El CEO global de Renault promete que la filial argentina exportará más para poder aumentar sus importaciones
De visita en la fábrica que la automotriz tiene en Santa Isabel, Córdoba, Luca de Meo, confirmó que analizan el negocio de exportación, sobre todo a países de la región, porque es lo que el Gobierno y la economía local requieren
Consciente de las reglas de juego que impone la política económica local, Luca de Meo, el CEO global de Renault confirmó que entre los objetivos de la filial argentina de la marca francesa está el de exportar más para poder así importar más y con mayor facilidad. “Va a ser una de las claves para estabilizar nuestro negocio aquí”, afirmó el ejecutivo, que ocupa el sillón principal de la compañía desde julio de 2020.
En una fugaz visita al país, durante la cual recorrió la planta de Santa Isabel, instalada por Renault en 1955 y ubicada a diez kilómetros del centro de Córdoba Capital, De Meo ofreció una rueda de prensa a periodistas de distintos medios en la que comentó: “Tenemos que exportar más para importar más, porque es lo que el Gobierno y la economía nos piden para poder generar créditos que nos permitan importar”.
El tema no es menor, puesto que actualmente Renault solo exporta 10% de su producción. En este contexto y como parte también de un plan para optimizar el negocio local, De Meo adelantó que lo más probable es que se empiece primero con las ventas hacia países de la región. “Creo que eso va a ser lo más fácil, especialmente en el mercado de Brasil. Y luego hay muchos países donde no existe toda la regulación que hay en Europa, por eso estamos ahora analizando a qué otros mercados podemos ir.
Además, De Meo habló de la necesidad de bajar costos, algo que instrumentó a nivel global desde el primer día en que asumió. “Yo creo que ya estamos, en un nivel global, a un 25% de reducción de costos fijos en 10 meses y aquí también se ha hecho mucho. Hemos empezado un trabajo en este sentido, pero la presión para bajar los costos variables sigue siendo muy fuerte”, dijo.
No por nada el ejecutivo habla de que su compañía está recién en la primera etapa del plan que llamó con el juego de palabras “Renaulution”. Esta primera parte, que llegará hasta 2023 es la de Resurrección; la segunda, que está planificada desde 2023 hasta 2025, será Renovación, y la tercera, para después de 2025, será la de la Revolución. “En la fase dos vamos a desarrollar el negocio como queremos”, subrayó.
Acompañado por Pablo Sibilla, presidente y director general de Renault Argentina, y por Luiz Fernando Pedrucci, chairman del Cluster Latam de la marca, De Meo fue hábil a la hora de responder sobre cómo ve un CEO global la inestable política económica local y qué entiende de lo que sucede en el país: “Yo no me voy a posicionar sobre temas políticos, soy ajeno a la política en general y mucho más a la política argentina, que es bastante complicada. Yo puedo hablar de que acá nos ha ido bastante bien y que no hay ninguna razón para que dejemos de fabricar autos aquí”.
También dedicó un párrafo a la alianza de Renault con la japonesa Nissan. “Tenemos una excelente cooperación y es uno de los países donde se ve que esa alianza funciona. Producimos pick-ups, que es lo que los argentinos quieren, y ganamos dinero. Por supuesto que estamos pensando cosas nuevas para esta fábrica, pero aún es prematuro comunicar una cosa u otra. También podemos utilizar este equipo para hacer negocios en otros sitios”, señaló.
Nacido en Milán, Italia, hace 54 años, De Meo fue presidente de SEAT desde noviembre de 2015 hasta enero de 2020 y asumió el mando de Renault, como él mismo dijo, en un duro momento tanto de la empresa como de la economía en general debido a la pandemia de coronavirus. “Nada de lo que venga puede ser peor de lo que fueron los dos últimos años”, opinó.
El directivo analizó también el futuro de la industria automotriz y el avance de los autos eléctricos. Si bien destacó que esta tecnología será sin dudas la que se impondrá en unas décadas, advirtió que todavía se trata de vehículos muy caros. “Un auto eléctrico cuesta unos 10.000 euros más que uno que no lo es. Por eso la transición no se puede hacer en todo el mundo al mismo tiempo. Esa transición la tienen que pagar los [países] más ricos”, indicó.
De la mano de los autos eléctricos surgió el tema del proyecto de electromovilidad que impulsa el Gobierno y que incluye, entro otros objetivos ambiciosos, la fabricación local de baterías de litio. Ante esto, De Meo enfatizó: “Todos los países quieren fabricar baterías, pero hay que ver en qué condiciones. Nosotros hemos acompañado desde un principio la transformación hacia la electromovilidad, pero hay que analizar con cuidado el negocio y cuál es la reacción del mercado”.
Respecto de la adaptación de la industria automotriz a las nuevas tecnologías, De Meo opinó que por lo general el suyo es un sector que suele no llegar primero a la tecnología, pero cuando lo hace produce dos efectos: baja los costos de esa tecnología y la convierte en muy fiable. “Si se miran los últimos 50 años se puede ver que siempre fue así. Yo tengo mucha confianza en la capacidad de nuestra industria de adaptarse”, subrayó.
Pero fue más allá en su análisis y dijo que no se puede manejar el desarrollo de toda la parte del software de la misma manera en que se maneja la fabricación del producto. “Pero, como ya sabemos que en cinco años el valor va a estar más en el software que en el hardware, ya estamos viendo cómo podemos integrar estas dos partes. Porque si no somos capaces de integrar estos dos aspectos, la gente no va a comprar nuestros productos, por lo que el software se convierte en una condición para estar en el mercado”, concluyó.