Dell y EMC se unen para enfrentar el nuevo escenario tecnológico
En la novena mayor adquisición de todos los tiempos y la más grande de la industria informática, el fabricante de computadoras y servidores Dell comprará al gigante del almacenamiento EMC en 67.000 millones de dólares, con el respaldo financiero de Silver Lake Partners, la misma que operó en la compra del paquete de acciones de Dell Inc. en 2013. Se pagarán 33,15 dólares por cada acción, 24,05 en efectivo y el resto mediante un seguimiento de ganancias de las acciones de VMWare, la subsidiaria de EMC que seguirá cotizando en Bolsa.
La unión de las dos compañías, que se aprobaría a mediados de 2016, creará un nuevo coloso tecnológico cuya meta es competir con HP -que también había estado en conversaciones para adquirir EMC- e IBM en el negocio de los servicios tecnológicos para corporaciones.
"La combinación de Dell y EMC proporciona una habilidad sin parangón para abordar las necesidades críticas de tecnología de la información, rápidamente cambiantes, de clientes pequeños y grandes", expresó EMC en un comunicado.
La movida, que sorprendió por su volumen, cargará a Michael Dell con una deuda enorme, que vendrá a sumarse a la que le dejó la compra apalancada que hizo en 2013 al retirar de la cotización su compañía.
A pesar de que la mayor parte de las empresas del sector vienen experimentando un proceso de fragmentación y reducción, el acuerdo de Dell y EMC tiene sentido, según fuentes de la industria, porque se espera que el mercado crezca en el sentido vertical. Es decir que el negocio orientado al consumidor final se mantendrá planchado o se achicará, mientras aumenta la demanda de data centers, computación en la nube y otros servicios por el estilo. Además, fuentes cercanas a EMC dijeron a LA NACION que la cultura de ambas compañías es muy semejante, por lo que no deberían atravesar las turbulencias que en su momento sacudieron a AOL y Time Warner y a HP y Compaq, entre otras.
La operación tiene proporciones épicas y llega en un momento en que ambas compañías enfrentan desafíos complejos, pero en el fondo se basa en la misma lógica que Michael Dell expuso al sacar a su empresa de la Bolsa. Más allá de las sinergias (léase, tecnologías de una y otra que se complementan) y los problemas (es decir, tecnologías de una y otra que vendrán a solaparse), el verdadero valor de esta unión es que le otorgará a la nueva corporación una mayor flexibilidad. Liberada de las presiones bursátiles, el nuevo megamatrimonio tecnológico debería estar en condiciones de asumir los riesgos que el cambiante escenario tecnológico requiere.
O, al menos, así lo expresó hace dos años Dell -que había fundado la compañía que lleva su nombre en 1984 operando desde su dormitorio de la Universidad de Texas en Austin-, cuando adquirió las acciones de su empresa y la volvió a convertir en totalmente privada.
Ahora, sin embargo, este ejecutivo, que amasó su fortuna con las notebooks, PC y servidores, cree que la compañía que surgirá de la unión de Dell y EMC ya está en condiciones de crecer en lo que él considera que es el futuro del negocio: "Centros de cómputo basados en software, infraestructura convergente [es decir, diversos componentes incorporados en un sólo producto], servicios híbridos en la nube, movilidad y seguridad informática". El posible problema de este razonamiento es que las tecnologías antedichas no son el futuro, sino el presente. Quizá, para cuando la fusión se apruebe, el escenario vuelva a cambiar. Pero el optimismo de Michael Dell es comprensible, dado el monto astronómico de la operación.
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