Camino a octubre: las tres cosas de la economía que podrían empeorar antes de las elecciones
Este es un año clave para el Frente de Todos, que busca revalidar su poder en los comicios. El dólar, la inflación, el déficit fiscal y la pandemia pueden complicar las cosas antes de ir a las urnas.
Luego de un año donde la economía se vio golpeada por la pandemia de coronavirus, este 2021 asoma con las elecciones legislativas de octubre como gran desafío para el Gobierno. Las intenciones son ganar bancas en el Congreso, pero en la Argentina - y más en el escenario actual - hay factores determinantes que podrían jugarle en contra al oficialismo.
En los primeros meses del año el dólar se mantuvo relativamente en baja y las actividades económicas comenzaron a repuntar tras un año de cuarentena, pero todavía hay algunos elementos clave que comienzan a eclipsar el panorama. La inflación acelerada de los últimos tres meses y el temor de una segunda ola de coronavirus empezaron a encender las alarmas.
“Es paradójico. La economía no está en un buen momento, pero así y todo el Gobierno firmaría ir a las elecciones en estos términos, con un escenario de continuidad”, indicó Guido Lorenzo, director de la consultora LCG.
1. Dólar alto
“¿Qué puede salir mal para que el Gobierno pierda chances de revalidar lo que hizo en octubre 2019? El tipo de cambio”, coincidieron todos los economistas. Por el momento, la estrategia se aboca a una reducción de la brecha cambiaria. Pero, de acá a octubre, podrían no darse las condiciones.
“El único factor estabilizador de la economía en un país que no tiene reservas en el Banco Central (BCRA) y no puede colocar deuda en dólares en los mercados, es que se mantenga el ingreso en dólares provenientes del campo. Ahora, si el campo no liquida lo suficiente porque percibe incertidumbre fiscal, monetaria o política, la situación se complica y la brecha se dispara”, explicó Lorenzo.
Actualmente los números favorecen la calma. El dólar MEP, o “Bolsa”, cotiza a $144,71, el contado con liquidación (CCL), a $149,68, mientras que el dólar “solidario” posee el valor más alto del mercado, a $159,23.
Por su parte, el paralelo sigue estable en los $144, muy por debajo del récord que alcanzó en octubre del año pasado, cuando llegó a venderse a $195.
“Hoy todo se fundamenta con que el BCRA está comprando dólares, el cepo cambiario sigue fuerte y la cantidad de reservas está subiendo. Pero hay que tener en cuenta que cada vez que la economía argentina pega un salto fuerte, es porque se quedó sin reservas y ya no puede mantener la paridad del dólar. Ahí se descontrola todo”, agregó Pablo Lavigne, director de la consultora económica ABECEB.
2. Aumento del déficit fiscal
El año 2020 fue catastrófico para las cuentas del Estado. Ante un escenario de pandemia, muchos gastos imprevistos fueron a parar a la asistencia a empresas y los sectores más vulnerables de la sociedad (a través de herramientas como el IFE o el ATP), mientras que los ingresos se vieron afectados por la baja recaudación impositiva.
Ante tal escenario, en el balance de fin de año la Argentina cerró sus cuentas fiscales con un déficit de 6,5% sobre el producto, el valor más alto desde finales de la década de los ’90. ¿Y la diferencia entre gastos e ingresos? Se cubrió casi en su totalidad con emisión monetaria.
“Uno de los grandes riesgos que corre el Gobierno es si la política intenta tirar de la cuerda del déficit fiscal y la emisión monetaria más de la cuenta. Viene habiendo una corrección fiscal y monetaria más rápida de la que se pensaba que iba a haber en octubre y eso es muy positivo. Pero hay dudas de que eso realmente se pueda sostener en el tiempo, más en un año electoral”, apuntó Federico Furiase, economista del estudio EcoGo.
