El Banco Central y la suba de tasas: redoblando una apuesta equivocada
Post-elecciones, el Banco Central y el gobierno redoblaron un mix de política fiscal y monetaria muy costoso para la Argentina. El Gobierno insistió con un camino de consolidación fiscal demasiado gradual. El Banco Central sorprendió con dos anuncios importantes ayer. En primer lugar,subió en 1% la tasa de interés con la que conduce la política monetaria, para llevarla al 28.75%. En segundo lugar, su presidente, Federico Sturzenegger , dijo en una conferencia en Nueva York que revisarán su política de acumulación de reservas, lo que el mercado interpretó como que –al menos— buscaría no fomentar la depreciación del peso.
En el contexto de una política fiscal demasiado laxa, un importante ajuste de tarifas, y una inercia inflacionaria propia de venir de más de 10 años de lo que los profesores Rudiger Dornbusch y Stanley Fischer llamaron “inflación moderada” (entre 10% y 30% por muchos años seguidos), el Banco Central recibió un mandato fuerte para reducir la inflación utilizando la política monetaria.
La estrategia del Banco Central va a llevar a que la actual sobreapreciación del peso se profundice, con un impacto cierto pero limitado en la tasa de inflación futura
El Banco Central eligió para llevar esta tarea un sistema de metas de inflación con flotación cambiaria, utilizando la tasa de interés como instrumento de política monetaria. Si bien este sistema es utilizado por casi todos los países con inflaciones bajas, ningún país recurrió a él para llevar “inflaciones moderadas” a inflaciones de un dígito. Los países exitosos en bajar “inflaciones moderadas” como Chile, Colombia e Israel, implementaron inicialmente bandas cambiarias, que se movían de acuerdo con la inflación esperada. Estos procesos llevaron, además, varios años más de los que pretende el Banco Central en la Argentina, y en el marco de déficit fiscales más bajos.
“La tasa de interés es una herramienta muy débil para bajar la inflación”, dijo el académico Guillermo Calvo en una entrevista publicada por LA NACION hoy. La tasa de interés actúa sobre la economía y por lo tanto sobre la inflación mediante tres canales de transmisión: crédito, expectativas y tipo de cambio. Al subir tasas, un banco central apunta a reducir la expansión del crédito. Pero este canal es muy chico en la Argentina, donde hay poco crédito.
Además, la política crediticia oficial –bancos públicos y créditos Argenta—juega en contra del proceso de desinflación. Al subir tasas, un banco central juega a mostrarse firme e incidir en las expectativas de inflación futura. Si bien este canal opera en otros países, es limitado en un país con nuestra historia. Al subir tasas, la moneda local se debería apreciar frente a otras monedas porque tiene rendimientos más atractivos, bajando así el precio de los bienes importados y exportables. Estos mecanismos de transmisión de la política monetaria operan en la Argentina, pero en forma limitada. Es como tratar de desatornillar algo con una pinza corta: hay que hacer más fuerza (tasas más altas) que si uno tuviera una pinza larga. Es decir, la tasa es un instrumento muy rústico en nuestro país. Se requiere un mazazo para lograr el mismo objetivo que en otros países solo requeriría una suave caricia.
La estrategia del Banco Central va a llevar a que la actual sobreapreciación del peso se profundice, con un impacto cierto pero limitado en la tasa de inflación futura. La combinación del ingreso de dólares para financiar el déficit fiscal y el esperado aumento de la inversión privada, más los dólares financieros que ingresen para aprovechar las altas de interés locales, mantendrán al peso muy fuerte en los próximos meses, a menos que ocurra algún shock a las tasas internacionales.
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