Desmontando el control de cambios
La Argentina es un país que oscila entre opuestos. Todo se va, todo vuelve. Ahora es el turno del mercado de cambios.
Salimos milagrosamente de la tremenda crisis de 2001 con un mercado único y libre de cambios (ni único ni libre a lo largo de estos años) que trajo consigo un importante aparato de control que implicó cargas administrativas para los bancos, la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip), los exportadores e importadores, los despachantes y otros operadores.
De a poco, nos fuimos sumergiendo en un contexto de control de cambios que se mantuvo aun en tiempos de posterior bonanza, y alcanzó su máxima intensidad durante el cepo cambiario establecido por el anterior gobierno, fundamentalmente a través de las declaraciones anticipadas, principalmente con la DJAI creada por el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno, el dólar turista y el dólar ahorro (una agotadora fila para acceder a las divisas).
Pero este esquema no era nuevo. Ya había existido un control de cambios en la Argentina a partir de 1964, luego hubo libertad cambiaria en los 90, ahora les llegaba el turno a las restricciones que con el tiempo se hicieron control de cambios y hoy de nuevo caminamos hacia la libertad cambiaria.
El gobierno del presidente Mauricio Macri primero corrigió el tipo de cambio eliminando el mercado paralelo y después apostó a la gradualidad.
Extendió así el plazo de ingreso de divisas (a cinco y luego a diez años), luego fue por el lado de las importaciones, eliminando el seguimiento de los pagos de importación (Sepaimpo), después se desreguló el ingreso para exportaciones de servicios y ahora es el turno de las exportaciones de bienes.
A partir del decreto 893/2017, recientemente publicado en el Boletín Oficial, no requiere ingreso de divisas, lo mismo que no es este requisito para el cobro de los reintegros de exportación.
Esta medida es adecuada en un contexto sin cepo ni restricciones, donde el dólar flota con libertad y donde el Banco Central tiene respaldo suficiente.
Es una carta fuerte la que juega el Gobierno intentando enviar una señal de confianza a las empresas locales y extranjeras.
Hay que tener en cuenta que en la Argentina el 90% de las exportaciones proviene de unas 750 empresas y que de estas más de la mitad son multinacionales.
Por otra parte, con los medios tecnológicos que hay disponibles hoy en día, la Afip actual tiene los elementos necesarios para combatir con éxito la evasión y la subfacturación procurando una correcta declaración por parte de los contribuyentes en sus ventas y un adecuado ingreso de tributos.
Todo esto alivia la labor de quienes trabajamos en comercio exterior y brinda espacios a tareas mucho más fructíferas.
El autor es vicepresidente de la Cámara de Comercio Exterior de Santa Fe y escribió el libro Comercio exterior para no especialistas