Las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y un ajuste tarifario gradual son algunos de los elementos que ponen en tela de juicio si el déficit fiscal se sostendrá a lo largo del año. Para los economistas, si esto no es así, se generará una “emisión monetaria más amplia de lo que puede absorber la economía, y le pasará factura al dólar financiero”.
3. Más inflación (y el bolsillo del elector vacío)
Una consecuencia inevitable que viene de la mano de los dos últimos puntos: una aceleración de la inflación. “Que se le corten los dólares al Banco Central, que la política genere déficit fiscal, una emisión monetaria más fuerte, o que se acabe el optimismo y vaya a presionar al dólar, son factores de riesgo porque aceleran la inflación”, resumió Furiase.
El Gobierno, según la Ley de Presupuesto, estima una suba generalizada de precios del orden del 29% para 2021. Sin embargo, durante los dos primeros meses del año el país ya acumuló una inflación del 7,8%, por lo que la meta pareciera estar lejos de completarse.
“Si se sigue perpetuando en esos niveles, del 3,5% o 4% mensual, se hará difícil convencer al público de que habrá una inflación razonable. Tengamos en cuenta que durante el primer trimestre del año se acumularían más de 12 puntos de inflación y, si sigue a este ritmo, acumularía más de un 25% en un semestre”, resaltó Lorenzo.
Finalmente, en este círculo que se retroalimenta, si los precios suben, pero el salario de los trabajadores no acompaña, las condiciones socioeconómicas de la población se verán afectadas. En definitiva, el bolsillo del elector se enflaquece y, con eso, su calidad de vida.
“Ahí entra en juego la capacidad que tiene el Gobierno, si no es vía salario o recuperación de ingresos, a través de políticas de redistribución, tratar de recomponer la situación de pobreza de la gente. Eso podría ser una dificultad. Hoy el piso de 40% de pobreza es bastante traumático; casi medio país es pobre”, se lamentó el director de la consultora LCG.
De acuerdo con la última Encuesta Permanente de Hogares del Indec, durante el primer semestre del año pasado la pobreza afectó al 40,9% de los argentinos. La cifra escaló cinco puntos y medio en 12 meses, ya que un año atrás el 35,4% de la ciudadanía se veía afectada.
Bonus: ¿y si hay una segunda ola de coronavirus?
A un año de que el Gobierno decretase el aislamiento social, preventivo y obligatorio el 20 de marzo de 2020, la pandemia todavía sigue acechando a pesar de la reactivación económica que comenzó a gestarse en los últimos meses.
Con la llegada del invierno y un mayor movimiento por parte de la sociedad, los casos de coronavirus volvieron a crecer y el temor de una segunda ola se volvió realidad. La pregunta que se abre es si el Ejecutivo nuevamente restringirá tantas actividades como el año anterior.
“Desde la economía, margen para cerrar todo no hay. Ese debate entre economía y salud, en donde había una especie de retórica, no estará presente este año. Si hay rebrote, se tratará de manejarlo para que no ahogue tanto a la economía en general, con medidas focalizadas. 2020 fue un año muy traumático, que dejó secuelas como la pobreza. Antes se podía levantar la bandera de la salud de cara a la elección, pero después de lo que sucedió con las vacunas y la salida de Ginés González García, ese argumento se vio tambalear”, consideró Lorenzo.
De todas formas, una segunda ola generaría que la economía se cierre parcialmente sola. El temor de contraer la enfermedad, haría que parte de la sociedad que hoy circula, deje de hacerlo. Incluso, las oficinas que hoy trabajan presencialmente podrían pedirle a sus empleados que vuelvan a la modalidad de teletrabajo.
“Dada la cercanía de las elecciones, cerrar todo es tirarse un tiro en los pies. El Gobierno lo va a querer evitar. Pero Italia y España tampoco tenían margen y tuvieron que hacerlo. Parece que no vamos a poder zafar. Y empezamos de nuevo: sube el gasto público de vuelta, más déficit fiscal. La economía está muy resentida. Un golpe fuerte como una segunda ola, puede devastar la economía”, finalizó Lavigne.
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