El Gobierno le dio de baja el acuerdo de precios con las petroleras y confía en que la competencia contenga las subas
La devaluación del peso , que recrudeció en mayo y continuó en las semanas siguientes, llevó al exministro de Energía Juan José Aranguren a promover un acuerdo con las petroleras para moderar los aumentos en los surtidores a partir de subas escalonadas que se distribuirían a lo largo de los meses siguientes. Pero su sucesor, Javier Iguacel , dio marcha atrás con esa decisión poco después de su llegada al cargo, a mediados de junio, y les confirmó a las empresas que los precios de las naftas y el gasoil en la Argentina son libres.
En otros términos: desde la mirada del Gobierno, empresas como YPF , Axion y Shell pueden poner el valor que quieran en las pizarras.
Iguacel les comunicó personalmente la decisión a los presidentes de YPF (Miguel Gutiérrez, con quien se reunió ayer por la tarde), de Shell (Teófilo Lacroze, el sucesor de Aranguren al mando de esa empresa) y a ejecutivos de Axion, una firma de la familia Bulgheroni, la china Cnooc y la británica BP. De esa manera busca saldar un objetivo doblemente ambicioso: contener la suba de precios, impulsada principalmente por la devaluación y el encarecimiento del petróleo, y contrarrestar las primeras señales de problemas en el suministro que se registraron en algunas provincias.
A diferencia del acuerdo promovido por Aranguren, difundido públicamente, en esta ocasión Energía no comunicó el cambio formalmente. El golpe de timón de Iguacel apunta a saldar el atolladero que le provoca a la Casa Rosada el negocio de los combustible s de una manera distinta a la que hasta hace algunas semanas promovían la cartera que ahora conduce y la propia Jefatura de Gabinete, donde sigue el tema Gustavo Lopetegui, uno de los viceministros de Marcos Peña.
Un 80% de los costos de las naftas y el gasoil deriva del petróleo, su principal materia prima, que si bien se produce principalmente en el país se comercializa en dólares. Eso implica que las petroleras necesitan más pesos para hacer frente a la misma cantidad de producto por la que antes destinaban menos billetes.
Para la Federación de Expendedores de Combustibles y Afines del Centro de la República (Fecac), el atraso en los precios de los combustibles es de 23,4% en la nafta súper y de 25,4% en la premium. En otros términos, eso es lo que deberían aumentar los combustibles para equiparar la situación con épocas anteriores del negocio.
Tras el acuerdo entre el Gobierno y las petroleras, cámaras sectoriales, algunos clientes y dueños de bocas de expendio sostuvieron que las empresas les aplicaron restricciones a la compra de combustibles. Esa imagen no llegó a la Capital y el Gran Buenos Aires, pero sí a algunas provincias como Córdoba, La Pampa, Santa Fe y Misiones.
Explican esa situación por la restricción en los precios. Es una escena que describen los economistas: cuando la restricción en los valores desestimula la producción, comienzan los faltantes. Por eso Iguacel tomó un camino distinto: que las empresas pongan los precios que quieran. Cree que la amenaza de perder mercado hará más por los consumidores que los acuerdos sectoriales.
"Lo que está pasando es que algunas empresas se acostumbraron a un sistema y a un método, y no quieren competir. No hay ninguna razón para que falte combustible. Un poco parecería que está pasando eso. Creo y confío en que 40 millones de argentinos eligiendo dónde comprar al mejor precio van a ser más eficientes. No hay ninguna restricción. Hay libre mercado", dijo ayer el ministro en declaraciones radiales.
Los dueños de estaciones de servicio tienen una mirada distinta. "El ministro dice que hay pleno abastecimiento. Es posible que así lo piense, pero, ¿a quién le preguntó? ¿A las petroleras? Si nos preguntan a nosotros le vamos a contar que hay cupos", explicó Gabriel Bornoroni, titular de Fecac. Entre el miércoles y el jueves de la semana próxima esperan encontrarse con Iguacel para comentárselo.
El rol de YPF
La anunciada liberación de los precios encierra, al mismo tiempo, algunas dudas del sector petrolero que solo el tiempo puede resolver. YPF tiene más del 50% del mercado de combustibles, de manera que define el equilibrio sectorial. El control de la compañía está en manos del Estado, que tiene el 51% de su paquete accionario.
Hasta ahora, el Gobierno defendió la independencia de YPF, que se maneja por las reglas del sector privado, de cuya extracción es el restante 49% del capital social.
Antes del acuerdo de precios, algunas de las competidoras de la empresa estatal notaron movimientos extraños en los surtidores. Luego de un aumento de Axion y Shell, el mercado esperaba una decisión similar por parte de YPF, pero la compañía bajo control estatal demoró las subas, hasta tal punto que al menos una de esas empresas debió dar marcha atrás parcial con las remarcaciones. Si esa práctica se extiende, podría convertirse en un modo artificial de contener los aumentos, aunque lastimaría los estados contables de la mayor empresa del país y sería posiblemente muy cuestionada por el mercado. Ayer por la tarde, el ejecutivo de una de sus competidoras lamentaba que la empresa estuviera vendiendo a precios que consideraba muy bajos.
Fuentes cercanas a YPF sostuvieron que actúan de manera responsable y que su intención es recuperar el precio de los combustibles en lo que resta del año. "Vamos a tener especial foco en los consumidores manejando la política de precios con libertad, pero también con mucha responsabilidad, explicaron.
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