El "chimichurri índex" y otras pistas no convencionales para predecir la actividad económica
En el programa de radio Day Tripper, que conduce Juan Di Natale, el actor Damián Dreizik intepretaba al personaje de un taxista que reportaba mientras paraba su auto para comerse un "chimipán" (sándwich de chimichurri, solamente), en un carrito de la Costanera Sur. "¡Más chimi, ponele más chimi", reclamaba Dreizik al puestero antes de conversar por teléfono con los estudios centrales de la radio.
Como el cómico y ex integrante del dúo Los Melli, al parecer los turistas brasileños que vienen a la Argentina también son fanáticos de la salsa a base de vinagre, ajo, ají molido, sal y perejil. En las parrillas de Puerto Madero, los empleados que a la mañana llenan los envases con el condimento para carnes asadas y achuras saben que la cantidad que deben completar es un buen "proxi" de cubiertos vendidos a brasileños, que tienen un promedio de consumo bastante mayor al de los comensales locales, gracias a la diferencia cambiaria a favor del real. A mayor necesidad de reposición, mejores perspectivas para el negocio del restaurante en cuestión.
"Es una suerte de «chimichurri índex», y se suma a una serie de indicadores no convencionales que uno suele mirar para tantear cómo viene la marcha de la economía, y que complementan los índices más tradicionales", cuenta a LA NACION el economista Dante Sica, ex secretario de Industria y titular de la consultora Abeceb. Sica presta atención a otras pistas, como el parque de autos de los estacionamientos de las empresas a las que le toca visitar. "Cuando vemos modelos más nuevos, es un muy buen indicador de que a la firma en cuestión le está yendo más o menos bien", dice.
En épocas de "datos mixtos" como la actual en materia de nivel de actividad, con mayoría de meses negativos, pero con algún espasmo de consumo por algún efecto ingreso circunstancial, lo que los economistas llaman "indicadores líderes", que suelen predecir el ciclo económico (despachos de cemento, importaciones, expectativas) se vuelven más difíciles de interpretar. Y todo se complica por la falta de confianza en las estadísticas públicas, que no sólo afectan a las cifras de inflación, sino también a las del PBI: el especialista en estudios de productividad y ex técnico del Indec Ariel Coremberg cree que el tamaño de la economía actualmente es 12% menor al que indican las estadísticas oficiales. ¿Quién puede culpar a los consultores, entonces, por mirar señales menos convencionales?
Desde la ventana de su oficina, Miguel Ángel Broda solía llevar un registro de la cantidad de autos que se acumulaban ante la luz roja de un semáforo, como un "proxi" del pulso económico. Miguel Bein acostumbra a consultar por las ventas diarias a los pancheros del microcentro. "En este aspecto, no hay con qué darle al olfato de los taxistas", afirma Ricardo Delgado, de Analytica e integrante de los equipos de Sergio Massa. Ramiro Castiñeira, de Econométrica, sigue la cantidad de búsquedas de "dólar blue", en Google.
A nivel internacional, se encontraron correlaciones entre ciclo económico y las cuestiones más estrambóticas. En 1926, el economista George Taylor acuñó el concepto de "Hemline Index" ("Índice de largo de la falda"), en el que se sostenía que esta variable se comportaba en forma inversamente proporcional al movimiento de las acciones: polleras por debajo de las rodillas en la depresión de los años 30, surgimiento de las minifaldas en los dorados 60.
Con posterioridad aparecieron otros anticipadores de ciclo tan o más insólitos. En Japón, economistas descubrieron que el largo del pelo de las mujeres tiene una elasticidad-PBI que se mantiene relativamente constante en el tiempo: las cabelleras crecen junto con la actividad económica.
