Cómo abordar el problema de las provincias ahogadas por el déficit
Federalismo: estados independientes que se unen para conformar una Nación.
Qué pasaría, entonces, si cada provincia tuviera que financiar con recursos propios todos los gastos públicos que se efectúan en su territorio, es decir, calcular la correspondencia fiscal de cada estado provincial.
Mediante un un trabajo detallado, se ha asignado a alguna jurisdicción el gasto nacional en personal según los domicilios de todos los empleados públicos nacionales y de los jubilados nacionales. También se repartieron enetre las distintas provincias y la ciudad de Buenos Aires todos los gastos corrientes y de capital que hace el Estado nacional, ya que este no tiene territorio propio, ni siquiera la quinta de Olivos, que ahora se computa como territorio de la provincia de Buenos Aires.
También se ha calculado el origen de todos los fondos, computando para cada provincia la base imponible de cada uno de los impuestos, ya sean nacionales, provinciales, municipales, De esta manera se obtuvieron los recursos totales propios de cada jurisdicción, tanto los que hoy formalmente corresponden a la Nación como los que quedan en las provincias. Por medio de la comparación con sus gastos totales propios (ya sea los gastos que la Nación hace en el territorio de esa provincia, sus propios gastos provinciales, o los de sus municipios), se obtuvo por diferencia el déficit o superávit de cada una de las jurisdicciones, es decir, la correspondencia fiscal.
Las cifras en pesos las fueron convertidas a dólares, para tener una base de comparación a lo largo de los años. Naturalmente el calculo esta disponible en pesos.
Como la idea de este trabajo no es opinar, sino mostrar la realidad con números, he aquí los resultados son dramáticamente reveladores aunque tremendamente desalentadores:
Este cuadro debe leerse así: Por ejemplo en 2008, la provincia de Buenos Aires, generó recursos fiscales por US$ 37.384 millones y ese año los gastos consolidados efectuados en su territorio fueron de US$ 30.927 millones, con lo cual aportó US$ 6.457 millones a otras jurisdicciones. Aunque, con un dolar a $3,85, está aportando unos 25.000 millones de pesos para otras provincias, no puede pagar sus propios gastos, pues, en la práctica, no hay correspondencia fiscal. Hay que recordar que estas cifras naturalmente son distintas a las que surgen de la coparticipación federal y de los pactos fiscales hoy vigentes, pues ellos reflejan el distinto poder o capacidad de negociación de cada jurisdicción, que puede modificar la correspondencia fiscal verdadera.
Como puede apreciarse, muchas provincias no pueden cubrir sus gastos y deben recurrir a aportes de otras jurisdicciones. Los estados provinciales que requieren apoyo suman un total negativo de US$ 11.000 millones por año, una cifra que deben regalarles las demás jurisdicciones aportantes. Esta transferencia viene ocurriendo desde hace por lo menos una década, aunque podría ser desde hace más tiempo.
Si Uruguay no se hubiera constituido como Estado independiente de las provincias argentinas en 1828, tendría que aportar también, lo que derivaría en un crecimiento menor para el país vecino. Esto es precisamente lo que les ocurre a aquellas provincias que deben regalar parte de sus recursos en forma permanente a las provincias crónicamente deficitarias. Los distritos que deben aportar o regalar recursos a los demás son: Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Chubut, Neuquén, la ciudad de Buenos Aires y en menor medida, Mendoza y Tierra del Fuego.
¿Es posible mantener esto en forma permanente?
Los que piensan la estrategia de Argentina en el largo plazo sabrán dar una respuesta. El tema es muy conflictivo, pero no se puede seguir haciendo como el avestruz, sin querer ver el problema.
Lo que sí es cierto, es que el conjunto de provincias argentinas crece menos que lo que indica su potencial, pues en muchas jurisdicciones hay exceso de gobierno, que en una correspondencia fiscal estricta no podría mantenerse ni un año. En muchas provincias el empleo público es la principal fuente de cobrar un sueldo, lo cual no quiere decir que hagan un trabajo, que aporten valor agregado a la producción nacional.
Los empleados públicos provinciales -en general- trabajan solo a la mañana, hasta las 13. No se requiere contratar a una consultora de organización para darse cuenta que sobra casi la mitad de los empleados. Pero tampoco es posible prescindir de ellos, pues no tendrían demanda de trabajo en el sector privado de esa provincia. Además, el gobernador no podría contar con todos esos votos para ser reelegido en forma indefinida, como ocurre en gran parte de las provincias. En las últimas décadas, muchos gobernadores han reformado la constitución, o han tratado de reformarla, para poder eternizarse en sus puestos.
¿Cual es la solución? No hay una respuesta fácil a estos interrogantes:¿Cual es la función de la Nación, las provincias y los municipios? ¿No se superponen mucho en sus gastos? Esto significa que hay mucho gasto improductivo en las diferentes jurisdicciones, que cancela riqueza y lleva, en consecuencia, a una pobreza relativa sin remedio si no se cambia de signo a tiempo.
Si se cuenta a la ciudad de Buenos Aires como un municipio, hay 2247 municipios en todo el país, lo que es un número también exagerado, aunque hay excepciones, como Mendoza, con muy pocos municipios. La caza de puestos ha llevado a este enorme crecimiento de municipios y comunas, pero eso no ha significado mejor educación, salud, seguridad o justicia en cada lugar, sino todo lo contrario.
Se requiere consenso para cambiar estas realidades, que se han venido desarrollando históricamente, primero con un país unitario, como era al inicio la Argentina; luego con 14 provincias por muchos años y, actualmente con 24 estados, muchos de los cuales, como se ha visto, no tienen los recursos para pagar ese enorme gobierno. Pero si no hemos sabido ni siquiera hacer una ley de coparticipación federal en los últimos 14 años, como exige la Constitución de 1994, ley que apenas roza este problema, cómo vamos a resolver un tema más grave, especialmente con dirigentes políticos que se asustan con los temas conflictivos y siempre los patean para adelante, con lo que postergan continuamente entonces la solución de los grandes problemas nacionales.
La solución pasa por crear fuentes de trabajo productivo en cada provincia, pero esto exige inversiones muy altas y menor gasto público improductivo provincial y municipal. Lo que se ahorre de gasto público puede ir a formar un fondo de desarrollo provincial que genere, adicionando crédito y capital y management privado, importantes empresas y cambie la fisonomía de esas provincias.
Debe ser encarado en un plan de desarrollo inclusivo a 10 años, a nivel nacional, que es posible, pero que exige un diseño muy riguroso, que deje de lado la improvisación y los intereses del amiguismo provincial y de los empresarios prebendarios. Solo así se podrá salir del pozo en el que se fue metiendo el país progresiva e inadvertidamente.