Deuda eterna: una vez más, el país al borde del default
La Argentina se desendeudó en estos años, pero la falta de ingreso de divisas para financiar los vencimientos provocó una dependenciade los pagos al contado
Tan difícil de entender es esta Argentina del siglo XXI que desorienta. Unos, voceros del Gobierno, no dejan de llamar a la "década ganada" como los años del crecimiento y el desendeudamiento. Otros, los políticos de la oposición, ponen en duda lo primero y niegan lo segundo. Como casi siempre, hay verdades de los dos lados de la vereda. Ahora bien, ¿qué pasó en estos años en los que se hizo una bandera del desendeudamiento? ¿Cómo se llegó a esta situación en la que un fallo de US$ 1300 millones pone en jaque a la economía ? ¿Cuánto y a quién se debe dinero?
Éstas y decenas de preguntas más se escucharon en la semana después de que la Corte Suprema de Estados Unidos decidiera no tomar el planteo argentino y dejara firme el fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa, en el que condena al país a pagar a los fondos buitre .
El proceso que terminó el lunes se empezó a gestar hace décadas. Tiene razón el Gobierno cuando dice que ellos no generaron la deuda que cayó en default en 2001, pero también le asiste la razón a la oposición cuando recuerda que las administraciones kirchneristas son responsables de una colosal deuda nueva que se ha tomado desde entonces. Los números muestran que en 2003 la deuda pública bruta era de US$ 191.000 millones; a fines del año pasado llegaba a 201.000 millones. Claro que aquella representaba alrededor de 130% del producto bruto interno (PBI) y ésta, 45,9 por ciento.
Cómo pesa tanto si es un porcentaje aceptable del producto argentino. Hay gran coincidencia en que el problema se suscita en la incapacidad que tuvo y tiene el Gobierno para atraer fondos para financiar la deuda. Acá no hay fiado, como se dice en el almacén del barrio. Es todo contado. Y cuando en el Banco Central no hay caja para afrontarlo, la cosa se complica. Y se complicó.
La historia moderna de la deuda empezó con el aplaudido default de fines de 2001. En enero de 2002, el dólar pasó de valer 1 peso a 3. "Como parte de la deuda era en moneda local cayó de 144,5 millones de dólares a 114,6 millones", dice un informe de Abeceb. Durante ese año se empezó a emitir deuda para compensar a los bancos y ayudarlos a devolver los depósitos. En diciembre de 2004, la deuda tocó un máximo de 191,3 millones de dólares. En 2005 se inició el canje que cerró en abril. "Para septiembre de 2005, la deuda se había reducido a US$ 125,4 millones. Desde entonces empezó a subir y superó actualmente [alrededor de US$ 200 millones] el nivel de 2004", dice el trabajo.
Sin embargo, el gran avance de estos años es el porcentaje del PBI que representa la deuda. Durante la década del noventa, la relación deuda/PBI estaba en el orden de 40%; sólo sobre 2001 se acercó a 50 por ciento. Luego, con la devaluación y el cambio de precios de la economía argentina, el PBI medido en dólares se desplomó y la deuda pasó a representar 151% de éste. Después del canje ese porcentaje bajó a alrededor de 40% y hoy ya llegó a 45%, similar a la década del 90. Otra de las mejoras es la calidad de la deuda. Mientras que antes era mayormente nominada en dólares y con acreedores privados, ahora hay mucha participación de deuda con otros organismos del Estado, lo que la hace menos exigible.
Pese a todo, los ahogos por los vencimientos no terminan. "En realidad, en términos de PBI los servicios de la deuda no pesan tanto. Los problemas son la escasez de divisas y la falta de fondos externos para el financiamiento. Normalmente, gran parte de los servicios de deuda son refinanciados con préstamos nuevos. Pero acá no y hay que afrontar la totalidad ya que no hay nuevos fondos", opina Sofía Devalle, economista del Iaraf.
