Subas que impulsan una mayor inflación para el año próximo
A los golpes, el Gobierno entendió que la posibilidad de que Mauricio Macri logre la reelección tiene una condición necesaria: la estabilidad del dólar y la baja de la inflación. Alzas salariales y las subas de tarifas anunciadas ayer, que le ganarán al nivel general de precios previsto, impulsarían una inflación en 2019 en torno al 30%, por encima del cálculo oficial.
Pero el dólar se volverá un ancla frágil para la inflación en un mundo inestable para los países emergentes y que -pese a las presiones de Donald Trump sobre la Fed- espera dos alzas de tasas en Estados Unidos. Además, la divisa subirá 2% anual en el mes, empujada por el piso de la banda de no intervención fijada por el Banco Central con acuerdo del FMI. Así será hasta marzo. Hoy está cerca del piso de esa zona en la que el BCRA no licitará reservas. Traducido: en un marco electoral en el que el Gobierno polariza con Cristina Kirchner, esa moneda tiene 30% para subir. No es nuevo que en tiempos de elecciones -e incertidumbre implícita- los inversores se cubren.
Las elevadas tasas de interés serán las compuertas para contener el dólar. Su contrapartida: una recuperación más lenta que continuará comprimiendo los márgenes empresariales y evitando el traslado a precios de los aumentos de costos. Algunos analistas leen de esta manera los casi 70.000 trabajadores asalariados menos en octubre que el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) informó anteayer. En ese escenario, será el mercado laboral el que comience a crujir.
Sin embargo, otros creen que la rentabilidad sufrió mucho en 2018 y los aumentos de salarios de fin de año, sumados a los adelantos de paritarias de 2019 -con una recomposición en el año que se estima en torno al 35%- les darán margen a las empresas para recuperar rentabilidad. Difícil.
Esta opción tendrá que convivir con una política del BCRA que seguirá aspirando pesos agresivamente. Los pocos pesos que queden deberán alcanzar para pagar tarifas de servicios públicos -con alzas de 40% promedio- que aumentan su participación en la canasta de gastos de las familias argentinas.
Según analistas privados, los aumentos de gas, luz, agua, colectivos, trenes y subtes le suman al índice de precios al consumidor (IPC) del año que viene 4,2 puntos porcentuales. ¿El objetivo de anunciarlos esta semana? Son varios. En primer lugar, como hicieron muchos gobiernos anteriores, las semanas de las Fiestas tienen siempre lectores menos atentos y más relajados. El segundo es una curiosidad o un aprendizaje: informar todos los aumentos juntos es una reivindicación del método de shock, a pesar de que el oficialismo aplica las subas en tramos, como pidió la Corte Suprema de Justicia.
La tercera causa va más al hueso. La única manera de llegar al déficit fiscal primario cero que el Gobierno le prometió al FMI para 2019 es hacer el ajuste tarifario bien temprano en el año. "Será importante resistir las presiones de mantener los subsidios a la energía e incrementar los salarios", escribió el equipo del Fondo en su staff report para la segunda revisión del acuerdo stand-by.
"La reducción de los subsidios a la energía sigue siendo un componente importante del reequilibrio fiscal", explicó el organismo, y siguió: "El presupuesto 2019 prevé una reducción de los subsidios a la electricidad al aumentar las tarifas al 90% de los costos de producción a fines de 2019". La reducción de subsidios anunciada ayer cubriría solo el 75% de ese aumento de costos.
Efecto devaluación
El organismo que conduce Christine Lagarde remarcó además que el Ministerio de Hacienda -del que depende ahora Javier Iguacel- deberá aplicar un marco regulatorio para "traspasar los efectos de la depreciación del peso a los consumidores de electricidad y gas". El Fondo estimó que la decisión este año de evitar ese traspaso derivará en un costo adicional del 0,1% del producto.
El reclamo del FMI no es menor. A pesar de que el riesgo país es récord en tiempos de Cambiemos, el Gobierno tiene, gracias a madame Lagarde, los dólares necesarios para hacer frente a un estricto plan financiero durante las elecciones. Ya recibió cerca de US$28.000 millones y espera más de US$10.000 millones más en marzo. El Fondo es casi tan importante hoy como el trigo y la soja.
Claro que las subas de las tarifas de energía no pueden leerse solo como un gesto al FMI. Son también una señal de precios a los esquivos inversores. Vaca Muerta será un caballito de batalla de Cambiemos porque ya da resultados. El informe de noviembre del intercambio comercial argentino mostró que el superávit energético fue positivo en US$200 millones. Fue el saldo comercial más alto desde febrero de 2011. Habrá que ver si los socios de la UCR y la Coalición Cívica lo entienden así o vuelven a la carga contra la política energética oficial.
La decisión del Gobierno de aumentar las tarifas en el primer semestre no es espasmódica. Es una definición política coordinada desde hace meses. Los profesores de Economía suelen explicar que cuando una proyección de inflación promedio es mayor a una punta a punta es porque se espera que la suba de precios será más alta al principio que al final del año. Es lo que estima el presupuesto para el año electoral: un alza punta a punta de 23% y una suba promedio de 34,8%.
"Si querés bajar la inflación y cambiar precios relativos, tenés que ceder nivel de actividad", explicó ayer un funcionario, que sobre la inflación para 2019 no mira tarifas: "La clave va a estar en el dólar".
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