El doloroso ‘reacoplamiento’ de los mercados
Las economías emergentes reaccionan violentamente a los ajustes monetarios de EE.UU.
Durante las últimas semanas, las monedas y los mercados de las economías emergentes, desde Brasil a India, se han visto golpeados por acontecimientos que han sucedido a miles de kilómetros de distancia.
Las expectativas de un final inminente del estímulo monetario incondicional de la Reserva Federal de Estados Unidos han hecho que muchos inversionistas se retiren de los países que, en su momento, eran sus destinos predilectos gracias a sus altas tasas de crecimiento y los apetitosos retornos de sus bonos.
La realidad es que lo que pasa en Washington (o el fin de semana pasado en Jackson Hole, en el estado de Wyoming,), tiene repercusiones globales.
Tal vez haya llegado el momento de hablar de un "reacoplamiento". Los mercados emergentes dependientes del capital extranjero están reaccionando con mayor violencia a los ajustes de la política macroeconómica estadounidense que el propio EE.UU.
En comparación con el bajón de las divisas y acciones de los mercados emergentes, la respuesta de los mercados de bonos y valores de EE.UU. a la amenaza de un ajuste monetario en el país parece tenue.
Es cierto que los retornos de los bonos del Tesoro de EE.UU. se han disparado y los mercados de renta variable han tenido caídas, pero eso no es nada comparado con las malas noticias que llegan del mundo emergente. La rupia de Indonesia, por ejemplo, se está cotizando a sus niveles más bajos frente al dólar desde 2009; la rupia de India ha caído a nuevos mínimos y el jueves solamente el anuncio de una gran intervención del gobierno fue capaz de levantar el real desde un mínimo de cuatro años.
Koon Chow, director de estrategia de mercados emergentes de Barclays PLC bautizó la tendencia como "intercambio de posiciones". El analista escribió a sus clientes la semana pasada que "los inversionistas parecen ver a los mercados emergentes como menos prometedores que los mercados desarrollados".
A medida que la posibilidad de un alza en las tasas de interés de EE.UU. atrae de regreso el capital a los mercados desa-rrollados, surgen dos preguntas: ¿Estamos al borde de otra crisis como la que azotó a Asia en 1997 y 1998? Y, ¿cuáles son las implicaciones de la tendencia a la inversa que vio cómo el dinero prestado en Occidente fluía hacia el Este y el Sur para las economías desarrolladas y emergentes?
La primera respuesta es más fácil: No. El período actual de turbulencias es bastante menos grave que las terribles condiciones que se vieron durante la crisis asiática.
Las comparaciones son tentadoras. Muchas de las monedas en problemas, encabezadas por el real y la rupia india, son emi-tidas por países con déficits en cuenta corriente. En 1997 y 1998, una fuga de capital foráneo de países en situaciones similares provocó el colapso de divisas, problemas en los bancos, quiebras de empresas y, en última instancia, una recesión.
Sin embargo, los déficits de cuenta corriente son solo parte de la historia. En aquel entonces, muchas monedas asiáticas ha-bían vinculado sus tasas de cambio al dólar, un sistema inflexible que se rompió en vez de doblarse cuando los inversionistas se replegaron. Hoy en día, la mayoría de las monedas flotan, lo que concede a los mercados y gobiernos un mayor margen de maniobra.
Las reservas en moneda extranjera —otro problema en 1997— son mucho más altas ahora.
Además, la deuda externa como porcentaje del Producto Interno Bruto, un indicador de la dependencia de un país en el capital extranjero, es significativamente más baja ahora.
Eso no significa que sea un fenómeno pasajero. El hecho de que los mercados emergentes hayan pasado de ser receptores de capital a donantes coloca a las autoridades frente a lo que el estratega de HSBC PLC, John Lomax, denomina un "trilema".
Los bancos centrales y gobiernos tendrán que escoger entre tres opciones poco alentadoras: altas tasas de interés que ahoguen el crecimiento económico, una expansión económica con inflación más alta y/o la imposición de controles de capital.
Cuesta pasar por alto la ironía. ¿Recuerdan la diatriba de Guido Mantega, el ministro de Hacienda brasileño, que en 2010 acusó a EE.UU. de librar una "guerra de divisas" al depreciar el valor del dólar y reducir las tasas de interés a cero? Ahora, Brasil y otros países luchan contra los efectos de la política opuesta.
En lo que respecta a las economías desarrolladas, es probable que el ingreso de capitales vaya a parar a instrumentos de rendimiento más alto como los bonos "chatarra" y, posiblemente, las acciones.
Pero eso podría resultar transitorio: algunos gestores de fondos ya sienten la tentación de volver a los mercados emergentes atraídos por los precios de liquidación.
Una cosa es segura: los mercados financieros globales no se desacoplarán en el corto plazo. Ahora más que nunca, vale la pena mirar más allá de las fronteras nacionales.
Francisco Guerrera
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