¿Socios o cómplices?
La historia del bloque está signada por incumplimientos varios y contradicciones entre el discurso público integracionista y los hechos
Frecuentemente se publican diferentes opiniones acerca de las causas por las cuales el Mercosur está moribundo. Se analizan datos, se explican los motivos para los inacabables incumplimientos, para el no acatamiento a los fallos del tribunal arbitral y se comprueban datos estadísticos y razones por las cuales el proceso está prácticamente paralizado desde hace más de 15 años.
El comienzo de la integración de esta región de Sudamérica se dio a partir del Acta de Iguazú, del 30 de noviembre de 1985. Los primeros años fueron excelentes y promisorios. Hasta sus primeros años -a partir de marzo de 1991- el Mercosur también lo fue. Pero no se avanzó en muchísimos aspectos fundamentales. Así fue que, por ejemplo, nos sorprendió la devaluación brasileña de 1999. Muchos afirmaron que era ilegal. En realidad no lo era dado que no se había cumplido (tampoco hasta el día de hoy) con lo prescripto por el Tratado de Asunción de coordinar las políticas monetarias y cambiarias. El resultado de tal imprevisión fue un golpe terrible al Mercosur y prácticamente puede afirmarse que la decadencia actual comenzó en ese momento.
En realidad las razones de la agonía actual del Mercosur son tan claras que hasta los peores distraídos pueden apreciarlas. Existe, desde hace por lo menos una década y media, una absoluta falta de voluntad de asociarse. La famosa cláusula que en el Derecho se conoce como "affectio societatis". Y esta falta de voluntad se traduce en inacabables hechos que la demuestran. Todo puede resumirse en que es imposible que funcione cualquier sociedad humana en la que cada socio tira para su lado y lo que menos le importa es la sociedad.
Proteccionismo
El proteccionismo cerril que han tenido en Brasil tradicionalmente y en la Argentina periódicamente (la década de los '90 fue de apertura y los primeros 15 años del siglo XXI fueron proteccionistas) destruye cualquier intento de asociación entre las naciones. Si se adoptan medidas restrictivas al comercio debe exonerarse de su cumplimiento a los países con los cuales hemos firmado acuerdos de libre comercio. Lo contrario es una violación a los derechos de los demás.
¿Pruebas de lo afirmado? Imposible enumerarlas a todas, pero señalemos principalmente en ambos países la existencia de licencias previas no automáticas de importación (por ejemplo, las DJAI que la Argentina derogó el 23 de diciembre), la aplicación de derechos de exportación a los productos destinados al Mercosur, los cupos, las certificaciones, el incumplimiento de los fallos judiciales tanto los del Tribunal como de la Corte Suprema de Justicia de la Argentina.
No obstante lo señalado, los países del Mercosur en los últimos años, por coincidir sus gobiernos en su ideología política han aparentado ser muy amigos, incluso en lo personal. En los discursos se ha señalado constantemente una voluntad integracionista. Pero los dichos van por un lado y los hechos por el opuesto. Más que socios han sido cómplices. Y el término, aunque no deja de ser duro, es cierto.
Los cómplices se reúnen para transgredir. Y eso es lo que han hecho demasiadas veces los países miembros del Mercosur. Uno de los casos más destacables fue el de suspender del bloque a Paraguay por haber realizado un juicio político a su presidente cumpliendo la normativa de la propia Constitución paraguaya, lo que fue calificado erróneamente como golpe de Estado. Y además aprovechando tal arbitrariedad para hacer ingresar ilegalmente a Venezuela por la puerta de atrás.
El predominio de la política sobre el Derecho (como afirmó temerariamente el ex presidente uruguayo y nadie de sus pares lo desmintió) es entonces la principal causa de lo que estamos viviendo.
Una de las consecuencias de haber convertido al Mercosur de una agrupación de naciones con fines económicos y comerciales (como muy claramente lo estableció el Tratado de Asunción) en un organismo casi exclusivamente político, es la quimérica actual y futura actuación del Parlamento del bloque integrado casi exclusivamente por políticos en retirada, que se reúne erráticamente y que no dicta ni dictará normas obligatorias para los socios.
Cuando se habla frecuentemente de reformular el Mercosur no se dice que sin el cumplimiento estricto de la normativa que los mismos países asociados se han dictado es imposible llevar nada adelante. Lo primero es lo primero. Lo demás son discursos para la tribuna. Y hasta la tribuna ha perdido el entusiasmo.
El autor es especialtsa en temas aduaneros y de comercio exterior del Mercosur
El autor es especialista en temas aduaneros y de comercio exteriordel Mercosur
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