Crear fuentes de ingresos a partir de la adversidad
Emprendedores y entidades de microfinanzas fueron reconocidos por sus ideas y tareas; desafíos del sector en tiempos críticos
"No hay nada más lindo que sacar de la tierra tus propios productos frescos", dice Rodolfo Sánchez, un chaqueño que heredó de sus abuelos unas hectáreas de tierra en el Paraje Lapacho Viejo, a unos 50 kilómetros de la ciudad de Resistencia. Allí es donde hoy está instalado este microemprendedor, que vivió parte de su infancia y toda su adolescencia en la ciudad de Buenos Aires y que decidió regresar a su provincia después de sufrir un problema en su salud por las tareas que hacía en una fábrica.
Le ofrecieron changas apenas llegó, pero él dice que siempre supo que quería hacer algo propio y el primer paso fue instalar un pequeño almacén. Hoy, con su proyecto de cría de ganado menor, es uno de los microemprendedores que reciben ayuda de alguna de las instituciones de microfinanzas en el país (en su caso, de la Asociación Demos), que son al menos 62 según el último relevamiento realizado por la red de instituciones Radim, la Comisión Nacional de Microcréditos (Conami) y la empresa Foncap Capital Social.
"Los microemprendimientos son un soporte relevante en la economía del país; muchas veces actúan como bisagra ante la dificultad de conseguir un trabajo formal; bien desarrollados y con oportunidades de financiamiento se transforman en un ingreso fundamental para las familias y en fuente laboral para parientes o amigos del barrio -afirma Marcela Mondino, directiva de la Fundación Avina-. En las crisis se hacen más visibles, pero están también más afectados".
Para María Silvia Abalo, directora ejecutiva de Radim (la red que agrupa a instituciones del sector), hay varias dificultades para este sector que otorga créditos, que, en promedio, son de $28.000. Entre ellas, "una política impositiva poco amigable y la carencia de financiamiento adecuado" para entidades que atienden a población sin acceso al sistema bancario tradicional.
En el caso de Rodolfo, su principal interés está en la cría de chivos, ovejas, gallinas y cerdos, y en el cultivo de porotos, mandioca y maní. Llegó a su primer crédito cuatro años atrás, incentivado por un primo, y días atrás fue reconocido como el "microemprendedor del año" en el Premio Citi a la Microempresa Propulsar, organizado por el Citi, la Fundación LA NACION y la Fundación Avina.
Uno de los desafíos de los vecinos de aquel paraje chaqueño tiene que ver con el agua: al problema de sequía le buscaron solución con una represa, pero hay inundaciones, dada la obstrucción de canales naturales de desagote.
Moverse, una de las claves
El agua está en el eje de la problemática a la que, a muchos kilómetros de distancia, unos productores se propusieron solucionar. En la comuna de La Batea, en el norte de la provincia de Córdoba, falta alimento en invierno para el ganado caprino. Y eso trae aparejados efectos como la mortandad de animales y la caída en la producción de carne y leche. La solución fue producir alimentos para las cabras en zonas no afectadas por sequías.
El proyecto está en marcha y se desarrolla de la mano de la Fundación Banco Provincia de Córdoba, una de las instituciones de microfinanzas que fue reconocida con el premio Propulsar en su categoría. Concretamente, se buscan parcelas de 10 a 20 hectáreas (donación, comodato o alquiler son las formas de acceder a esas tierras) en un radio de unos 100 kilómetros de la comunidad de productores, que integran un fondo para la compra de semillas y el laboreo. Con préstamos grupales sostienen la implantación y el mantenimiento de los cultivos. Según Débora Petrakovsky, de la Fundación Banco de Córdoba, el proyecto tiene más de 10 años y un próximo paso es que los productores tengan su fábrica de quesos.
Ver la necesidad y actuar
Más al norte, en la ciudad tucumana de Tafí del Valle, quien se entusiasma con su producción es María Patricia Yapura. La ganadora del premio Propulsar en la categoría Aromo vio la necesidad de alguien cercano y, a partir de allí, surgió un nuevo proyecto en su emprendimiento textil. En una familia conocida, un chico tenía dificultades para caminar. "Entre los vecinos juntamos los insumos para hacer un arnés que lo ayudara", cuenta la emprendedora, que diseñó la prenda y la confeccionó. "La satisfacción de ayudar me impulsó a que hoy me dedique a producirlos", cuenta. Para eso, tomó un primer microcrédito por $7000 de la ONG Promujer Tucumán.
Su acercamiento a las microfinanzas, cuenta, la llevó a algo más que a obtener dinero. También le aporta educación financiera para saber "cómo registrar mis ventas, cuál es mi capacidad de pago y cuál es la importancia del ahorro", entre otros aspectos que se trabajan en la institución, como el empoderamiento de la mujer y las conductas de compromiso con el trabajo. La emprendedora incorporó el reciclaje de retazos para hacer juguetes y títeres que luego dona.
La alegría de los chicos fue un impulsor del proyecto de Beatriz Palavecino, galardonada por su emprendimiento MyD Disfraces, que desarrolla en el Tigre. Fue a partir de un accidente que tuvo cuando iba su viejo trabajo en un taller textil, que decidió dejar esas tareas y dedicarse a producir disfraces, como los que hacía para sus hijas. Si bien dice que tuvo dificultades al inicio, no se desanimó, y ahora se capacita en materia financiera con la ONG Mujeres 2000.
Mejores viviendas
Los emprendimientos productivos no son el único objetivo al que apuntan las microfinanzas. La Fundación Vivienda Digna ofrece a poblaciones vulnerables ayuda para mejoras de las viviendas, a través de préstamos grupales con garantía solidaria. Esta modalidad implica que todos las prsonas de un grupo que reciben microcréditos se hacen cargo de las cuotas de los demás en casos de dificultades.
Vivienda Digna fue premiada por un proyecto con el que se busca promover el voluntariado de arquitectos, que pongan sus conocimientos a disposición de la tarea social. La fundación trabaja en San Isidro y desarrolla también la iniciativa Sume Materiales, un nexo entre personas o empresas que tienen insumos para la construcción o muebles que ya no usan y familias que los necesitan y que, así, acceden a ellos a precios bajos.
Vinculado con la meta de que los pequeños proyectos productivos se desarrollen con el mejor nivel de conocimientos posible, una actividad de la organización Inicia - Comunidad de Emprendedores, fue reconocida por Propulsar con una mención especial. La iniciativa en cuestión procura la evaluación y la adaptación de programas de mentoría a emprendedores, para mejorarlos y potenciarlos.
Más que nunca en tiempos como los actuales, Mondino considera que "es clave considerar el acceso al crédito como un derecho, dar asistencia técnica para que los emprendimientos sean sostenibles, y promover herramientas innovadoras". Un ejemplo de esto último y que tiene que ver con generar puentes, es el de las plataformas digitales "que permiten a los ciudadanos invertir en propuestas de la economía real", como la ayuda a pequeños emprendedores que se proponen generar sus propios ingresos y, si logran expandirse, también los de familiares y vecinos.
Emprender y dar soluciones
Jerónimo Batista Bucher y Tatiana Lustig Da Silva, de La Alternativa Verde (vasos biodegradables) y de Guía Egreso (para quienes vivieron en hogares) fueron reconocidos por Propulsar como emprendedores jóvenes. Y Jésica Rodríguez, por Luminart (servicios de impresión), recibió una mención especial
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