El cambio de equipos genera 90.000 toneladas de chatarra tecnológica
Apenas 6000 toneladas llegan a las empresas de reciclado; computadoras y celulares, el mayor volumen
El descubrimiento se hace más visible cuando uno se muda de casa u oficina: celulares, cablecitos, viejas baterías, esa impresora que nunca se arregló, aquella cámara de video que nos regalaron en la última Navidad del siglo pasado...
Con el paso de los años y el acortamiento de la vida de los equipos de tecnología, la basura IT que se acumula en hogares y oficinas crece y es casi imposible encontrarle una utilidad, a menos que sea de florero o apoyallaves.
De la mano de la reactivación económica y el boom de consumo, en el país se generarán este año entre 70.000 y 90.000 toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), según la Cámara Argentina de Máquinas de Oficina, Comerciales y Afines (Camoca). El 35 por ciento es consumo del sector corporativo. El resto proviene del consumo masivo. Y apenas 6000 toneladas pasan por las empresas que se ocupan del reciclado, es decir, menos del 10 por ciento.
¿Y el resto? "Se acumula en los cajones o va a parar a los basurales", afirma Gustavo Fernández Protomastro, ingeniero ambiental y consultor ambiental de Silkers, empresa que se dedica al reciclado de esta chatarra moderna.
Es una paradoja común en estos tiempos de excesos y carencias desmedidas: se desechan equipos que están compuestos por elementos que pueden ser contaminantes y que, si se reciclaran, podrían ser una buena fuente de ingresos, además de eliminar residuos tóxicos. "Se afecta la salud, se contaminan las napas de agua, se afecta la tierra y, además, se pierden recursos", enumera Protomastro.
De todos los equipos, los teléfonos celulares son los que más rápido se multiplican: hoy ya hay 37 millones de líneas en servicio y, según las estadísticas, los equipos se cambian en promedio todos los años o, al menos, cada 18 meses.
El año pasado se vendieron 10 millones de equipos y este año se calcula que se llegará a unos 12 millones de aparatos nuevos. ¿Qué hacer con los obsoletos?
Planes de las telefónicas
Personal inició una campaña en el festival de música que organiza todos los años con su nombre y "recaudó" 2500 baterías y unos 300 celulares. Movistar lleva reciclados desde 1999 1,5 millones de teléfonos y más de 2 millones de baterías.
Entre los fabricantes, Motorola lanzará en los próximos días Ecomoto, un plan para recibir celulares viejos en todos sus centros de servicios. (Hay 44 en todo el país.)
"En la Argentina hacemos 25.000 reparaciones por mes, de las cuales, en el 80% de los casos, hay un cambio de repuesto; eso es material que se recicla", dijo Ralf Stankevicius, gerente del Area de Servicios de Motorola, quien admite, sin embargo, que "no hay una verdadera conciencia ecológica para deshacerse de las pilas y baterías viejas. La gente muchas veces prefiere tenerlas guardadas en su casa, aunque no sepa qué hacer con eso".
Motorola debió enviar un expediente a la Secretaría de Medio Ambiente, Dirección Residuos Peligrosos, porque, según la legislación argentina, la recolección de los celulares viejos puede ser considerada transporte de residuos peligrosos y, por lo tanto, está penada por la ley.
Finalmente, la Secretaría dictaminó que los teléfonos y las baterías en sí no constituyen un residuo hasta que llegan a un centro concentrador y los clasifican.
Una vez ingresados los equipos (la batería se recicla en forma separada), se desarma la carcasa: el plástico va a una molienda y luego es fundido para ser reutilizado, y se destina al mercado local, así como los metales que se puedan separar. Las plaquetas con los circuitos integrados se separan para exportar a Suecia, Bélgica o Canadá, los únicos tres países donde hay tecnología para recuperar los metales que las componen.
Movistar, por su parte, tiene un plan de reciclado implementado desde 1999. "Ya llevamos recicladas más de 2 millones de baterías", dice Eduardo Giménez, director de responsabilidad corporativa del grupo Telefónica de Argentina.
Entre equipos viejos, cargadores y otros elementos, la empresa lleva recicladas 50 toneladas de residuos. Es un proceso complejo, que hay que hacer en forma manual. En todos los casos lo hacen empresas autorizadas por el Estado, como Silkers, o IDM en Santa Fe.
"Nosotros les enviamos el material y ellos hacen el proceso y venden lo que pueden recuperar", indica Giménez. "El costo nuestro es la logística. Pero es un problema que hay con todos los restos: la eliminación de residuos es un gasto que, si se pudiera hacer sustentable, el planeta estaría mejor".
Montañas de equipos
En la planta que Silkers tiene en el parque industrial de Quilmes, se ven, literalmente, montañas de monitores, impresoras, cajas con celulares viejísimos o nuevísimos que tienen alguna falla de fabricación, o directamente no fueron declarados en forma correcta en la Aduana y deben ser destruidos.
En la planta trabajan 25 operarios; la empresa empezó en 1990 desmontando equipos de Entel, y hoy compra los desechos tecnológicos o, en muchos casos, los recibe gratis.
"Las empresas necesitan servicio", dice Miguel Calone, el dueño de Silkers.
"Cuando los bancos se dan cuenta de que acá reciclamos lo que no usan más, nos mandan cosas increíbles."
Entre las pilas de basura tecnológica, o e-scrap , como se la conoce en el ambiente, se ven una licuadora vieja, un mimeógrafo, teléfonos de baquelita y hasta partes de cajeros automáticos, entre computadoras e impresoras de última generación.
"El único problema es que nos cobran un arancel del 40 por ciento para exportar los desechos que acá no se pueden reciclar", dice Calone. "En los Estados Unidos, las empresas te pagan por hacer esto y el Estado te descuenta en impuestos. Acá es todo al revés. Yo tengo que pagar por los desechos", se queja.
La planta más moderna para reciclado de equipos tecnológicos está en Suiza y fue construida con el aporte del Estado. Mientras que allá se reciclan 1000 toneladas por mes, incluso heladeras y línea blanca, Silkers apenas alcanza a las 150 toneladas mensuales.