Perdemos por goleada, pero mantenemos el equipo
Con la salida de Lionel Messi y de Luis Suárez se terminó de desarmar el que fue el tridente más peligroso para el arco rival en la historia del Barcelona, el que conformaban junto a Neymar. Juntos, sumaron 122 goles en 151 partidos entre 2014 y 2015. A nivel local, en cambio, seguimos renovándole contrato al tridente más peligroso para el arco propio en el siglo XXI, el conformado por el ministro de Economía, el ministro de Desarrollo Productivo y el presidente del Banco Central. El Barcelona está encarando una renovación después de haber perdido 8 a 2 contra el Bayern Múnich, pero nosotros seguimos con el mismo tridente económico luego de la paliza que está recibiendo este año la economía argentina.
Cuando el tridente pudo ir al ataque, fue tan lento que recién a los ocho meses pudo meter un gol con la reestructuración de la deuda, a pesar de que la pelota estaba lista para entrar en el arco en abril. El tiempo perdido fue muy valioso, porque generó mucha incertidumbre sobre su resolución, y la incertidumbre es letal para la economía. En términos futbolísticos -y parafraseando al ministro de Economía-, por querer enseñarle al mundo cómo se hace un gol, nos perdimos de hacer muchos goles. Y, mientras tanto, la tribuna quedó al borde de un colapso de nervios.
Además, jamás se supo bien a qué juega este tridente. Parece querer ejecutar una estrategia de juego de los años 50, con cierre de la economía, cepo, suba de impuestos a los sectores exportadores y desborde fiscal y monetario. Esa estrategia no funcionó en los 50 y mucho menos va a funcionar ahora con un fútbol... digo, con una economía mucho más dinámica.
A veces, los equipos económicos tienen que pasar a la defensiva. No pueden ejecutar un plan de reformas, pero valen por los goles que evitan, o por las ideas raras que circulan en los entrenamientos y que ellos impiden que se implementen en el campo de juego. Es decir, están más para parar iniciativas de leyes o decretos que tendrían efectos perjudiciales para la economía (el 99% de las ideas que circulan por el Congreso tiene esta característica), que para introducir mejoras. Es, de hecho, lo que le tocó vivir a la mayoría de los equipos económicos en la Argentina, por imperio de la urgencia.
Es también lo que le está pasando al ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes. Entró con un plan ofensivo, de reformas estructurales, reducción de impuestos y privatizaciones, y la pandemia le cambió el plan de juego. Hoy está negociando el mantenimiento del techo al gasto fiscal aprobado en 2016; este techo ha permitido emitir al gobierno a una tasa del 7% para bonos en Reales a 10 años y al mismo tiempo le posibilitó al banco central llevar su tasa de interés al 2%, lo que está facilitando que el crédito bancario al sector privado se siga expandiendo vigorosamente durante la pandemia. La economía de Brasil, que según estimó en junio el FMI caería casi lo mismo que la argentina durante 2020 (entre 9 y 10%), se encamina a contraerse 5,5%, menos de la mitad del 13% que caerá la economía argentina. En términos futboleros, lo ficharon para jugar como volante de creación al estilo Andrés Iniesta, pero terminó defendiendo, hasta ahora, tan aguerridamente como Javier Mascherano.
El tridente económico argentino es, en cambio, un colador en la defensa. Dicen que Sergio Massa lo entiende bien. Es, después de todo, como el tridente de defensa de Tigre antes que el equipo pasara a ser conducido por el Pipo Gorosito.
En primer lugar, no se plantó bien en el campo de juego como para que la economía sea uno de los factores en consideración al tomarse decisiones sobre la cuarentena. El objetivo del Gobierno parece ser solamente minimizar la cantidad de muertos; muy loable, por cierto, pero no tiene en cuenta el daño permanente que está creando en la economía. En términos futbolísticos, me recuerda al "Loco" Bielsa haciendo jugar a la selección argentina a centro tras centro contra los ingleses -algo que ellos hacen todos los fines de semana- en el mundial de 2002. Faltó evaluar alternativas. Llevamos una de las cuarentenas más largas y estrictas del mundo, el número de casos y de muertos no cesan de acelerarse y, mientras, la economía sufre. En julio parece haberse estancado la recuperación. El campeón en ese mundial, recordemos, fue Brasil. Quizás nos termine superando también esta vez: Jair Bolsonaro, que priorizó la economía, sigue subiendo en las encuestas.
