Juan Pablo Lohlé: “La Argentina carece de una política internacional”
El diplomático es crítico de las acciones del actual Gobierno por entender que carecen de coordinación y que afectan a la economía
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“La Argentina carece de una política internacional, tiene varias acciones diferenciadas en el campo internacional”. La definición es de Juan Pablo Lohlé, quien fue embajador de la Argentina ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y en España, durante la presidencia de Carlos Menem, y en Brasil durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner. A su entender las posiciones del país son “erráticas y confusas”. Afirmó que las idas y vueltas “confunden hacia adentro y hacia afuera”.
-¿Cómo define en líneas generales la política internacional de la Argentina hoy?
-En primer lugar, carece de una política internacional, tiene varias acciones diferenciadas en el campo internacional con un elemento adicional, que es que esa política que no se puede entender. Veíamos un documento del Instituto Patria antes de las elecciones del 2019 que hacía eje en los vínculos con China; cuando fue la designación del ahora excanciller -por cuestiones internas del Frente de Todos- recayó en (Felipe) Solá, con larga experiencia en el agronegocio y después hay acciones internacionales diferentes. El presidente (Alberto) Fernández con el Grupo de Puebla se define como un hombre de izquierda y convoca a los de la región a una reunión en Buenos Aires y, en paralelo, Cristina Kirchner tiene largas conversaciones con dirigentes de Cuba. A eso se suma el presidente de Diputados, que avanza en vínculos con Brasil y con Washington.
-¿Son posiciones coordinadas o es todo desorganizado?
-Son distintas visiones de la política exterior y, supuestamente, en algún lugar se encuentran pero también en algún lugar se desencuentran. Avalan a Venezuela y, a la vez, piden a Estados Unidos que colabore para el acuerdo con el FMI. Traducido en términos argentinos esto es una “estrategia” porque nos creemos los más inteligentes y pensamos que los demás no se dan cuenta. Mi experiencia y percepción es que no es así.
-¿Cómo explica esas divergencias?
-Ellos dicen que son una coalición de distintos partidos, tienen distintos puntos de vista y por eso hay que pensar que en el campo internacional no piensan lo mismo. Cuando uno habla de economía hay una primera bifurcación profunda, que es que la Argentina carece de crecimiento y de una economía sana y depende de lo que definan sus acreedores externos que están en occidente. Así y todo se privilegia la relación con Rusia y China que va en contra de los intereses para reencauzar la economía. Es un rompecabezas bañado en ideología.
-¿Las políticas internacionales no están siempre marcadas por la ideología?
- En los países subdesarrollados sí, en los desarrollos, no. La ideología mata la economía y a la inversa. La Argentina, con la llegada de (Raúl) Alfonsín, avanzó en la democratización; hubo una segunda etapa de la acción desarrollada para conseguir inversiones y buscar competitividad con (Carlos) Menem y la modernización y las privatizaciones; con la Alianza se rompe la convertibilidad y de esa crisis surge el kirchnerismo, que es una recuperación rápida pero efímera de la economía porque no fue a las causas profundas de los problemas.
-¿Las características de la actual política internacional ya se avizoraba con el primer gobierno kirchnerista?
-El punto de contacto se ve claro en la reunión de Néstor Kirchner con George Bush, en la que él trata de seducirlo; no lo consiguió y después vino la cumbre de Mar del Plata. Allí se tira por la borda toda la relación con Estados Unidos, no sólo del kirchnerismo sino de la región, que se alineó con (Hugo) Chávez, y crean un organismo internacional, la Cecla, en la que ahora la Argentina pretende la presidencia. En los dos gobiernos de Cristina Kirchner el eje se mantiene y profundiza la confrontación con el campo.
-El sector más dinámico de las exportaciones…
-Nos deberíamos preguntar qué ocurriría si liberamos o ponemos una tributación referencial al campo; seguramente llegaríamos a los 200 millones de toneladas de granos y se dinamizaría toda la Argentina. Hay un problema estratégico que resolver, que es vincular los sectores; se requiere un programa, pero el Gobierno carece de ese programa y no es por la pandemia. Es porque tienen vocación intervencionista y de poner a la economía siempre al borde del precipicio.
-¿Cómo cree que impacta en el exterior el zigzagueo del Gobierno en sus posiciones?
-Mal y por eso es cada vez más difícil para las empresas de afuera desarrollar actividades acá. La Argentina así no saldrá de la crisis, se requiere un acuerdo político, social y económico, un consenso a 10 o 15 años, pero acá peleamos cada dos años por una elección y por quedarnos con una caja. La última fue la de la Hidrovía.
-¿Las decisiones del Gobierno sobre la Hidrovía pueden afectar el vínculo con los vecinos?
-Esa decisión en soledad es un error político, económico, diplomático y comercial. (Mike) Pompeo, exsecretario de Estados de Estados Unidos, puso el ojo en la Hidrovía porque no solo es comercio de granos sino una red de comunicación internacional. Pasan bienes y también muchos delitos. Claro que hay una parte que tiene que controlar el Estado, pero debe haber consensos y acuerdos porque de ese canal dependen exportaciones de terceros países.
-¿De qué depende que el Mercosur gane, nuevamente, vigor?
-Se creo con apertura y disposición de parte de los Gobierno, ahora hay lograr más disposición, inteligencia y disponibilidad. Hoy la dirigencia no las tiene.
-¿La dirigencia de todos los miembros?
-De todos; estamos discutiendo más ideología que política. Los presidentes tienen que señalar el camino y los técnicos deben ejecutarlo. Deben cambiar mucho Brasil y Argentina; Uruguay lleva la avanzada porque depende mucho del comercio exterior y Paraguay no se expresa, busca equilibrio. Hay que pensar cómo se dinamiza nuevamente el comercio. Hubo cambios externos fuertes; por ejemplo la Argentina compra a China mucho de lo que antes traía de Brasil. El posicionamiento internacional argentino confunde hacia adentro y a terceros.
-¿Con la pandemia tembló el multilateralismo?
-El que más lo golpeó fue Donald Trump, sobre todo por cómo se manejó con la Organización Mundial de Comercio. (Joe) Biden tiene una actitud más moderada, apelará más al multitaleralismo. Biden también es un cambio respecto de Latinoamérica, se ocupa de Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero también del resto.
-¿Hay una falta de liderazgo mundial?
- Sí. Hay una potencia ascendente que es China de la que occidente ve solo los bien haceres y no los mal haceres. Trump puso en problemas el liderazgo de Estados Unidos y con Biden hay una tendencia a volver al atlantismo, a las relaciones con Europa y también a un diálogo más directo con Rusia que se volvió a China por las tensiones con los estadounidenses.
-¿Por qué China no llega al liderazgo?
-China no compra grandes obras sino voluntades, genera posiciones de fidelización. Aun así todavía no le alcanza. China viene por el poder político a Latinoamérica, no por los negocios. Tenían una planificación de una penetración a 30 años y la están cumpliendo. Uno de los temas centrales en la discusión es que Occidente debe volver a su fuente, que no solo es la economía sino la condición de vida, la libertad.
-¿Qué lectura hace de la posición de Joe Biden en la crisis de Afganistán?
-Quedará reflejada de aquí en adelante. De cómo logre salir dependerá la credibilidad hacia adelante.
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