Puerto franco. La negación de la realidad o el relato K a pleno en Mar del Plata
Scioli sufre de abstinencia de actos inaugurales. Hace tiempo no asocia su imagen a obras y continúa fogueando su torso en el terreno donde registró su marca: el deporte extremo del equilibrio político. Adolece de un factor de contrapeso como los happenings de infraestructura. Los mares le jugaron en contra y las grúas de Tecplata no llegaron a tiempo. Fotos sin micrófonos.
El verano es una época expiatoria para los funcionarios. Así, no sin una alta dosis de desesperación, echó mano a un distrito afín y convocó al intendente de Mar del Plata, Gustavo Pulti, y al empresario marplatense y subsecretario de Puertos y Vías Navegables, Horacio Tettamanti, porque Mar del Plata tiene algo que el gobernador puede capitalizar: una terminal de cruceros terminada hace tres temporadas.
Nunca se inauguró. Nunca recibió ni un crucero. Los capitanes llegan a la rada. Los prácticos suben. Advierten del "alto riesgo" que implica el banco de arena compactada que impiadosamente avanza hacia Playa Grande. Y el capitán pega la vuelta.
Pulti y Tettamanti le omitieron al gobernador detalles del postergado dragado, por el que pagar más de 50 millones de pesos. Detalles que conocen al dedillo navieras y prácticos. Pulti y Tettamanti habían logrado embaucar al ministro de Transporte, Florencio Randazzo, quien en noviembre último anunció que la draga empezaría a trabajar el 15 de diciembre -todavía está en el km 171 esperando su importación temporal- y que en 90 días culminarían las obras, sin que eso impidiera "el ingreso de algún crucero antes de que termine la temporada".
Imposible. Aun así, lo anuncian y luego van a buscar a las navieras de cruceros. Y estos dos políticos menores -con mucha más necesidad de refrendarse en el cargo que el incombustible gobernador- lo sientan a Scioli en una reunión con representantes de navieras. Su gobernación por un crucero.
La reunión fracasó. Las navieras saben que el gigantesco pontón con grúa engrampadora adosada no realizará el corte del banco, sino que lo "golpeará", con dudoso resultado y esperanza de fracturarlo. No obstante, con la inconsciencia del ambicioso voluntarista, Pulti salió en los medios a anunciar que ya hay "reservas de recaladas".
Pulti y Tettamanti saben que no hay forma de que ingresen cruceros en esta temporada. El segundo sugirió "fondear" uno y llevar a los cruceristas en lanchas a la terminal. Scioli puso los ojos en blanco. "¿En mar abierto?", le preguntó y lo calló a la vez. Scioli se fue de esa reunión desanimado. Tettamanti y Pulti insisten en el código K: nunca subestimar el poder de la negación de la realidad para relatar éxitos que sólo existen en el plano del deseo.
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