En los Estados Unidos hay académicos que desarrollaron el "Hot Waitress Model": en tiempos malos, las mujeres lindas son más propensas a aceptar trabajos de mozas en bares y restaurantes (hay economistas especializados en "belleza", con indicadores que se pretenden objetivos; los mercados con escala, como EE.UU, dan para todo). Terry Pettijohn, un profesor de psicología de la Universidad de Carolina, en EE.UU., afirma que hay una relación muy directa entre los patrones de belleza femenina demandados por los hombres y el ciclo económico (más curvas en épocas de bonanza y toma de riesgos). Lo hizo analizando décadas de ediciones de la revista PlayBoy junto con la tendencia del PBI para el mismo período.
Con la reciente crisis financiera, los analistas de la mayor economía del mundo descubrieron toda clase de patrones sorprendentes de conductas de consumo que ayudan a determinar cuán cerca o lejos estaba la salida de la recesión. Uno de ellos era la planificación de vacaciones: se acuñó el neologismo "staycation" para referirse al período de descanso que se decide pasar en casa, sin viajar.
Otro dato que llamó la atención: bajaron en forma significativa las ventas de pañales (un 3%), lo cual sugiere que se espaciaron los cambios en este accesorio en los bebes (algo menos sorprendente: las cremas para irritación por uso de pañales tuvieron su mejor período histórico de ventas, con un aumento del 8% en 2009 con relación a 2008). Economistas de Columbia midieron cómo cayó la cantidad de crayones que en los restaurantes neoyorquinos les dan a los chicos para que se entretengan dibujando mientras viene la comida.
Pero tal vez el más famoso de los indicadores no convencionales sea el de las ventas de ropa interior masculina. En 2009, The Washington Post publicó un artículo muy comentado en el cual se informaba que entre 2004 y 2008 las ventas de calzoncillos habían subido al 2% anual, con un pico de crecimiento en 2007 de 3,7 por ciento. Pero en 2009, súbitamente se desplomaron un 3 por ciento. "Los hombres tratan de hacer rendir más la ropa que ya tienen, es un comportamiento análogo a manejar un extra de 1000 millas antes de cambiar el aceite del auto", se analizaba en el diario. El indicador de los calzoncillos se hizo famoso cuando Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal, dijo que era el que él seguía para intuir el futuro de la actividad económica.
Gerardo Mociulsky, CEO de la marca de ropa interior masculina Eyelit, líder en este mercado, cuenta a LA NACION que los argentinos mantienen en su guardarropa un promedio de 12 calzoncillos, y que habitualmente renuevan tres o cuatro por año. "Al contrario que la ropa interior femenina, que tiene un componente marcario mucho mayor y por lo tanto promueve decisiones de consumo más emocionales, las de los calzoncillos son compras más racionales, y por lo tanto más influidas por el ciclo económico", dice Mociulsky.
¿Cómo viene este "indicador líder" de boxers y slips? "El acumulado de 2013 cerró con un 4% menos de ventas, en unidades, que en 2012. Pero diciembre fue un mes muy malo: la demanda cayó un 17 por ciento con respecto a diciembre de 2012, en alguna medida influida por los cortes de luz y los saqueos", cuenta el CEO de Eyelit (¿la oscuridad en noches de vela hará que a los varones nos importe menos usar ropa interior deshilachada?).
O sea, hay una verdad cruda y a calzón quitado: se viene un 2014 complicado, y lo que es peor, con calzoncillos viejos.
Indicadores informales
- Autos
Al mirar el parque automotor de una empresa, puede intuirse cómo le va. - Panchos
La venta de los puesteros del microcentro puede decir mucho de la situación. - Taxis
Algunos economistas valoran el olfato que tienen los conductores. - Pelo largo
En Japón, se concluyó que la cabellera de las mujeres crece a la par del PBI. - Mozas
Dicen en EE.UU. que, en crisis, las mujeres lindas aceptan más ser meseras. - Pañales
La cantidad de unidades usadas es un indicio de cómo está la economía. - Calzoncillos
En tiempos malos, los hombres le dan mayor vida útil a su ropa interior.