Redes productivas al servicio de las Pyme
Pueden contribuir a que las firmas encuentren más rápidamente el camino de la recuperación
Las nuevas condiciones que por estos días están comenzando a generarse en nuestra economía a partir del abandono de la convertibilidad, parecen delinear a futuro un panorama más propicio para la actividad exportadora.
Si bien este tema quedó momentáneamente al margen de las grandes marquesinas de la agenda política y económica -debido a la necesidad de dar respuestas a cuestiones más urgentes, como la crisis bancaria, el nuevo sistema cambiario o la renegociación de la deuda-, pocas dudas existen acerca de que una vez que las aguas se aquieten y el debate sobre los temas vinculados con la producción y la economía real vuelvan a ocupar su lugar, la problemática relacionada con los mercados externos irá recuperando relevancia.
En este sentido, y sin dejar de tener en consideración la magnitud de los serios desafíos que se avecinan en el plano de la macroeconomía, parece pertinente comenzar a analizar el nuevo escenario que en relación con la exportación parece estar abriéndose, a efectos tanto de ir calentando los motores como de ir definiendo las estrategias y las políticas de fomento que, en el marco de las actuales restricciones fiscales e institucionales, puedan contribuir eficientemente a que empresas con posibilidades reales en el plano de la exportación puedan ir encontrando más o menos rápidamente el camino de la recuperación de su nivel de actividad y el crecimiento.
Herramientas comerciales
Pocas dudas existen acerca de las fallas y debilidades estructurales del perfil exportador argentino. Cualquier empresario que haya participado de alguna feria o misión en el extranjero -o que al menos haya realizado algún tanteo de sus posibilidades en la exportación- sabe bien que para poder insertar sus productos en forma sustentable en algún mercado es necesario contar con capacidades y con herramientas comerciales y financieras mucho más sofisticadas y más flexibles que las que se utilizan habitualmente para vender en el mercado local. Elementos que con gran frecuencia las empresas de menor tamaño o de menores recursos no conocen, o bien no tienen a su alcance.
En este marco, es justamente donde cobra relevancia el papel que en las economías exitosas jugó y juega el Estado nacional y los organismos regionales, tanto en lo que hace a la provisión de instrumentos de apoyo a la promoción como en relación con el diseño y las herramientas tendientes a acercar a las empresas locales a los mercados externos, en el plano productivo-competitivo y en el de marketing y logística.
Estas materias, en particular, se focalizan especialmente hacia la problemática de las Pyme, empresas que suelen enfrentar barreras u obstáculos relacionados con las mayores dificultades para financiar inversiones con retornos inciertos y de mediano plazo, el alto costo de la logística básica o el acceso al management financiero y administrativo que exige la exportación.
Durante los últimos años y desde diferentes ámbitos públicos y privados se vinieron impulsando con limitados recursos y con el viento en contra -derivado de los problemas que afectan a nuestra economía desde 1999- diferentes tipos de iniciativas que contribuyeron a minimizar el efecto de algunas de las barreras antes indicadas.
Entre ellas, cabe señalar la constitución y la consolidación de unos cincuenta grupos y consorcios sectoriales de empresas, por lo general Pyme, orientados a impulsar el salto competitivo de las firmas participantes a través del desarrollo autosustentable de iniciativas asociativas, con el objetivo de lograr mejoras cuantitativas y cualitativas en su inserción externa.
Logro
El efecto demostración que el éxito inicial de estas iniciativas generó en diferentes sectores empresariales y economías regionales fue, sin dudas, uno de los principales logros de estos programas.
Paralelamente, se alcanzaron importantes avances en la identificación y en el desarrollo efectivo de redes verticales pro-exportadoras, integradas por grandes empresas (proveedoras de bienes intermedios de uso difundido) y grupos sectoriales de clientes Pyme que transforman dichos insumos en bienes diferenciados.
En ese sentido, varias grandes empresas industriales se mostraron dispuestas a participar en estos programas, tendientes a intensificar y fortalecer su interacción productiva y comercial con clientes Pyme. De este modo, se avanzó en el paso de los tradicionales comportamientos de "suma cero", a la búsqueda de situaciones cooperativas, en las que tanto proveedores como clientes puedan beneficiarse del éxito exportador de las Pyme ubicadas en el último eslabón de la red.
Una nueva fase de crecimiento
En definitiva, el apoyo a los diferentes procesos posibles de inserción de empresas pequeñas y medianas por parte de organismos del Estado nacional o provincial no debe ser visto solamente como un objetivo basado en consideraciones vinculadas con la equidad social, ni como una inquietud retórica.
Por el contrario, se ha generado durante las últimas dos décadas un amplio consenso nacional e internacional acerca de que la competitividad global de las economías depende cada vez en mayor medida tanto del funcionamiento de diferentes tipos de redes cooperativas de proveedores y clientes, como de la posibilidad de que varias cadenas productivas interactúen eficazmente con el resto del tejido empresarial.
Gran aporte
Así, en el actual contexto de la Argentina, el impulso, la profundización y la multiplicación de este tipo de iniciativas puede hacer un invalorable aporte para una reconstitución positiva de numerosos sectores de la economía nacional.
Si así fuera, se generarán mejores posibilidades para que nuestro país pueda ingresar en una fase de crecimiento macroeconómicamente sustentable, que siente bases sólidas para poder afrontar las numerosas asignaturas pendientes en materia económica y social.