La última negociación
A casi 14 años de su inicio, el Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea (UE) es la única negociación económica importante remanente del Mercosur.
La UE es el principal destino de las exportaciones y la fuente de inversión directa más importante del bloque.
A pesar de su relevancia, las negociaciones atraviesan un cono de sombras. La crisis de la Eurozona reduce los incentivos europeos a otorgar concesiones comerciales a la ultracompetitiva agroindustria del Mercosur. Y la desaceleración del crecimiento y la apreciación cambiaria inducen comportamientos proteccionistas en los socios principales del Mercosur. Ambos desarrollos parecen condenar a la negociación a un largo hiato sin solución final a la vista.
Un estudio de Cippec indica que las ganancias inmediatas del acuerdo para la Argentina serían limitadas, como resultado de la acotada oferta europea en agroalimentos, y tres provincias (Buenos Aires, Santa Fe y San Luis) captarían el 70% del incremento en las ventas a la UE (ver Págs. 4 y 5).
Sin embargo, las exportaciones argentinas a la UE en productos "nuevos" podrían superar en el mediano plazo el 50% de las ventas actuales a ese destino. Asimismo, el acuerdo podría tener generar importantes ganancias dinámicas, en términos de consolidación y aumento de las inversiones europeas.
Más allá de las ganancias económicas, el fracaso de la negociación regional entrañaría un costo no trivial: abrir la puerta a un acuerdo bilateral de la UE con Brasil, tratado que perforaría las preferencias comerciales para los productos argentinos en Brasil sin mejorar su acceso al mercado europeo.
Un problema de la negociación es su ambiciosa meta final: un TLC tradicional de single undertaking (acuerdo en todos los temas) que dificulta alcanzar un entendimiento satisfactorio, como ilustra el estado comatoso de la Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Una salida posible al laberinto actual sería alcanzar un tratado de preferencias y disciplinas limitadas entre los dos bloques. A diferencia del acuerdo original, un tratado acotado reduciría la negociación a un conjunto de temas positivos para la Argentina, como denominación de origen, desarrollo sustentable, propiedad intelectual, y por supuesto, acceso al mercado agroalimentario europeo.
No sólo sería políticamente más viable sino que también evitaría la posibilidad de un Brasil "cortándose" solo del Mercosur.
Ganancias potenciales y riesgos importantes llaman a no abandonar, sino a reinventar, la última negociación importante del Mercosur.
Lucio Castro y Ricardo Rozemberg