Cuatro economistas de la oposición afirman que se agotó el modelo K
Creen que lo refleja la suba de retenciones, y advierten que habrá desaceleración
¿Por qué el Gobierno metió su mano otra vez en el bolsillo del productor agropecuario, pese a contar con superávit fiscal y US$ 50.000 millones de reservas? ¿Responde a la necesidad de acumular recursos o es que el modelo económico kirchnerista comienza a mostrar síntomas de agotamiento?
El conflicto entre la Casa Rosada y el campo instaló, como nunca antes en la sociedad, el debate sobre cómo el Estado asigna los recursos públicos. Cuatro economistas referentes de la oposición, consultados por LA NACION, coinciden en que la suba de las retenciones sobre la exportación de soja dispuesta por el Gobierno tuvo un motivo puramente fiscalista, con el propósito de asegurarse un "colchón" de recursos que le permita afrontar compromisos cada vez más abultados y urgentes. Advierten, además, que si no se introducen retoques al modelo, pronto se evidenciará una desaceleración de la economía, si es que esa tendencia no ha comenzado ya.
Pedro Lacoste, integrante del equipo económico de Elisa Carrió (Coalición Cívica); Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central; Jorge Sarghini, diputado y secretario de Hacienda en la gestión del ex presidente Eduardo Duhalde, y Claudio Lozano, diputado y referente económico de la CTA, encienden una luz amarilla.
¿Cuáles son los compromisos y los problemas más acuciantes que debe afrontar el Gobierno que justificarían el aumento de las retenciones? Cada uno con sus matices, los economistas lo sintetizan así:
- Gasto público: aumentó en febrero un 39,8% respecto del mismo mes del año pasado. Buena parte de ese gasto corresponde a una fuerte suba en subsidios. Otra tajada importante se llevará la importación de combustible por la crisis energética.
- Deuda pública: este año vencen amortizaciones de la deuda pública por US$ 11.200 millones e intereses por otros 4200 millones. El calendario de pagos del año próximo será aún más pesado.
- Inflación: se estima que superará el 25 por ciento anual este año.
- Provincias: algunas, como Buenos Aires y Córdoba, atraviesan situaciones fiscales delicadas.
- Crisis financiera internacional: es impredecible qué impacto tendrá en el país, pero un síntoma de preocupación del Gobierno es que ya gestiona ayuda financiera al BID por US$ 8000 millones para "blindar" la gestión.
"Con la suba de las retenciones a la soja el Gobierno busca dos cosas:asegurar la «caja» para continuar disciplinando a gobernadores e intendentes y preparar un colchón frente a un posible agravamiento de la crisis financiera internacional. Hoy, el Gobierno no puede acudir a los mercados financieros por la suba de la inflación, que aleja a los inversores de largo plazo, y a una manipulación de los índices de precios que torna poco creíbles los títulos indexados. Esto obliga al Gobierno a endeudarse mal y caro", sostuvo Lacoste.
"Inconsistencias"
Para González Fraga, esta dificultad de financiarse en los mercados es lo que obliga al Gobierno a prever un superávit del 4% del PBI, para así poder afrontar los compromisos de la deuda con recursos propios. "Es un objetivo razonable, aunque para llegar a ese 4% de superávit se apela al atajo de aplicar retenciones móviles (que, además, no dan los resultados esperados por la baja que hoy experimentan las commodities), en lugar de reducir el gasto y ajustar tarifas", opinó.
"Este modelo acumula inconsistencias que deben resolverse: inflación creciente, aumento del gasto público, endeudamiento de las provincias y caída de la tasa de inversión, entre otras cosas -enfatizó Sarghini-. El Gobierno debe dejar el piloto automático y retomar el uso de la política económica para hacer retoques al modelo, porque de lo contrario se acentuará la desaceleración de la economía, que, creemos, ya comenzó."
"El modelo económico da muestras de agotamiento desde 2005, con la suba de la inflación", coincide Lacoste.
Lozano también coincide. "El Gobierno es socio del modelo sojero: fija retenciones que le son esenciales no tanto para impedir la suba de los alimentos en el mercado doméstico, sino para garantizar un frondoso superávit que destinará al pago de la deuda, a la compra de divisas para sostener el dólar alto y a subsidios a sectores privados -afirma-. El Gobierno no tiene problemas fiscales; lo que pretende es acolchonarse frente a la coyuntura internacional y contar con recursos propios ante la imposibilidad de financiarse en el mercado. Apela a medidas fiscalistas coyunturales en lugar de alentar la inversión suficiente que le permita frenar la inflación y garantizar el crecimiento."
Lozano cree que la economía ya muestra síntomas de desaceleración. González Fraga no tiene ese diagnóstico, pero encendió una luz amarilla para el mediano plazo. Sarghini, gestor del modelo junto con Roberto Lavagna en 2002, enfatizó que todavía hay tiempo para efectuar correcciones. "Hay que gestionar el modelo, no debilitarlo", dice.
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