El costo de la retórica
Como aclararía Mariano Grondona antes de entrar en tema, la retórica es un helenismo que proviene del griego rhetorike y tiene su origen histórico en la Grecia clásica, donde se entendía como el ars bene dicendi, esto es, la técnica de expresarse de manera adecuada para lograr la persuasión del destinatario. Es decir, la retórica consiste en un sistema de procesos y recursos que actúan en diferentes niveles para la construcción de un discurso.
De ello se puede concluir que la retórica no es, intrínsecamente, ni buena ni mala, sino un medio para construir un discurso y persuadir a los demás. Claro está que todo populismo necesita inexorablemente de una retórica, y ésta puede ser tanto de izquierda como de derecha. No basta más que recordar la "revolución productiva" y el "salariazo" de Carlos Menem, o el modelo "nacional y popular" y la confrontación "amigo-enemigo" del gobierno actual.
Entonces, el problema no es la retórica, si el objetivo es persuadir sobre el camino que hay que seguir para lograr el progreso económico y social. El problema es el costo que esa retórica puede tener para todos los argentinos, desafiando hasta el criterio más simple de eficiencia económica.
En esta última semana hemos sido testigos de dos ejemplos claros de la ineficiencia de la retórica kirchnerista, que lamentablemente tendrá un costo de al menos 364 dólares para cada uno de los 44 millones de argentinos. Y si bien es cierto que 23 millones eligieron democráticamente al gobierno actual, cuando lo hicieron votaron una retórica que hoy no estaría de acuerdo con las últimas medidas. Así como muchos argentinos eligieron a Carlos Menem porque traería la "revolución productiva" y el "salariazo", y luego, siguiendo la retórica actual, terminó implementando medidas neoliberales.
El costo más claro e ineficiente de la retórica nac & pop equivale a unos 114 dólares por argentino, debido al pago del cupón por crecimiento del PBI que el Gobierno deberá realizar este año. Este pago tendrá lugar simplemente por una sobrestimación del crecimiento del año pasado, que el Gobierno calculó en 4,9%, debido a una subestimación de la tasa de inflación. Es decir, la necesidad de persuadirnos de que "no había inflación", hoy tiene un costo de aproximadamente 5000 millones de dólares. Sin embargo, más allá de las estimaciones privadas que marcaron un crecimiento por debajo del 3%, sería bueno consultarle a la gente (trabajadores y empresarios) si realmente siente que la economía creció casi al 5%, o si realmente vale la pena pagar esta cifra por tratar de convencernos el año pasado de que la inflación era más baja.
El otro ejemplo de esta ineficiencia también sucedió esta semana. Más allá del hecho de que la indemnización a Repsol por el 51% de YPF va en contra de la retórica nac & pop , el acuerdo nos va a costar a cada argentino hasta unos 250 dólares.
Esto se debe a que el Gobierno, sin dar información sobre cómo se calculó la indemnización, acordó pagarle a Repsol 5000 millones de dólares en títulos públicos con vencimiento entre 10 y 20 años, una cifra que en realidad ascendería a 6000 millones de dólares al estar contemplada una compensación por el descuento que generalmente sufren en el mercado los títulos de la deuda argentina. Y otros casi 5000 millones adicionales en intereses, ya que estos títulos pagan tasas de entre 7 y 8,75% anual -cuando los bonos del Tesoro de Estados Unidos rinden entre 2% y 3%- debido al riesgo país que la retórica incentivó al mantener en default a la Argentina durante los últimos 10 años.
Si bien es cierto que una expropiación necesariamente demanda una indemnización, la pregunta de fondo es si el costo de la estatización valió la pena. El argumento dado cuando se estatizó YPF fue el deterioro en el balance energético del país debido a la falta de inversión por años de Repsol, olvidando que la baja inversión se dio en todo el mercado energético (no sólo por parte de Repsol) , por efecto de la distorsión de precios relativos en este mercado. Pero las estatizaciones continúan avivando nuestro orgullo nacional, aunque el déficit de las empresas públicas a octubre 2013, para los últimos doce meses según datos del Ministerio de Economía, ascendió a casi 10.000 millones de pesos, es decir, unos 227 pesos por argentino.
Para concluir, queda claro, al mirar nuestra historia de décadas de declinación relativa a nivel mundial, que los argentinos deberíamos empezar a prescindir de la retórica -por más buenas intenciones que tenga-, comenzar a persuadirnos por la razón, y lograr construir consensos que nos permitan alcanzar un crecimiento sostenido, evitando los costos de la ineficiencia discursiva.
El autor es economista y director de Econox
Gabriel Molteni
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