Semana de volatilidad y cambio de tendencia
La tensión entre las tasas de interés y el movimiento del dólar en el mercado local configuró un escenario de volatilidad durante la semana que tuvo mayores vaivenes para los mercados financieros en lo que va de 2019.
La veloz suba del tipo de cambio, que desafió los máximos históricos alcanzados en los días más complicados de la corrida del año pasado, dejó en evidencia que, al menos en el corto plazo, la baja de tasas ensayada por el Banco Central durante la primera semana de febrero había encontrado un piso y que, para contener el apetito dolarizador en meses con precios que suben bien por encima de las expectativas iniciales, el mercado exige más.
"Lo que se vio fue que la baja de tasas del Central en el último mes, de 59,5% a 43,5%, mientras el organismo compró US$980 millones y expandió por $37.000 millones, fue demasiado rápida, sobre todo teniendo en cuenta que el dato de inflación de enero (2,9%) fue peor de lo esperado y que para febrero estimamos un índice de 3,7%. Eso generó una percepción entre los inversores de que se fue achicando el colchón de tasa real de los instrumentos en pesos, como plazos fijos y Lecap, y eso generó mayor presión cambiaria y rotación de activos nominados en moneda local a otros dolarizados", explica Federico Furiase, economista jefe de Eco Go.
Con un salto cambiario que llegó a casi un 3% solo el miércoles, el Banco Central reaccionó elevando el rendimiento de sus Leliq -llegó a 49,5%- y ratificó el sobrecumplimiento de las metas del programa monetario, al retirar más pesos de lo previsto en su colocación de letras.
De esta forma, y con intervención sobre el mercado de futuros, logró hacer retroceder al dólar, que cayó a $40,21 en el cierre del miércoles, luego de llegar a máximos de $41,40.
"Lo que más preocupó no fue la suba. De hecho, la banda cambiaria tiene tendencia ascendente y busca que el tipo de cambio suba para evitar que se atrase frente a la inflación. Lo que puso nervioso al mercado y al BCRA fue la velocidad con la cual se dio esa suba", añade el analista financiero Christian Buteler.
El cambio de signo en el movimiento de las tasas, que el viernes completó su sexta jornada consecutiva en alza, mostró que para el BCRA es prioridad evitar en el corto plazo grandes sobresaltos del dólar, que tras la baja de las últimas ruedas se mantiene apenas 63 centavos (1,6%) arriba del piso de la zona de libre flotación. Aunque eso implique elevar el costo del financiamiento y profundizar las consecuencias negativas sobre la producción, el empleo y el consumo, como lo muestran la caída de 41% interanual en la importación de bienes de capital que informó el Indec (dato de enero) o la baja de 8,5% del nivel de actividad industrial relevada por FIEL para el mismo mes.
"Esta volatilidad es parte del programa monetario que se concentra en controlar agregados monetarios, dejando que el resto de las variables nominales, como la tasa y el tipo de cambio, absorban los distintos shocks a los cuales se enfrenta la economía", apunta Gabriel Zelpo, economista jefe de Elypsis, en referencia a las expectativas de inflación de febrero -que se ubicaría por encima del 3,5%, según estimaciones- o el fallo adverso al Gobierno por la coparticipación y el pago de $15.000 millones a San Luis.
De esta forma, el nuevo escenario prefigura para los próximos meses nuevos vaivenes en variables como las tasas de interés o el tipo de cambio.
Una sintonía fina difícil de equilibrar entre las expectativas financieras y políticas, el movimiento de los precios y la evolución de una economía aún en terapia intensiva que tiene al BCRA en el centro de la escena.
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