Jugada. El BCRA no pudo comprar reservas y permitió que el peso se siga devaluando
Dejó deslizar algo más el dólar, que tocó $ 8,08, para tentar a exportadores a vender; el paralelo pegó un salto y llegó a $ 10,97
La racha de intervenciones de compra del Banco Central (BCRA), que desde fines de marzo le permitió oxigenar sus reservas y dejar temporalmente en el olvido los días de tensión, se cortó ayer tras 30 ruedas consecutivas al cabo de una jornada cambiaria volátil en la que la entidad convalidó otra leve depreciación del peso.
Lo hizo para evitar recaer en retraso cambiario tras haber mantenido congelado el tipo de cambio por más de 100 días, pero, por sobre todo, con la expectativa de tentar a los exportadores para que le vendan sus divisas de manera de dar con un flujo de ingresos que permita aliviar las restricciones en las ventas a los importadores.
En el Gobierno parecen haber comprobado en los últimos días que parte de la parálisis productiva, que se hizo visible en las últimas semanas por los anuncios de suspensiones de personal en empresas, deriva de la falta de insumos que provienen del exterior y son un componente esencial de la cadena productiva local.
Al cabo de esas 30 jornadas, el BCRA adquirió en el mercado US$ 3525 millones promediando un saldo a favor diario de US$ 177,50 millones (aunque hubo ruedas con ingresos por más de US$ 300 millones). Esto le permitió hacer crecer su golpeado stock de reservas en US$ 1261 millones (+4,6%), al pasar de US$ 27.110 millones a los US$ 28.371 declarados anoche.
Pero la onda verde se cortó ayer en una rueda movida que tuvo como condimento extra el paro parcial en la actividad bancaria y, contra lo acostumbrado en los últimos meses, registró varias operaciones en horas tempranas. El BCRA se mantuvo al margen de los negocios hasta que el precio mayorista, que había cerrado anteayer a $ 8,0360, tocó los $ 8,0630.
En ese instante, una orden de venta, que en plaza atribuyeron al Banco Nación, lo reacomodó a la baja. Así cerraría en $ 8,0540 (estaba a $ 8,002 hace una semana), luego de que el cambio de tendencia hiciera aparecer ventas de exportadores que, en los últimos días (y con el regreso de las minidevaluaciones), se mostraban más renuentes a liquidar. "Hasta la semana pasada, las liquidaciones sojeras promediaron los US$ 190 millones/día y esta semana habían caído debajo de los US$ 140 millones", confió un operador ayer.
Los operadores no pasaron por alto tampoco que el BCRA no fijó precios en el mercado de futuros de dólar, que volvió a acomodar sus precios al alza cerrando a $ 8,1470 para fin de mes y $ 8,34 para fin de junio, sobre la idea de que la receta de minidevaluaciones se produndizará de aquí en más. Son precios que significan tasas del 32 al 34% nominal anual, según los plazos, más elevadas que las que se validan por colocaciones en pesos. La cotización minorista tocó los $ 8,08, con un alza de cinco centavos en la semana y tras siete semanas quieta.
Todo fortalece la idea de que el Gobierno se recostó sobre el ingreso de divisas de la soja para estabilizar al dólar en un nuevo nivel y usarlo como ancla para desacelerar la inflación. Claro que, de allí en más, buscaría que ésta converja con el ritmo de ajuste en el tipo de cambio y las tasas de interés, para evitar otra corrida.
La jornada de ayer sirvió además para confirmar la tendencia al despegue que vuelve a mostrar el dólar paralelo, que terminó el día vendiéndose a $ 10,97, su mayor precio en dos meses, con lo que estiró al 36% su brecha con el oficial y volvió a colocarse más caro que el dólar tarjeta (a $ 10,89).
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