de la Constitución Nacional cuyo espíritu es de amplia libertad económica y que solo prohibiría aquellas actividades que podrían ser nocivas.
Si estos lineamientos mencionados son la base de nuestra plataforma económica, se puede ir viendo que para encarar el comercio exterior las pymes se encontrarían con una feroz caída de costos y sobrecostos con los cuales tienen que lidiar. Nuestro espacio apuesta a que en vez de que haya centenares de impuestos (96 de alcance nacional), todo sea reducido a un par de impuestos con alícuotas bajas.
¿Firmaría tratados de libre comercio con las bloques o países que deseen acceder a nuestros mercados y viceversa?
MM. Sí. Ya firmamos el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea, después de 20 años de negociaciones, y se está avanzando en acuerdos con Canadá, Singapur, Corea del Sur y los países del grupo EFTA (Suiza, Noruega, Luxemburgo e Islandia). Además, en estos años abrimos o recuperamos cerca de 200 mercados para los productos y servicios argentinos.
JLE. A los países chicos como el nuestro siempre les conviene el libre comercio. El cuento de que a la industria no le conviene abrirse hasta que el agro argentino no encuentre reciprocidad y apertura en Estados Unidos o Europa (por los subsidios agrícolas que aplican) es un cuento para nunca abrir la competencia industrial a los productos industriales importados.
RL. Debe analizarse cada caso en particular para determinar en qué medida se beneficia el país. Hay que ser particularmente cuidadoso cuando se habla de términos similares de acceso, ya que no es forzosamente el criterio que asegura un "beneficio adecuado" de un acuerdo. Una cosa es negociar acuerdos de liberalización comercial con claros objetivos de mejorar la balanza comercial, mejorar salarios y ocupación y otra es negociar acuerdos con el objetivo simplista de obtener "un sello de calidad".
JJGC. Firmaríamos todos los tratados de libre comercio posibles, sobre todo los bilaterales, privilegiando a estos por sobre los multilaterales, poniendo a la Argentina en igualdad de condiciones a la hora de negociar.
¿Eliminaría o reduciría los aranceles a la importación, de acuerdo a las disposiciones de la Organización Mundial del Comercio?
MM. Las importaciones ya no son un problema en la Argentina. Hemos salido de las DJAI, normalizamos el comercio y eliminamos muchas de las licencias no automáticas existentes. Además, bajamos los aranceles de bienes que no se producen en el país. El acuerdo UE-Mercosur es una hoja de ruta para la baja de aranceles con ese bloque de comercio y un camino para los sectores productivos.
JLE. Categoricamente sí.
RL. La pregunta conlleva presupuestos discutibles. En primer lugar, no hay razón para pensar que el Mercosur -los aranceles son Mercosur y no argentinos- debería adoptar un arancel bajo y uniforme. El tema de rebajas arancelarias requiere del debate y posterior acuerdo entre los socios. Es necesario hacer una revisión del arancel externo común, adaptándolo a las realidades comerciales del Mercosur. La OMC no requiere eliminar toda restricción a la importación. Las cuotas y precios mínimos a la importación de la Unión Europea y otros países así lo confirman. Los derechos compensatorios antidumping o las salvaguardias son otros instrumentos de defensa consagrados en la OMC. Finalmente, tanto las Licencias automáticas como las no automáticas también constituyen normas legales sujetas a reglas de transparencia, no discriminación y notificación. La Argentina, en general, respeta sus compromisos OMC.
JJGC. Si tenemos en cuenta que el costo tributario para importar es enorme, y que las sobrerregulaciones significan aún más costos para las compañías, si partimos de la base que atacaremos el corazón de estos problemas, podemos decir que buscaremos abrirnos definitivamente al comercio, importando con aranceles uniformes moderados. De este modo entrarían insumos de mejor calidad y más bajo costo, dotando al país de mayor competitividad frente al mercado internacional, trayendo diversos beneficios para la Argentina. Definitivamente creemos más que conveniente respetar los lineamientos de la OMC para poder participar del juego grande del comercio internacional.
Hay una alta presión tributaria hacia las pymes. ¿Cómo cambiaría esta situación?
MM. Sabemos que las empresas todavía pagan impuestos demasiado altos y demasiado complicados. En estos años bajamos 2 puntos la presión impositiva, al mismo tiempo que equilibramos el presupuesto nacional.
En estos años aprobamos diversas reformas para avanzar en este camino, como la Ley Pyme, la Reforma Tributaria, la Ley de Economía del Conocimiento, el Consenso Fiscal o las bajas en los costos laborales. Algunos efectos de estas leyes se verán en los próximos años. Pero reconocemos que todavía queda mucho camino por delante.
JLE. El nuevo populismo se trata de bajar impuestos... si no se baja el gasto público, la baja de impuestos a la larga desaparece, como le pasó a este gobierno, que bajó retenciones, pero como no bajó el gasto tuvo que volver a ponerlas. Entonces, sin pagar el costo político de bajar el gasto público no hay baja de impuestos.
RL. Es central la necesidad de reducir los impuestos que gravan a las pymes y facilitarles el acceso al crédito. De esa manera se estará estimulando la inversión, la mayor actividad económica y la generación de empleo.
JJGC. Aclarando que hoy los costos tributarios de las pymes ya exceden el 46%, cuando hablamos de una reforma integral y revolucionaria del régimen tributario, apuntamos a una reforma que siga tres lineamientos principales:
- Hiper simplificación del sistema tributario. Menos impuestos, más simples de percibir, redacciones más sencillas de las normas tributarias para que pueda entenderlas cualquier ciudadano, para que la liquidación y la administración de impuestos sea algo simple, así como su mismo control también lo sea. Para ello se requieren normas concebidas con sencillez, con una alícuota única (contra la evasión y elusión) que casi no se sienta.
- La universalización tributaria. Una vez que se define el hecho imponible, todas las transacciones que cargan con el impuesto tienen que pagarlo. El sistema tributario es como una bañadera, basta con generarle un agujero para que se filtre toda el agua de la misma. Eso es lo que hay que evitar.
- Transnacionalización de los impuestos. Los impuestos tienen que estar cercanos a la operación de origen para facilitar su percepción, el control, y su pago respectivamente.
Estos tres lineamientos vendrán a reducir la presión fiscal en general, para aumentar la eficiencia y consecuentemente la recaudación de los mismos. Está demostrado que cuando es tanta la voracidad del fisco, en vez de aumentar la recaudación, la misma tiende a bajar.