Diez prioridades en la agenda: temas que queman
Reservas, inflación, dólar, déficit fiscal y energía son algunos de los problemas que requieren la atención urgente de Kicillof y su equipo, según diez economistas
Jueves 21 de noviembre de 2013: "Hay provincias donde no hay gas de red y se paga una garrafa que está mucho más cara que lo que sale el gas de la red. Eso genera inequidades que son complicadas". La frase no partió de las filas de Sergio Massa. Fue pronunciada por el nuevo ministro de Economía, Axel Kicillof, en su primera charla con periodistas. Los dichos no sólo anticipan uno de los temas urgentes de su agenda -como lo es la revisión de la política energética y de los subsidios a las tarifas de servicios públicos, fuente de desigualdades sociales y desequilibrios fiscales-, sino que también deja en evidencia que el Gobierno intenta mostrarse renovado con funcionarios, como Kicillof, ideólogos y ejecutores de políticas que provocaron gran parte de los problemas sobre los que habrá que trabajar.
Escuchar algunas declaraciones tanto del ministro como del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, llevaría a concluir a un visitante desconocedor de la coyuntura argentina que el país está en el momento de estrenar un gobierno y no de un recambio de funcionarios que siguió a la derrota electoral y a la enfermedad y convalecencia de la presidenta Cristina Kirchner.
Con varios problemas en el escenario económico que cada vez son más difíciles de ocultar, se respira por estos días un nuevo aire cuando desde el poder se reconoce, con palabras y con actos, la necesidad de pensar y repensar medidas.
De las respuestas que 10 economistas dieron al ser consultados por LA NACION, surgieron 10 prioridades: frenar la caída de reservas, controlar la inflación, blanquear las estadísticas, revisar la política energética y los subsidios, establecer una política cambiaria, subsanar el déficit fiscal, crear empleos y prever cómo serán las paritarias 2014, atraer la inversión, impulsar las economías regionales y mejorar la competitividad.
"La pérdida de reservas , la elevada inflación, la huida de inversores externos y domésticos, el estancamiento de los depósitos en términos reales, la caída del empleo en el área metropolitana son todos indicios de un desajuste mayor y creciente de la economía", describe Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL, a modo de diagnóstico. ¿El riesgo de no actuar ante esas señales? "Una contracción importante del producto bruto interno", analiza. ¿El tratamiento recomendado? "No basta con dos o tres medidas aisladas -afirma-; se requiere de un programa económico, porque si no tendremos una sucesión de programas que tratarán de emparchar lo que el anterior descuidó."
Al ser un tema intrínsecamente vinculado a otros problemas de la economía, como el déficit fiscal y el tipo de cambio, la caída de las reservas del Banco Central es el aspecto mencionado con mayor frecuencia por los economistas a la hora de definir las prioridades de gestión. Y, por declaraciones recientes de funcionarios, es también un tema al tope de las preocupaciones oficiales. Sólo en la última semana huyeron de la cuenta US$ 872 millones y el saldo cerró en US$ 31.517 millones, US$ 11.773 millones menos que al finalizar 2012.
"Apremia el drenaje de reservas -señala el economista Ramiro Castiñeira, de Econométrica-. El déficit del turismo se convirtió en el principal demandante de dólares, por más de US$ 10.000 millones anuales, y ya es superior al déficit del sector energético, de US$ 6800 millones o al pago de la deuda pública, de US$ 5000 millones. El problema no es el turismo en sí, sino el retraso cambiario que lo alienta." El analista advierte que es preferible no buscar una solución en el desdoblamiento del tipo de cambio, porque eso es "un parche" que genera más problemas que soluciones. "Es posible que se anuncien medidas que impliquen mayores impuestos, cupos y recargos sobre el consumo con tarjetas en el exterior", considera.
Agustín D'Attellis, integrante de La graN maKro, sostiene que la ampliación de la oferta de divisas es tema para el corto plazo. En la opinión del economista, profesor de la UBA y kirchnerista, las restricciones tienen su origen en fenómenos estructurales, como la dependencia que tiene la industria de la importación de bienes de capital. "Esta situación, junto con limitantes del lado exportador, angosta el superávit externo -afirma-. Respecto de la política de desendeudamiento, el país presenta indicadores de solvencia de los más altos del mundo, lo que permite acceder a financiamiento de organismos multilaterales u otras fuentes a tasas muy convenientes." Esa entrada de divisas, agrega, "descomprimiría las expectativas negativas de corto plazo, generadas por la dinámica descendente de las reservas del Central".
