Largo plazo. Cuáles son los sectores mejor preparados para traer dólares al país
El esquema productivo argentino exhibe heterogeneidades entre sectores y dentro de cada sector. Coexisten rubros de alta productividad y foco exportador como el agroindustrial o el desarrollo de servicios basados en el conocimiento, que generan exportaciones y tienen potencial de crecer en nuevos mercados, con segmentos de la industria manufacturera que encuentran sus límites a la hora de competir con mercancías del exterior, pero que son históricamente grandes generadores de empleo de calificación media.
El camino al desarrollo y el crecimiento económico, si se entiende por esta idea una combinación entre crecimiento, innovación tecnológica que mejore la productividad, incremento de las exportaciones y generación de puestos de trabajo, demanda estabilizar la economía, hoy golpeada con alta inflación y volatilidad cambiaria. Pero, en paralelo, se requiere la implementación de políticas que generen incentivos y potencien la integración de diferentes segmentos productivos.
"Hay cinco sectores que pueden traccionar en esa dirección: la agricultura, la energía , la minería, el turismo y la industria manufacturera, porque hay amplio margen para reformas y para sustituir importaciones. Son fundamentales para resolver el problema estanflacionario que tiene la Argentina", plantea Fernando Navajas, economista jefe de FIEL, quien advierte que cada uno de estos segmentos tiene potencial diverso. Mientras algunos serán grandes generadores de divisas (o de evitar su salida al reemplazar importaciones), como la energía o el campo, otros son capaces de crear puestos de trabajo, como el caso del turismo.
Según su mirada, además de políticas cambiarias y del análisis de reformas estructurales (tributaria, previsional y fiscal), un elemento para incrementar la productividad tiene que ver con la infraestructura. "Es fundamental un sistema de estabilización que permita reorganizar el gasto corriente del Estado hacia gastos de capital", dice el economista.
Navajas estima que las mejoras posibles en el transporte y la logística tienen la capacidad de incrementar la productividad en hasta un 50% en esos cinco sectores, con una posibilidad de elevar las exportaciones en un monto de entre US$35.000 y US$70.000 millones. La producción agropecuaria y la energía serían los principales motores, según su visión.
En 2018, según datos del Indec , el 37% de las exportaciones fueron de manufacturas de origen agropecuario (US$22.907 millones), un 33% correspondió a manufactoras industriales (US$20.514 millones) y un 22% se originó en productos primarios (US$14.010 millones).
"Hay sectores que están en la frontera técnica internacional, como todo lo vinculado a la bioeconomía o las plantas de insumos básicos dedicadas a la fabricación de aluminio, tubos de acero sin costura, algunas terminales automotrices o el segmento petroquímico, cuyas plantas exceden el mercado local y tienen una estrategia exportadora", destaca el economista Bernardo Kosacoff, especialista en el sector industrial.
En ese contexto, una de las cuestiones a desarrollar tiene que ver con la integración y complementación de los diferentes rubros para potenciar las capacidades de producción. "La Argentina tiene enormes desarrollos en biotecnología que podría aplicar localmente a múltiples industrias, como todo el segmento agroalimentario, farmacia o cosmética. Son nichos que pueden ser de alto valor agregado y competitivos a nivel mundial", afirma Martin Kalos, socio de Epyca Consultores.
El economista, a su vez, advierte sobre el impacto de los costos logísticos sobre la competitividad: "Hoy es más barato el flete que saca la mercadería del país, que el que la lleva del punto de producción al puerto. Hay que promover el transporte aéreo, recuperar trenes donde se pueda y explotar hidrovías que abaraten costos".
El enfoque hacia la integración aplica también a la extracción de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta y a la explotación de recursos de creciente demanda global, como el litio de las provincias del noroeste. El impacto económico, a su vez, puede multiplicarse al incorporar innovación y valor local a los servicios basados en el conocimiento, que el año pasado alcanzaron exportaciones por US$6500 millones, según el Ministerio de Producción.
"Están dadas las capacidades para armar clusters productivos alrededor de estos recursos", afirma Rapetti. Y destaca el reciente reconocimiento de Coursera, una plataforma de educación virtual que ubicó a la Argentina en el primer puesto entre 60 países en cuanto a su talento en tecnología. "Somos competitivos y hay una capacidad enorme, no solo de exportar, sino también de ser proveedor de empresas que operan en el país", completa.
