El costo argentino, la informalidad y la caída de ventas, karmas de Carrefour en la Argentina
A mediados de enero pasado Daniel Fernández cortó su vínculo con Carrefour. Llevaba 12 años como presidente en la filial local de la compañía francesa y 29 años de empleado permanente en la cadena líder de retail en la Argentina. Pese a que se argumentaron oficialmente "cuestiones personales", según fuentes empresariales y sindicales, su salida se dio luego de que directivos franceses repasaran números de ventas y hallaran problemas de management.
Con Fernández se fueron de la firma, que tiene más de 500 sucursales de las marcas Carrefour, Market, Express y Maxi, con presencia en 22 provincias desde hace 36 años, el director Comercial Martín Tolcachir y Hernán Zavaley, titular de Logística y Supply Chain, respectivamente. El mejor signo de que las cosas no andaban bien es que uno de ellos terminó en un destino profesional complejo como OCA, empresa que hoy está al borde de la extinción.
El 21 de enero Fernández fue reemplazado por el francés Rami Baitie. Las ventas totales de la Argentina habían sido en 2017 de 3495 millones de euros, cifra 18% superior a la del año 2016, pero por debajo de la inflación del 25%. Baitie había ingresado al Grupo Carrefour en 1995 y había ejercido cargos en Mercadería, IT, Supply Chain y Tiendas en países como Rumania, Turquía y Polonia. En 2015 había llegado a ser director ejecutivo de Carrefour Taiwán.
La empresa, de 19.000 empleados, presentó ayer un procedimiento preventivo de crisis. La primera audiencia con funcionarios y el sindicato, como lo contó ayer LA NACION, será la semana próxima en el Ministerio de Trabajo.
"Su gran problema son [los impuestos a los] Ingresos Brutos y la competencia con los súper chinos", contó a LA NACION desde el Gobierno una fuente que ya está en contacto directo con la crisis que enfrenta la empresa francesa. Traducido: costo argentino e informalidad.
La empresa supo ser líder un negocio que tuvo una rentabilidad neta promedio de 3% por producto en los buenos tiempos del kirchnerismo, incluso cuando los gobiernos de Cristina y Néstor Kirchner acusaban a los supermercadistas de ser los culpables de la inflación. Pero las cosas cambiaron. En los últimos años, con modificaciones profundas en los hábitos de consumo (el canal mayorista fue el único que creció en el país en los últimos dos años, las compras son más chicas y de montos más chicos), y con un costo argentino que aún golpea los números de las empresas (la presión impositiva subió 10 puntos desde 2003), el negocio cruje. Las ventas no ayudaron. Según afirman, la rentabilidad promedio es hoy negativa.
Carrefour no fue desatento al cambio de hábitos. Incluso, la gran mayoría de su negocio migró a los formatos de cercanía (Carrefour Express) para pelearle lugar a los supermercados chinos. Pero todo el sector perdió en los últimos dos años contra los mayoristas, que se aggiornaron y ofrecían descuentos de cerca del 20% en sus productos. Todo en un contexto de aumento de tarifas, inflación y un nuevo abanico de gastos o inversiones (desde ahorro en Lebacs a la posibilidad de sacar un crédito UVA para un departamento o un auto).
Ayer, quienes conocían la presentación en el Ministerio de Trabajo del concurso preventivo de crisis presentado por la empresa hablaban de las causas. Citaban la caída del consumo masivo (no el privado, que el PBI demuestra que creció), pero ponían el foco en los fuertes incrementos de los alquileres, la posibilidad de subir al máximo la franja del cobro provincial de los ingresos brutos (algo que posibilitó el pacto fiscal y de lo que se quejó ya la UIA en su última reunión) y de la informalidad (dicen que del 60%) en el sector supermercadista, lo que genera una competencia desleal con el que paga la elevada carga tributaria. Allí, las provincias y municipios fueron "muy creativos" con tasas y nuevos gravámenes, suelen repetir.
"Carrefour Argentina presentó un Proceso Preventivo de Crisis ante el Ministerio de Trabajo, con el objetivo de encontrar soluciones para garantizar la sustentabilidad de sus operaciones en la Argentina", afirmó la compañía. "La empresa está atravesando una situación económica compleja tras tres años de pérdidas. La apertura de este diálogo, junto al Sindicato de Empleados de Comercio y el Gobierno, le permitirá plantear un plan para reimpulsar su crecimiento", dijo, y concluyó: "Carrefour confía en encontrar rápidamente las soluciones necesarias, junto a las partes involucradas, y reagrupar los esfuerzos para mejorar día a día su relación con los clientes".
Hasta hoy ni el Gobierno, ni la empresa ni el sindicato se atreven a mencionar la palabra despidos. "Todo dependerá de la negociación que se abre", repiten a coro.