Hoy opina. Sonrisa publicitaria y de cómo perderle el miedo al abogado
A los 10 años, uno le tiene terror al dentista.
A los 20, al psicólogo (que, tal vez vuelva, a otra edad).
A los 30, al jefe.
A los 40, ya independiente uno, al contador, que destroza en el balance el romántico flujo de caja del emprendedor.
A los 50 comienza la pesadilla legal: el abogado... Del socio. Aterra su léxico específico que codifica, en cláusulas inexpugnables para el común de los mortales, el afecto societatis .
Pero tan importante como tener desde los 10 años una sonrisa publicitaria; cordura ante cierta apatía social a los 20; dosis de humildad a los 30, y mucho baño de realidad a los 40 es tener una buena relación con el abogado. Sobre todo si un funcionario interviene en la carrera hacia la internacionalización de su empresa reteniéndole parte de su ganancia.
Un abogado amigo me adelantaba que hay importadores de países del Mercosur de materias primas argentinas -que procesan en su tierra y reexportan a la Argentina, o a cualquier parte- que vieron cómo se encareció su insumo con las retenciones y podrían perder su negocio, por lo que estarían analizando acciones legales.
Solución clásica: convencer a la cancillería local para que proteste contra la Argentina. "Ya lo hizo Brasil por las retenciones a la harina de trigo y Paraguay con el gas", enumeraba el doctor. Pero reconoce que ninguna cancillería haría tal cosa para después encontrar una Argentina vengativa.
Una opción que toma fuerza es la alianza entre el importador del insumo y el exportador argentino para contratar un estudio para llevar el caso en la Argentina.
Y otra es llevar el caso a juzgados de otro país del bloque, siempre y cuando el contrato establezca que los conflictos se dirimirán de esa manera. Así se le puede sugerir al juez que consulte a los tribunales del Mercosur, que tienen autoridad por sobre las cortes argentinas. Aun cuando su sentencia no sea obligatoria, allana la acción moral de las cortes argentinas, políticamente "trabadas".
Y es así como se le pierde el miedo al abogado.
lanacionar