Esto no tiene por qué terminar en una crisis
Comenzó como una crisis, pero no necesariamente tiene que terminar igual. El pedido de crédito al Fondo Monetario Internacional (FMI) se tiene que usar como oxígeno de renovación, para hacer un cambio de plan, con una mayor autoridad fiscal y con un equipo nuevo que vuelva a imprimir confianza.
Pero a pesar de esto, es importante mandar un mensaje de tranquilidad a la sociedad argentina, ya que la noto demasiado histérica. Esta bala de oro del FMI no se puede desperdiciar.
La torpeza del Gobierno de los últimos 15 días no la he visto en los últimos veinte años; es inacción absoluta. En su momento, le supliqué al presidente Mauricio Macri que tomara decisiones antes de la apertura de los mercados.
Todo esto arrancó porque Wall Street empezó a vender activos argentinos. El mensaje implícito era que así como está el sendero fiscal no convergíamos. Tenemos que gastar menos. El Gobierno está llevando adelante un gradualismo tan lento que hasta dejó de ser gradualista. Estamos en una situación crítica y en estos momentos hay que tomar decisiones críticas, si no se torna inmanejable.
Lamentablemente, en una crisis así hay perdedores y el Gobierno tiene que minimizar las pérdidas. Así fue como apareció de la nada el FMI, que va a pedir un ajuste, pero también va a brindar una contención. Por lo tanto, esta locura de crisis de confianza probablemente se calme el martes con la renovación de las Lebac.
Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que la contención no va a ser libre de costos. Va a venir con un paquete clásico del Fondo, como el probable pedido de dejar correr al dólar. Esa devaluación, a su vez, va a licuar un montón de problemas, como ya lo hizo, que solucionó problemas que el Gobierno no se animó a resolver con un ajuste fiscal ortodoxo. Fue el mercado el que obligó al ajuste.
El miércoles que viene, luego del vencimiento de las letras del Banco Central (BCRA) y con el FMI como garantía, empieza un nuevo esquema. Me permito sugerirle al Presidente, respetuosamente, que a partir de ese momento cambie a todo el equipo económico actual, ya que no está en condiciones de manejar esta nueva etapa porque perdió credibilidad. Quedó muy dañado a nivel político y de imagen, sobre todo el presidente del Banco Central. Se equivocaron demasiado. Lamentablemente, este país es una trituradora de funcionarios públicos.
La mayor torpeza fue la del 28 de diciembre pasado, cuando se decidió destruir la credibilidad del Banco Central. Estamos pagando muy caro ese error, que en ese momento se subestimó. En un país emergente tan endeudado como la Argentina es muy importante que el mercado internacional perciba que hay una entidad monetaria con poder para mantener el valor del peso. Claramente el mercado no lo leyó así. No se dieron cuenta de cambiar y volantear rápido y así llegamos al momento actual.
Luego estuvo lo del impuesto a la renta financiera, que lo único que hizo fue generar incertidumbre afuera y le pegó a la tasa de interés local en el peor momento. Además el silencio oficial exacerbó esto y eso generó más ansiedad.
Tiene que haber una comunicación jugada, audaz, los anuncios se tienen que dar antes.
Ahora, una buena noticia es tener al Fondo; otra, que el ajuste ya ocurrió porque claramente la devaluación no fue global. Claro que con el Fondo vendrán un tipo de cambio más alto, la necesidad de un sendero fiscal más agresivo y de cuidar reservas. El FMI presta pero controla, nos encauzará en un sendero fiscal para evitar un default en un par de años.
El autor es economista
Germán Fermo
Más leídas
Abusos, denuncias y un suicidio. Un reconocido periodista de Rosario contó en vivo el drama familiar que sufrió por años
Foro Llao Llao. Los tres emprendedores que fascinaron a Galperin
"Ahora fingen demencia”. Di Tullio desmintió a los senadores que niegan haber aprobado la suba de sus sueldos y dio detalles de la votación