En ese recorrido, le cabe al Estado un rol importante al diagramar reglas de juego orientadas al desarrollo local. "El litio es la estrella actual, y el debate es si vamos a exportar materias primas o baterías. Es clave dar incentivos y condiciones para generar negocios que tengan rentabilidad y que simultáneamente aporten al desarrollo", apunta Kosacoff. Y agrega: "Hay que generar climas competitivos proempresariales, pero tener a la vez claro que los mercados no se regalan, sino que hay que regularlos. El capitalismo de los países que hoy lideran el desarrollo internacional tienen claro que hay total articulación entre mercados, instituciones y empresas".
Además de los recursos, la Argentina cuenta con el potencial impulso de lo que los especialistas llaman "bono demográfico". A la inversa de sociedades más envejecidas como Japón o algunos países europeos, la juventud relativa de la población local permitirá que en las próximas décadas el segmento activo crezca más que el pasivo (niños y adultos mayores).
"Eso permite generar más recursos por habitante, y cuanto más productivos sean, más rinde ese bono", dice Rapetti, aunque advierte sobre la necesidad de diagramar planes educativos y atender al contexto social, puesto que, según el Indec, el 46,8% de los menores de 14 años en la Argentina son pobres.
Otra materia pendiente se refiere a las reformas que busquen solucionar problemáticas sectoriales y que se enfoquen, según los analistas, en el sistema tributario y en las regulaciones. "Una reforma laboral en una recesión facilita despidos y no tiene evidencia de que vaya a generar un efecto expansivo en la economía", sostiene Heymann, y recomienda analizar "cuellos de botella" y problemáticas en cada sector.
En esa línea coincide Navajas, quien antes que reformas generalistas o vinculadas a la dinámica laboral, propone cambios promercado que estimulen la inversión y el cambio regulatorio, como se dio en el sector aerocomercial. "Muchos sectores necesitan una interpelación por cómo están funcionando los mecanismos de competencia. Son reformas procompetitivas y procrecimiento, porque desconcentran, generan incentivos para invertir y son mucho más aceptables desde un punto de vista político", sostiene el economista
Y otro foco pasa por el esquema impositivo , postergado periódicamente por las rispideces del debate político. Según Kalos, las claves deben pasar por simplificar las cargas y los tributos para permitir incrementar la base imponible. "Hay que facilitarle al sector privado la posibilidad de hacer negocios distintos a los que ya existen. Hoy es difícil cumplir con normativas obsoletas y se generan impedimentos burocráticos y tributarios, que representan las mayores cargas para una empresa".
Lineamientos para políticas públicas de fondo
Más allá de los sectores productivos, el plan para el desarrollo implica superar la dicotomía entre mercado interno y enfoque exportador. "La Argentina es el tercer mercado de Latinoamérica, está entre los diez más desarrollados y tiene capacidades para generar ventajas competitivas en el tiempo", dice el economista Bernardo Kosacoff, y sostiene que algunas firmas de la industria automotriz, la metalmecánica o la siderúrgica son el modelo a seguir. Según Martín Kalos, "la lógica del mercado interno como sostén es válido solo para períodos de desarrollo, pero hay que competir adentro contra las importaciones y afuera contra la producción de esos países".
El sector público juega un rol clave a la hora de diagramar políticas que tiendan a desarrollar mercados y sectores que agreguen valor. Mecanismos fiscales como líneas de financiamiento subsidiado o esquemas de promoción tributaria son medidas posibles, aunque el margen de maniobra en un contexto de reducción del gasto, puede resultar acotado. A su vez, Kalos propone medidas como demandas de bienes por parte del Estado o planes de premios a la innovación local. Sobre este punto, enumera casos de creatividad local, como prototipos de drones, tecnología satelital, software y desarrollos en biotecnología.
"Hay pocos países con capacidad para generar una cadena de producción con tal nivel de sofisticación en rubros como la metalmecánica y los servicios", afirma Kosacoff, en referencia al desarrollo de Vaca Muerta. El impulso a la explotación de los hidrocarburos generó una red de proveedores alrededor, que movilizan el empleo y la inversión. El economista plantea que ese esquema puede repetirse en otros rubros, como la minería o los servicios basados en el conocimiento. "El camino es potenciar lo que hay en el país y, mientras, buscar una inserción global más sólida, con una estrategia que no hemos tenido en años", dice Daniel Heymann.
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