Balance´98: el frente externo. Perspectivas para la Argentina
Por Elvio Baldinelli Para La Nación
En lo que hace a las exportaciones durante 1998 hubo hechos tanto positivos como de los otros.
Comenzando por estos últimos corresponde recordar que sufrieron los efectos de la crisis internacional iniciada en la segunda parte de 1997. La circunstancia de que los países del sudeste asiático importen cerca de 100 millones de toneladas anuales entre cereales, oleaginosas y derivados, o sea más del 33 por ciento del comercio mundial de estos productos, hizo que sus menores compras determinaran bajas de los precios internacionales.
Algunas de las materias primas más importantes de la Argentina sintieron el efecto de la crisis. Los precios del trigo y el de la soja bajaron en más del 20 por ciento, el del maíz lo hizo el 10 por ciento, mientras que los subproductos de las oleaginosas cayeron en oportunidades hasta un 40 por ciento.
Por otra parte, también bajó el precio de los commodities no agrícolas, como el petróleo (más del 30 por ciento), el cobre (el 20 por ciento) al tiempo que el aluminio y los derivados de la petroquímica lo hicieron en menos del 15 por ciento.
Todas estas reducciones en las cotizaciones de nuestros principales productos de exportación llevaron a que, según cifras para los primeros 10 meses de 1998, las ventas al exterior hayan caído respecto de igual período del año anterior en un uno por ciento, lo que contrasta con los resultados de años recientes.
En efecto, en 1995 las exportaciones habían subido respecto del año anterior en una porporción extraordinaria, que rondó el 32 por ciento. En tanto, en 1996 la suba fue del 14 por ciento y el último año lo fue del 10 por ciento, aumento que puede considerarse satisfactorio.
Pero no todo ha sido adverso en 1998. En primer lugar, en los últimos meses los precios de los commodities subieron y en algunos casos regresaron al nivel de hace un año.
Otra nota favorable ha tenido que ver con la cotización del peso respecto de otras monedas importantes para nuestro comercio. Como se bien sabe, su valor está ligado al dólar norteamericano, de manera que cuando éste se valoriza respecto de otras divisas también lo hace nuestro signo monetario. Así sucedió con la moneda de Estados Unidos frente al marco alemán y el yen, con lo que la Argentina perdió competitividad.
No obstante, en los últimos meses esta tendencia comenzó a revertirse, al punto de que el marco alemán desde septiembre del año último hasta la actualidad ha mejorado respecto del dólar en un ocho por ciento mientras que el yen, para las mismas fechas, lo ha hecho en un doce por ciento. Así también aumentó la competitividad de los productos argentinos.
Por otra parte, considerando las bajas de precios habida, el comportamiento general en 1998 de las exportaciones argentinas no ha sido malo. El hecho de que los volúmenes hayan sido elevados compensó en parte los menores precios, al punto de que se espera que la caída del valor de este año respecto del anterior no vaya a superar un dos o tres por ciento como máximo.
Para el año próximo
En cuanto al futuro inmediato, en primer lugar hay que considerar al Brasil, destino final del 30 por ciento de nuestras ventas al exterior.
Todo parece indicar que durante 1999 nuestro país irá superando la crisis económica, aunque con más dificultades y a un ritmo menos rápido del que se esperaba.
Siendo así, cabe suponer que Brasilia abandonará las medidas proteccionistas con las que ha tratado de superar un problema que tiene origen en el déficit fiscal y en un cierto retraso en la cotización del real.
Si así no fuera no nos quedaría más remedio que acudir al sistema de solución de controversias como último recurso tendiente a evitar un lamentable colapso del Mercosur, que tendría malas consecuencias para nuestra economía.
En cuanto a Estados Unidos, los pronósticos para el año próximo dan para su PBI un crecimiento de apenas la mitad del año anterior, como también menores índices de aumento en casi todos los restantes países desarrollados. Con estas perspectivas en la mano, cabe esperar un año duro para las ventas argentinas al exterior.
En lo que hace a los mercados del Lejano Oriente, Japón continúa negándose a reconocer que en la Argentina la aftosa ya fue eliminada y tampoco acepta nuestro trigo con la excusa de que no cumple con las especificaciones canadienses. Por su parte, desde 1987 la situación en Corea del Sur tampoco ofrece un panorama amable para la Argentina, ya que desvía sus importaciones agrícolas desde otros orígenes con el propósito de favorecer a Estados Unidos.
Por todo esto cabe la sospecha, por no decir la certidumbre, de que se está en presencia de una barrera paraarancelaria promovida por los gobiernos de Japón y Corea con el propósito de desviar compras hacia aquellos orígenes que más les conviene, no por razones de calidad o precio, sino debido a que de ese modo disminuye el desnivel en el balance comercial de países como Estados Unidos, violando así en la OMC la cláusula de la nación más favorecida.
Por lo que hemos visto, las perspectivas de la exportación para 1999 dependen sólo en parte de lo que se haga en la Argentina, pues nadie puede controlar el régimen de lluvias ni la coyuntura económica de nuestros clientes externos.
Pero sí es una responsabilidad insoslayable, tanto del sector público como privado, insistir en los esfuerzos que en los últimos años se han venido haciendo para mejorar la competitividad de nuestra exportación.
El autor fue secretario de Estado de Comercio Exterior. Actualmente dirige en la Fundación BankBoston el programa para el desarrollo sectorial de las exportaciones argentinas.
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