Guido Sandleris, decano de la Escuela de Negocios de la UTDT, coincide: "El nivel y los vencimientos de deuda son relativamente bajos en términos del PBI. Especialmente comparado con otras épocas y otros países. El problema es que este gobierno fue incapaz de atraer capitales privados para la economía y tampoco ha podido endeudarse. Eso, sumado a política cambiaria y monetaria inconsistente, hace que pagos de deuda tengan un impacto relevante en las reservas".
Justamente este diagnóstico es compartido por la mayoría de los consultados. El economista Nicolás Dujovne dice que la deuda pesa porque no se renuevan los vencimientos de capital en el mercado, como hacen todos los países del mundo. "La Argentina los paga con reservas. Y ya no le quedan más. Típicamente los intereses se pagan con superávit primario y el capital se renueva colocando deuda", sostiene.
"El servicio de la deuda no pesa tanto; de hecho, ésa es una de las razones por las que el Gobierno pudo pagar la deuda a pesar de no tener acceso al refinanciamiento -dice Eduardo Levy Yeyati, director de la consultora Elypsis y también del Cippec-. Los únicos pagos importantes son los cupones asociados al PBI, a mi juicio, el mayor error del canje de 2005, y el Boden 15, colocado por Kirchner a Hugo Chávez, cuando ya habíamos perdido acceso al mercado, con una tasa muy alta (15%) y un plazo muy corto".
Pese a lo opinada y conversada que es la economía, en los temas referidos a los problemas de deuda existe casi una coincidencia total entre las varias fuentes consultadas. Levy Yeyati recuerda que la deuda externa pendiente (Ciadi, Repsol, Club de París, holdouts) se ha comenzado a documentar y que, como antes "quedaba fuera del Excel de Economía", reducía artificialmente el nivel de endeudamiento oficial. "De todos modos, aun incluyendo esta deuda pendiente, los montos son manejables; «pesan» sólo porque, al no poder refinanciar, hay que cancelar con nuestros ingresos y ahorros. Con acceso al mercado nadie hablaría de este tema", finaliza.
Fausto Spotorno es director de la consultora Orlando J. Ferreres. Agrega un tema más al debate. "Hay un engaño en la deuda (y en el déficit fiscal). Tanto la deuda ajustable por CER como el bono Discount, y el cuasi par, capitalizan (CER o intereses). Esto es, en lugar de pagarse intereses o CER se agrega a la deuda. En teoría esto se debería incorporar en el resultado fiscal porque es como si se emitiera nueva deuda para pagar el CER o los intereses. El problema de esto es que si bien mejora el flujo de caja al inicio, hace que la deuda crezca más rápidamente y lo mismo pasa con los pagos de intereses. De esta forma los vencimientos también van creciendo", dice.
Si bien la cuenta global de la deuda crece, hay algo que suaviza la suba: las acreencias que se tienen con el propio sector público. Aquí dentro, además, conviven dos noticias, una buena y una mala. La primera es que no se concibe a la Anses o al BCRA, por ejemplo, en una postura de exigencia de pago frente al Estado; la segunda es que estas operaciones terminan por desfinanciarse a largo plazo. "La deuda pública intrasector público representa una proporción muy elevada en la deuda pública. Sin embargo, los compromisos hacia los privados y hacia los organismos públicos parecen estar comprometidos más por cuentas públicas deficitarias y reservas cada vez más reducidas. En este sentido, tampoco ayuda la actividad económica, que se encuentra estancada desde hace meses", opina Eduardo Fracchia, Director del Área Economía del IAE.
Ahora bien, más allá de restarle importancia a la cuenta de la deuda que el Estado tiene con los suyos, hay un tema más sobre el que nadie discute y miles lo sufren: la deuda contingente que se acumula con los jubilados. Daniel Marx, director de Quantum Finanzas, estima que la deuda con los pasivos por juicios iniciados o por iniciarse llega a 28.200 millones de dólares y que el sistema previsional tiene con los jubilados futuros alrededor de otros 33.800 millones de dólares de deuda.
Nadie se asusta con el tamaño de la deuda. Todos creen que es pagable. Pero no al contado, como se acostumbró a hacer en la Argentina.
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