Coronavirus: la escasez de testeo puede llevar a cuarentenas eternas
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Todo indica que la cuarentena en la Argentina va a seguir y muy estricta, más allá del 26 de abril. Algunos hablan de mediados de mayo, otros de muchos meses por delante. Puede haber aperturas parciales, según localización geográfica.
Para la economía toda una tragedia esta novedad que se va confirmando semana a semana, aunque el problema de fondo, también en todo el mundo, es que la mayoría de las empresas se han quedado sin consumidores y nadie sabe cómo será esa recuperación, aún si se levantaran todas las restricciones.
Quién gastaría en otra cosa que no sean productos esenciales, en un mundo en que nadie sabe si tiene asegurado su trabajo y sus ingresos.
La Argentina, se sabe, debe atravesar las dos pandemias. El coronavirus y una economía sin moneda ni crédito, con años de inflación, recesión y salida de capitales.
Aparece por estas horas un elemento que responde a una lógica de la más elemental teoría económica de la oferta y la demanda, que resulta determinante en la posibilidad de los países de ir abriendo las cuarentenas y poder recuperar un poco su economía, y donde la Argentina también está en problemas.
Se trata de la escasez de insumos para realizar testeo a la población y poder manejar así la flexibilización de los aislamientos, comenzar a reabrir el país o no cerrarlo tanto. Imitar los ejemplos que mejor manejaron esta situación, desde Alemania, Suecia o Israel, pasando por Corea del Sur, Chile o Uruguay.
Es cierto que la Argentina aumentó considerablemente la cantidad de pruebas que realiza. La semana pasada se logró el récord de 1640 tests en un día, en un promedio actual entre 1200 y 1500 por día. Sigue siendo mínimo, un tercio de lo que realiza Chile.
En el frente sanitario, entre médicos y administradores del sistema de salud nadie clarifica muy bien qué es lo que ha pasado. Es obvio que las autoridades nacionales minimizaron la situación durante el verano, y también se quiso centralizar todo en el Instituto Malbrán hasta que la presión de los médicos obligó a abrir el juego al sector privado.
Hoy existen medio centenar de laboratorios en condiciones de hacer las pruebas: 46 del sector privado con capacidad de analizar unos 7500 casos por día, más 22 del sector público que podría analizar unos 5000 más. Es decir que la capacidad de testeo alcanza las 12.000 pruebas por día. Se realiza apenas el 10%. Se utiliza 10% de la capacidad instalada.
Lo grave es que esta situación, muy negativa para la perspectiva de ir abriendo la cuarentena, parece que ya no tiene solución. Por más dinero que se junte, no hay forma de conseguir los reactivos en el mundo, sencillamente porque se produjo un pico de demanda en EE.UU. y los países en desarrollo que vació el mercado.
Se habla menos de la demora del Gobierno argentino que tardó casi un mes y recién en abril lanzó una licitación amañada para comprar 500.000 tests que ni siquiera llegaron y aparecen en cuentagotas.
Ahora es todo más complejo. Una de las multinacionales de consumo masivo más reconocidas en el mundo, con fuerte presencia en la Argentina, quiso comprar 200 mil tests para sus empleados en todo el mundo. Tuvo que desistir. Ni triplicando el precio de mercado consiguió los reactivos.
Aparece entonces un problema adicional para la Argentina. No luce tan infalible el grupo de expertos que asesora al presidente Alberto Fernández en materia sanitaria. Alguien se durmió en la compra de reactivos e insumos para testear a la población. Es probable que esa sea la razón por la cual las cuarentenas serán más duras.
Un golpe adicional para una economía arrasada por el parate total. Y por señales cada vez más preocupantes de un Gobierno cada vez más volcado a confrontar con inversores y empresas. No solamente el camino hacia el default de la deuda liderado por Martín Guzmán, sino el avance de proyectos y legislaciones muy complicadas. Al impuesto a las grandes y medianas fortunas, ahora se agrega un verdadero impuestazo a las empresas a través de anular el ajuste por inflación para calcular el impuesto a las ganancias.
Y se habla de más ideas que surgen en las usinas del Instituto Patria, avaladas por el jefe de la bancada oficialista Máximo Kirchner, en dirección a intervenir en los préstamos y depósitos de los bancos, colocar más directores estatales en las empresas privadas, y hasta soñar con una estatización general de las compañías como YPF, por ejemplo, si el Estado pudiera aprovechar el derrumbe de precios y adquirir en bolsa todo el paquete accionario que flota en los mercados.
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