La prioridad es generar confianza y lograr estabilidad cambiaria
Apartir de las elecciones PASO del 11 de agosto, el mercado financiero argentino inició un derrumbe que pareciera no tener fin. En efecto, los inversores -tanto domésticos como extranjeros- reaccionaron ante la negativa sorpresa del resultado eleccionario tal cual indican los libros de texto: debido a la incertidumbre, aumentaron fuertemente su aversión al riesgo, desprendiéndose de sus tenencias más riesgosas (activos financieros argentinos), buscando un refugio de seguridad mayormente en dólares.
En nuestro país, donde no existe la moneda como instrumento de ahorro, culturalmente el termómetro de las crisis siempre ha sido el valor de la moneda de Estados Unidos. Claramente, entonces, la condición necesaria para encauzar el actual escenario de desequilibrio es lograr la estabilidad cambiaria. Para ello, las herramientas clásicas son una importante suba de la tasa de interés en pesos, una fuerte restricción monetaria y un claro mensaje del Banco Central en el sentido de que hará todo lo que sea necesario para lograr la estabilidad.
Necesariamente, todo este herramental debe ir acompañado por la confianza del mercado. A este respecto, la teoría y la experiencia indican que -una vez iniciada la crisis- la autoridad monetaria debe actuar de inmediato desplegando en simultáneo todas las medidas necesarias a manera de shock. Caso contrario, las posibilidades de cortar el círculo vicioso peso/dólar cada vez son menores.
¿Qué sucedió a partir del domingo 11 de agosto? Se pueden distinguir tres etapas. La primera, conducida por el ministro Nicolás Dujovne, se inicia a partir de la "sorpresa" con una fuerte corrida cambiaria, acompañada por una severa falta de confianza y una lenta reacción del BCRA. La segunda, a partir de la designación, el lunes 19, del nuevo ministro Hernán Lacunza, el cual correctamente definió la estabilidad cambiaria como prioridad y recuperó algo de confianza, logrando, entonces, una relativa calma.
Lamentablemente, solo se trató de una ráfaga, que se desvaneció el lunes pasado a partir de las lamentables -y quizás intencionadas- declaraciones de Alberto Fernández, dando lugar a una nueva etapa de inestabilidad.
La conclusión es clara: sin confianza, la estabilidad cambiaria -condición necesaria para encauzar la crisis- es prácticamente imposible de alcanzar.
¿Será posible lograrla? La respuesta debe buscarse tanto en la oposición como en las autoridades. Respecto de la primera, sería de vital importancia que los candidatos a la presidencia evitaran en el futuro declaraciones que, dada la sensibilidad actual, solo lograrían agravar la coyuntura. Dicho de otra manera, como estadistas debieran perseguir el objetivo común de salir del actual y grave escenario y no buscar meras ventajas electorales.
Salir de la inercia
En simultáneo, sería necesario que las actuales autoridades salieran de la inercia de las medidas ortodoxas tomadas (suba de tasa de interés, restricción monetaria e intervenciones diarias en el mercado de cambios), las cuales a la fecha claramente no han cumplido su objetivo de lograr la tan necesaria estabilidad cambiaria.
Al respecto, las medidas anunciadas ayer sin duda van en ese sentido: disminuir la incertidumbre del cumplimiento de las obligaciones de corto plazo (Lete y Lecap), mejorar el perfil de vencimientos de mediano plazo respetando moneda y tasa de interés e iniciar conversaciones con el FMI para reperfilar los vencimientos de su préstamo. También ha sido positivo el respaldo dado por el FMI a través de un comunicado, que señaló que "las autoridades han tomado pasos importantes para hacer frente a las necesidades de liquidez y para salvaguardar las reservas".
¿Cómo reaccionarán los mercados? Luego de varios intentos de "prueba y error", pareciera que, por fin, han comenzado a completarse las medidas que conduzcan a lograr la estabilidad cambiaria. El éxito de estas dependerá no solo de su bondad técnica, sino también de que permitan disminuir sensiblemente la incertidumbre. Si, tal como creemos, este fuera el caso, es de esperar una reacción positiva de los mercados; la cual, para ser estable, debiera ir acompañada del necesario apoyo político.
Economista de Fimades
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