Camilo Tiscornia, de C&T Asesores Económicos, afirma que el Estado debería conseguir financiamiento en moneda extranjera. Pero observa que se requiere una recomposición de las relaciones con la comunidad financiera. El restablecimiento de vínculos no sólo abarca al FMI como contraparte (dicho sea de paso, con ese organismo se trabaja en la elaboración de un nuevo índice de precios, cuestión vinculada al descrédito de la estadística del Indec), sino también con los holdouts y el Club de París.
Con la mirada dirigida fronteras adentro, Tiscornia destaca como fundamental el objetivo de mejorar el resultado fiscal. "Se reduciría la necesidad de financiamiento del Banco Central, sea por emisión monetaria o por uso de reservas", dice. Para ese objetivo se debería comenzar a ajustar las retrasadas tarifas de servicios.
Reducir el desequilibrio fiscal es prioritario, según considera Bour, para poder obtener financiamiento de los mercados a tasas sostenibles. El economista describe que este año el gasto público consolidado (Nación, provincias y municipios) llega a 47% del PBI. "La brecha de financiamiento, de 5% del producto, no se va a poder cerrar con mayor presión tributaria formal, aumentos del impuesto inflacionario [a menos que explote] o con el uso de los activos que quedan, como las reservas del Central o los fondos de pensión", advierte. De allí la necesidad de acceder a los mercados.
Además de mejorar el resultado de la balanza de divisas en materia de energía y turismo, y de la integración al mundo en materia financiera, Marcelo Capello, presidente del Ieral, apunta que, para solucionar la escasez de divisas, es clave mejorar la competitividad con la meta de una economía fuertemente exportadora.
"Es importante la definición sobre la necesidad de incrementar las reservas con recursos de distintas fuentes; la lectura sería que se abandona la idea de pagar deuda con reservas y que hay aproximación a los mercados externos", concluye, por su parte, Enrique Dentice, economista de la Universidad de San Martín.
En materia cambiaria, con una devaluación oficial que tiende a un nivel cercano a 30% anual sin que se llegue a solucionar problemas de competitividad, el dólar blue mantiene una brecha muy significativa con el legal, superior a 60%, signo de la incertidumbre y fuente de distorsiones.
En el tratamiento de ese tema, dice Hernán Lacunza, de Empiria Consultores, "no hay terapias indoloras". ¿Las posibilidades y sus efectos? "Una devaluación rápida convalida expectativas y puede impulsar inflación; más cepo aumenta la brecha con el dólar informal; un desdoblamiento del tipo de cambio tiene chance de morigerar la demanda, acotando el impacto inflacionario." Eso sí, aclara, ninguna medida sirve si se percibe como aislada y no como parte de un plan.
La restricción de divisas, la distorsión de precios y la inflación provocada por el déficit fiscal son, para Luis Secco, los problemas básicos. El economista, que dirige la consultora Perspectivas Económicas, considera que las declaraciones hechas hasta ahora por los funcionarios se centran en la cuestión cambiaria. "Se inclinarían por reducir la demanda de dólares para ciertos consumos y por aumentar la oferta a través de políticas procompetitividad y préstamos internacionales; pero ésas no serían soluciones de fondo", advierte. ¿La razón para pensar así? Según el analista, nada de eso puede compensar "el descalabro fiscal y monetario".
Respecto de intentos por reducir la demanda de dólares para consumo, Capitanich anunció el viernes que se enviará un proyecto de ley al Congreso para subir los impuestos a la compra de autos de alta gama, embarcaciones y aviones. La importación de ese tipo de bienes, al concretarse con el valor del dólar oficial, resulta insólitamente subsidiada.
Marina Dal Poggetto, directora del Estudio Bein, considera que se andará por ese camino, el de "encarecer ciertas importaciones, en un intento por moderar la demanda de divisas". La escasez de dólares, afirma, es un síntoma del retraso cambiario y se ve reflejada en la peculiar "corrida con cepo", que en cuatro días llevó al Central a vender casi US$ 550 millones para sostener la devaluación en la zona de 4% mensual".
La compra de bienes durables, como el caso de los autos, está alentada -más allá de la cuestión cambiaria- por la falta de opciones para la inversión de ahorros, dada la alta tasa de inflación. Éste es un tema que, para los economistas, debe estar claramente en la hoja de prioridades.
