Las ideas, el conocimiento y el crecimiento de la Argentina
Los cambios en la forma en que producimos, trabajamos y nos comunicamos exigen que haya instituciones y regulaciones que fomenten la creación y determinen su uso
Si la generación y asignación de recursos escasos es la tarea de la economía, su distribución es tarea de la política. Política y economía son inescindibles. Las restricciones con las que deben cubrirse todas las necesidades están justamente dadas por los recursos escasos. Tanto para el crecimiento como para la distribución de los ingresos los primeros escritores distinguían entre capital y trabajo, pero hoy ya es difícil usar esas categorías. El capital no se puede identificar como dinero en un banco o maquinarias y fábricas o hectáreas. El capital es "trabajo cristalizado", el resultado del esfuerzo previo. El capital puede ser humano o físico/financiero, y está condicionado por la "naturaleza" o las condiciones en las que vivimos. El conocimiento define nuestra capacidad para desenvolvernos en esas condiciones. Si acumulamos conocimiento tendremos más capital.
Generaciones de economistas, desde Adam Smith con La riqueza de las naciones, en 1776, hasta Paul M. Romer con los trabajos por los que recibió el Premio Nobel de Economía 2018, se dedicaron a estudiar cómo lograr crecer y desarrollarnos como sociedad o país. Cada vez se amplía más el análisis de esos temas y se puede decir que hay razonable entendimiento de la relación mutua entre la economía y las restricciones de nuestro entorno. Es difícil decir que la Argentina sea una economía plena de mercado, pero no por ello se invalida el análisis. Al contrario, estos estudios nos indican qué habría que hacer para acercarnos a nuestros objetivos.
Justamente Paul M. Romer intenta mostrar que la acumulación de ideas sostiene el crecimiento económico. El conocimiento, es decir las ideas, habilidades, los inventos, herramientas, métodos y procesos que se han desarrollado a lo largo del tiempo permiten producir mejor y más barato en mejores condiciones. En el caso argentino, la difusión de la siembra directa o los experimentos y perforaciones horizontales en Vaca Muerta muestran cómo rápidamente se difunde el conocimiento.
Obviamente, las condiciones de mercado favorecen la creación de mejores tecnologías. En la Argentina, con derechos de propiedad y patentes bastante difusos, debemos desarrollar políticas e instituciones que fomenten las condiciones apropiadas para el desarrollo tecnológico. Algo avanzamos con la nueva ley de conocimiento. Obviamente sería mejor que todos los sectores lograran las mismas condiciones impositivas, pero, como hay un inmenso gasto estatal a financiar, es difícil lograrlo.
Al tener un atraso relativo importante, al menos en cuanto a nuestro PBI per cápita potencial, podemos hacer un uso muy productivo de las ideas propias o de otros países. En el siglo XXI es evidente que toda nueva idea o tecnología, independientemente de donde se origine, puede ser utilizada para producir bienes o generar nuevas ideas en cualquier lugar del mundo.
Para crecer debemos enfatizar las características de las ideas y las ventajas de la acumulación de conocimiento. Mientras el capital humano y físico son específicos (un albañil o ingeniero o máquina no pueden trabajar en dos lugares al mismo tiempo), las ideas pueden utilizarse simultáneamente en muchos lugares y oportunidades. Tienen un valor que puede rápidamente replicarse.
Por eso son importantes las instituciones y regulaciones que deben fomentar la creación y al mismo tiempo determinar quién puede usarlas y quién puede estar inhibido: ¿Sólo los autores de la música? ¿O los investigadores que generaron una vacuna o una nueva semilla? Las patentes están para proteger los derechos, cobrando por el uso, pero rara vez están para prohibir el uso de terceros. Protegen e incentivan la investigación y desarrollo. Por ello, se debe distinguir entre aquellas ideas que dan monopolios/exclusividad, de aquellas que pueden ser usadas con base en permisos o pagos de un canon, y por último diferenciar aquellas que son de libre utilización.
En la Argentina somos expertos en generar monopolios en base a permisos y regulaciones, que no tienen nada que ver con ideas o conocimientos específicos. En la medida en que se generen las condiciones para generar ideas y que otros puedan utilizarlas, el crecimiento está asegurado. No es fácil, pero hay muchos ejemplos: Silicon Valley ya tiene muchos rivales en cuanto a generación de ideas.
¿Dónde focalizar los esfuerzos para generar ideas y acumular conocimiento? Dependerá del talento de los argentinos. El Estado puede fomentarlo y protegerlo, pero muy difícilmente generarlo. Es probable que las ideas surjan naturalmente allí donde el país tiene un gran potencial exportador, ya que permitiría aplicar esas ideas a grandes volúmenes o mejores precios.