El tridente también parece desconocer la relación entre ciertas acciones de gobierno y sus consecuencias de mediano plazo. No importa cuál sea la estrategia, si metés goles en contra con pelotas que iban afuera del arco en todos los partidos, te vas al descenso seguro. La ley de góndolas, las restricciones a las importaciones, la ley de alquileres, la ley de teletrabajo y varias iniciativas más, no son solamente goles en contra. Imposibilitan que vuelvan los sponsors para fomentar la recuperación de la economía. ¿Por qué poner plata en este equipo, que parece comandado por la barra brava, cuando hay tantos otros más amigables?
El último desacople del tridente fue haber permitido que el Presidente firme el decreto declarando servicio público a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y haber congelado sus precios. El impacto es tan nocivo que hasta juntaron a dos barras enfrentadas en todo el mundo, la de Huawei y la de las empresas norteamericanas, agrupadas en la Amcham, para oponerse al decreto. El país todavía está sufriendo el impacto de la intervención en los precios de estos servicios en el anterior gobierno kirchnerista. Como consecuencia, la Argentina tiene una red de fibra óptica menos extendida que otros países de la región, y la velocidad de navegación promedio en internet está en el puesto número 6. Pasamos de ser líderes en comunicaciones en los 90 a pelear la mitad de la tabla en los últimos años. Ahora seguro pasemos a pelear el descenso: Chile está por licitar el 5G, que es hasta 100 veces más rápido que el 4G. ¿Cómo queremos competir para atraer inversiones en tecnología sin la infraestructura adecuada? Los mejores jugadores del sector ya están pidiendo el pase a otras ligas, como la colombiana y la uruguaya. Mientras, el ministro de Economía mira para otro lado, como si -por venir el ataque por la otra punta- no le incumbiera. Hay que ponerse el equipo al hombro, porque si no la sustentabilidad de la deuda se va a lesionar.
El tridente parece estar pensando solo en hacer tiempo para llegar al descanso, léase a las elecciones de 2021. En ese sentido, para tratar de bajar el tipo de cambio en el mercado llamado Contado con Liqui, parece que la Anses estaría vendiendo bonos del Gobierno en dólares, y algunos barrabravas piden que el Banco Central también venda los suyos una vez terminados los canjes de deuda. Estos bonos valdrán 45 dólares en el mercado, pero cuando venzan el Estado tendrá que pagar 100 dólares por ellos. En términos futbolísticos, le están regalando la pelota al rival. Venderlos a ese precio es equivalente a que el Estado estuviese endeudándose a una tasa del 13%. Tanto pedido del tridente a la barra para que cante en contra del endeudamiento en dólares, ¡para después emitir en esa moneda al 13%! No importa; mientras le mantengan el negocio de trapitos fuera de la cancha y el puesto en la municipalidad, la barra canta cualquier cosa.
Así estamos, con el tridente perdiendo 13 a 0, solo alentado por la barrabrava y pegando patadas a la actividad privada para llegar como sea a octubre de 2021. Mientras tanto, los del palco ya se fueron a Uruguay, los plateístas están viendo si pueden mirar fútbol en Europa, y los de la popular la están pasando realmente mal. Hay que recuperar un juego equilibrado, sólido en defensa y que, dejando de lado las presiones de la barra, permita incluso al equipo atacar y ganar. De otra forma, nos seguiremos yendo al descenso, con el mismo humor que el Tano Pasman en 2011.
El autor es economista. PhD (Universidad de Pensilvania); fue economista jefe para América Latina de Bank of America Merrill Lynch. Coautor de ¿Por qué fracasan todos los gobiernos? c/S.Berensztein