"El Gobierno deberá hacer su parte para convencer a los actores sociales de que la suba de precios tenderá a ralentizarse en los próximos meses", analiza Capello. Para semejante misión, agrega, debería disminuir la asistencia financiera del Banco Central al Tesoro, para normalizar la tasa de emisión monetaria.
Castiñeira puntualiza que este año el Central emitirá $ 85.000 millones para financiar al Tesoro. "Estos pesos el sector privado no los quiere y entonces terminan por alimentar el precio del dólar paralelo", advierte.
Una vez más aparece el desafío de equilibrar las cuentas fiscales, que hoy presentan un déficit de 3,6% del PBI, según Capello. El camino hacia un equilibrio, dice este economista, implica la contención del gasto en subsidios económicos, "que a septiembre crece al 55% anual y que representa un 5,4% del producto".
No será fácil lo que propone Capello: convencer a la sociedad de que, para reducir a mediano plazo la inflación, es necesario subir las tarifas de electricidad, gas y transporte.
Según cuantifica Lacunza, los subsidios en el sector energético y del transporte representan $ 130.000 millones, lo que explica el déficit fiscal y la emisión. "Estos subsidios generan ineficiencia (incentivan un mayor consumo por las tarifas baratas y desincentivan la inversión), están mal focalizados (llega a las clases medias y altas y no a los pobres, que dependen del gas en garrafas) y son poco federales", dice Lacunza.
Más allá del tema tarifario, está pendiente de resolución la crisis del sector energético, que requiere de ampliar la oferta. Dice Tiscornia: "Debe crearse un marco regulatorio adecuado para generar la inversión necesaria; esto involucra la fijación de criterios justos y previsibles para las tarifas".
Para Agustín Salvia, sociólogo y coordinador de la Encuesta de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), una prioridad de la gestión debe ser la actualización de tarifas con subsidios sociales, para evitar transferencias a sectores medios y altos. Salvia destaca la necesidad de un plan antiinflacionario para reducir la pobreza, además del diseño de un plan federal de desarrollo de las economías regionales y locales, con políticas de créditos, subsidios e incentivo al empleo. Tema, éste último, que está en la agenda oficial (ver aparte).
Dar dinamismo a la actividad productiva requerirá de medidas que apunten a la competitividad y que van más allá del tema cambiario. "La aceleración de la tasa de devaluación en el margen limita el atraso cambiario hacia adelante, pero difícilmente logre efectos reales sobre la competitividad de la economía", considera Dal Poggetto. Un intento, dice, para mejorar la variable, podría venir por el lado de menores retenciones para las economías regionales, una medida que podría financiarse con una reducción de los subsidios. El atraso del tipo de cambio tiene, justamente, un particular impacto en las economías regionales, según analiza Dentice.
Recomponer las instituciones de precios, las regulatorias y la comerciales es la tarea por hacer en el aspecto microeconómico, apunta Bour.
La tarea, agrega Secco, no será sencilla. "Tantos años de mala política económica no podrán borrarse como si nada hubiera pasado".
LA ECONOMÍA YA NO CREA PUESTOS DE EMPLEO
El miércoles pasado se conoció que, según el Indec, en el tercer trimestre del año el desempleo se ubicó en el 6,8% de la población activa. El índice se redujo, pero nada hay para festejar en el mercado laboral, porque esa caída sólo se explica por la cantidad de gente que dejó de buscar empleo. No se crearon fuentes de trabajo en el último año y en el área metropolitana, según advierte Juan Luis Bour, la ocupación cayó 1,5% en el tercer trimestre del año. Eso impone un tema de agenda.
"El empleo y los salarios son aspectos de amplia negociación entre sectores gremiales, empresariales y el Gobierno, para contener el deslizamiento de precios", afirma Enrique Dentice, economista de la Universidad de San Martín.
Para Hernán Lacunza, de Empiria, lograr acuerdos con empresarios y sindicatos en materia de política salarial debe ser el corolario de la fijación de metas dentro de un programa antiinflacionario que, como primeras medidas, contemple acciones a cargo del Gobierno (controlar el gasto y la emisión).
Dentro de esas tareas también podría considerarse el blanqueo de los índices, previo "recambio de los funcionarios del Indec, que debería ser un ente autártico e independiente", destaca Camilo Tiscornia.