Estados Unidos 2021: la relación con China, entre otros dolores de cabeza
Cuando Joe Biden se convierta en el presidente de Estados Unidos en enero –más allá de la negativa del presidente Donald Trump a reconocer la derrota (aunque parecería estar ya más dispuesto a hacerlo)– su tarea de política externa más importante puede ser elaborar el modo de tratar a China. Biden todavía está ponderando quién debiera ocupar algunos de los cargos relevantes en su administración.
Trump reconoció la amenaza autoritaria de China y vio que se estaba convirtiendo en un serio contendiente por la supremacía frente a Estados Unidos en tecnología digital, pero decidió que Estados Unidos debía asumir el desafío solo. Ha presionado a los amigos de Estados Unidos para que se deshagan de los equipos de telecomunicaciones 5G de Huawei; pero su postura prepotente provoca resentimiento, especialmente en Europa.
Biden, en cambio, debiera buscar un gran acuerdo con los aliados democráticos de su país. La colaboración en materia de estándares técnicos, impuestos, cadenas de producción y más, ayudaría a Estados Unidos a mantener en el tiempo su liderazgo tecnológico
Las tropas
China no es el único dolor de cabeza en la política externa que Biden heredará de Trump. El Departamento de Estado tiene en baja la moral, los fondos y el talento. Corea del Norte puede hacer pruebas con más armas nucleares (y así poner a prueba las relaciones Estados Unidos con los chinos). Y la semana pasada Trump dijo que reduciría el número de tropas estadounidenses en Afganistán de 4500 a 2500 antes de que termine su período.
Bajo un acuerdo con Estados Unidos este año, los talibanes han reducido los ataques a tropas extranjeras y han estado negociando con el gobierno afgano, pero están aprovechando su ventaja frente a las fuerzas gubernamentales en el campo de batalla.
Octubre fue un mes sangriento. Trump ha prometido traer tropas que participan en guerras extranjeras a casa. Pero su apuro al final de su período corre el riesgo de entregar Afganistán de nuevo a los jihadistas.
Covid-19
La tarea inmediata local más apabullante de Biden seguramente será manejar el Covid-19, pese a más buenas nuevas respecto de las vacunas esta semana. No es sólo que la cuenta de casos de Estados Unidos (11,7 millones) y de muertes (más de 250.000) es la más alta del mundo; el sufrimiento se ha repartido de modo desigual, con algunos grupos étnicos especialmente afectados.
Una persona hispana de 40 años tiene 12 veces más probabilidades de morir de Covid-19 que un estadounidense blanco de la misma edad; una persona negra tiene nueve veces más probabilidades.
Hay tendencias similares evidentes en Gran Bretaña, Brasil y otros lugares. Factores sociales tales como el trabajo que realiza la gente, las condiciones de vida, la pobreza los antecedentes de salud y disparidades en los servicios de salud explican la mayor parte de esta brecha, pero no todo.
Eso exige más investigación y más datos sobre razas, pese a la reticencia comprensible de los gobiernos de algunos países a registrarlos.
Exportaciones
La pandemia ha exacerbado muchas otras injusticias en todo el mundo. Entre ellas: los ingresos por exportaciones y la recaudación del Estado de muchos países pobres se han hundido, reduciendo su capacidad de pagar fuertes deudas.
El 13 de noviembre Zambia se convirtió en el sexto país en entrar en default sobre sus bonos. En una cumbre virtual este fin de semana las grandes economías del G20 deberán firmar un nuevo acuerdo marco para la renegociación de las deudas de los 73 países más pobres del mundo, en caso que se demuestren insostenibles.
Si bien esto es bienvenido, el G20 debiera considerar avanzar aún más, extendiendo el marco a más países, reduciendo la deuda y adoptando una actitud más dura con los acreedores privados que se resisten a hacer su parte. •