Crecer para el mundo, un mundo para crecer
Insertarnos globalmente significa ser más competitivos y rentables, pero para eso debemos ser más productivos
La reciente reunión del G-20 reconfirmó su vocación por "fomentar la contribución del comercio a nuestras economías". Reconoce que "el comercio internacional y la inversión son motores importantes del crecimiento, la productividad, la innovación, la creación de empleo y el desarrollo".
Cualquier argentino dirá: "¡Chocolate por la noticia!" Sin embargo, vemos a la administración Trump intentando establecer aranceles y utilizar al comercio exterior para analizar la relación con cada país. Al mismo tiempo, leemos en los diarios pedidos de impedir o encarecer importaciones de vino, latas de tomate y muchísimos otros bienes. Queremos que nos compren, pero no estamos seguros de querer comprar.
Permítanme discutir algo profundo y que en la Argentina tiene vital importancia: con un nivel de comercio internacional bajísimo visto desde cualquier ángulo, tenemos que definir cómo aumentarlo para lograr el desarrollo.
Rentabilidad vs. productividad
Sabemos que sin rentabilidad las empresas no prosperan y no pueden invertir ni crear empleo. No es cuestión de más protección, bajar impuestos o dar permisos solo a unos pocos (encima con trámites interminables). Esa fuente de rentabilidad no es sostenible, no dura en el tiempo, no es equitativa con los que siguen en la fila pidiendo lo mismo. O, mejor dicho, es únicamente sostenible para algunos si otros nos empobrecemos. Solo con mayor productividad se puede vender más, lograr menores costos, pagar más a los empleados, pagar más impuestos. Nos falta discutir cómo lograr el aumento en productividad de las actividades actuales y las que aún no están. De estas últimas, por definición, aún no sabemos nada. Es necesario mejorar el ecosistema y permitir que algunas actividades que antes no estaban allí, o eran pequeñas, puedan tener éxito.
Aprender lo más posible de las actividades que ya están allí, indica que el ecosistema funciona apropiadamente para ellas, y evidenciaría qué actividades similares podrían también prosperar. Pero, aún así, ningún gobierno puede saber lo que está faltando. ¿Quién hubiera podido imaginar la explosión en AgTech hace 10 años? Pero un sector agropecuario pujante lo genera. En forma similar, no hay grandes innovaciones en FinTech en Argentina porque nuestro sistema financiero es pequeño respecto al PBI. Y así sucesivamente.
Una política comercial adecuada es un proceso de acumulación de información sobre las posibilidades (u obstáculos) que tienen distintos sectores, que permite ver si hay alguna acción del gobierno que posibilite mejorarla para que esas actividades puedan prosperar. Es decir, no es dar dinero a través de subsidios o impuestos diferenciales, sino intentar dar los inputs que no se han generado espontáneamente hasta ahora. En la academia se llaman "intervenciones que apuntalan la productividad". Dicho en cordobés, mi provincia de origen, tratar de reducir la máquina de impedir.
Hay que escuchar al sector privado –pero no solo a los que piden más dinero– sino ir más allá y entender la problemática de cada sector, ver qué es lo que impide que las empresas crezcan. Un gobierno no debe intentar satisfacer los reclamos que piden rentabilidad, sino concentrarse en los reclamos para mejorar productividad.
En general se aplica el concepto de productividad a la tecnología, pero nunca está claro qué es. Ricardo Hausman, director del Harvard’s Center for International Development y profesor de The Practice of Economic Development en la Kennedy School of Government, describe la tecnología como la conjunción de tres elementos. Está el conocimiento "corpóreo", como puede ser una máquina o herramienta, solo hay que saber usarla sin necesidad de ser quien la produce. Un minero o músico no fabrican su propia pala o saxofón. El segundo elemento es el conocimiento "codificado", que implica saber hacer algo y poder transmitirlo a terceros, a través de educación, entrenamiento o simplemente un buen manual de procedimientos. Y tercero, el conocimiento "tácito" que una persona, grupo o sociedad sabe hacer, sin pensar mucho en ello. Por ejemplo, la descarga de camiones en los puertos es muy ordenada, pero el tránsito en las ciudades no lo es, o algunos países tienen trenes que están siempre en horarios y otros claramente no.
El problema de lograr el éxito al implementar tecnología es entonces tener las herramientas, la posibilidad de transmitir conocimientos y la organización para aprovechar esa tecnología. Tal organización requiere no solamente una persona, sino un amplio grupo que colabora para implementar esa tecnología. Pensemos en el proceso de exportación de cereales, que implica una inmensísima red de participantes: productores, proveedores, transportistas, despachantes, bancos y barcos. Cada uno especializado en una pequeñísima porción del ecosistema que permite que la Argentina sea exportadora.
Solo el aumento en productividad es un sistema ganar-ganar, que puede perdurar. El aumento en rentabilidad es indispensable, pero solo como resultado de un aumento en productividad.
La productividad requiere adecuada infraestructura. Desde 2016 se ha iniciado un importante proceso de reconstrucción de la dilapidada infraestructura argentina. Establecer prioridades es difícil: ¿puertos u hospitales? ¿Autopistas o cloacas? No hay dinero ni tiempo para hacer todo al mismo tiempo. ¿Favorecer el comercio para que la economía crezca y luego atender las infinitas necesidades de los argentinos o al revés? Noto un cuidadoso equilibrio que es excelente para la población aunque demore un despegue.
Solo tendremos más comercio si somos muy buenos en lo que hacemos. No se puede ni se debe hacer de todo. Cambiemos el paradigma de defender sectores por la noción de colaborar para ser más productivos. Utilicemos lo que ya existe como apalancamiento para lo que aún no conocemos. Hay que crecer para el mundo. Afortunadamente, aún nos queda un mundo por crecer.
La autora es economista de la UCEMA
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