Cómo no poder elegir ni en el súper
La idea de imponer una única tarjeta de crédito estatal para comprar en supermercados muestra una vez más la convicción del elenco gobernante: los precios, las ganancias, las utilidades, las retribuciones, las comisiones, todo, absolutamente todo lo decide el Estado. Lo que los consumidores, los ciudadanos quieran, no importa.
No es nuevo. El kirchnerismo descubrió hace años que era intolerable que quien se hubiera afiliado a una AFJP no pudiera volverse al sistema público. Tenían razón. Se puede deshacer el matrimonio, pero según la ley argentina la pertenencia al sistema mixto público privado era para toda la vida.
Se permitió volver a optar. Y entonces Néstor y Cristina pudieron volver al sistema puramente público. Al que dijeron amar, pero al que habían abandonado. La mayoría que estaba en las AFJP prefirió quedarse allí. Poco después, las AFJP fueron eliminadas y volvió el monopolio estatal de las jubilaciones. Con muchos menos controles que los que tenían las entidades privadas.
Se dirá que las comisiones que cobraba ese sistema eran altas. Es cierto. No menos lo es que frecuentemente la más cara de todas era la de la entidad del Estado. Y en todo caso, ¿qué comisión le cobra el actual sistema estatal a quien debe cobrar un beneficio y ni siquiera con un fallo a favor de la Corte Suprema logra que se lo paguen?
¿El público prefiere ahorrar en dólares en vez de pesos? Se le prohíbe. ¿Un empleado público de la Nación quiere tener su cuenta sueldo y todos los productos relacionados en otro banco que no sea el Nación? No puede, está prohibido.
Desde 2012 un decreto exige que las entidades estatales paguen todos sus sueldos a través del Nación. No importa lo que cobre, si otra entidad, incluso pública, como el Provincia de Buenos Aires o el Ciudad, ofrecen costos menores o planes más atractivos, o si los asalariados los prefieren. El Gobierno sabe cuidar de sus intereses mejor que ellos mismos. Los ciudadanos sólo están para elegir al gobierno y luego éste se encarga de todo lo demás.
¿Que para que haya una sola tarjeta de crédito en los supermercados todo el mundo debería abrir una cuenta en el Banco Nación? En realidad, ya está ocurriendo. Miles de empleados de organismos públicos que cobraban en otras entidades ya están siendo llevados de prepo a esa institución a medida que vencen los contratos institucionales de cuentas sueldo.
Del mismo modo, Aerolíneas Argentinas no debe preocuparse de ofrecerles mejores condiciones que la competencia a los organismos del Estado. Están obligados a contratarla. Lo mismo pasa con YPF.
Es decir, si el Estaado puede pagar menos y destinar los recursos a otros fines, como aumentar la inversión o siquiera achicar el déficit público, renuncia a hacerlo. Crea monopolios y ata a todos los que pagan impuestos a ellos.
Para el Gobierno parece haber monopolios buenos, como si tal cosa fuera posible. Sobre todo cuando el monopolio es del Estado y además el Estado es el controlador y regulador de la actividad.
"Los bancos han ganado mucho", dicen que dice Guillermo Moreno. Por eso quiere quitarles el negocio de las tarjetas para comprar en los supermercados. Para que sean los supermercados los que paguen menos comisiones.
¿Los obligará a trasladar la ganancia obtenida a los consumidores bajando los precios? Los supermercados no son precisamente los perdedores del actual "modelo". ¿O será que es un negocio entre Gobierno y supermercados para que el Nación, que es una caja del Gobierno, haga precisamente eso, caja?
Las autoridades están desesperadas por seguir gastando a lo loco en un año electoral, y la situación fiscal es la peor en una década. Generarle utilidades al mayor banco estatal para luego manotearlas para la campaña podría resultar atractivo.
Mientras tanto, la gran pregunta es si semejante plan le aportará o no votos al oficialismo. ¿Querrá la gente pasarse al Nación a punta de pistola? ¿O se manejará con efectivo? ¿O se irá a los autoservicios chinos?
Más manejo de efectivo sería desastroso. Permite más evasión y aumenta la inseguridad. La Argentina está muy poco bancarizada, mucho menos que Brasil, que ya es decir bastante. Un paso atrás sería lamentable.
Los empresarios que puedan sentirse beneficiados por esta medida deberían aprender de los ejemplos recientes. A las AFJP primero les dijeron que entregaran a sus afiliados para que el Gobierno les hiciera el default y el recorte de la deuda o les quitarían el negocio. Y accedieron. Luego les dijeron que se allanaran a la reapertura de la opción de cambiar de sistema o les quitarían el negocio. Y finalmente les quitaron el negocio.
Es una enseñanza también para aquellos que creen que la garantía contra los atropellos del Estado es ponerlo todo en manos de privados.
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