El dueño de Tod’s decide compartir su riqueza con Italia
Diego Della Valle financia la restauración del Coliseo para echar una mano a un país en crisis
La primera vez que Diego Della Valle visitó el Coliseo de Roma tenía 11 años y llegó en un bus lleno de niños bulliciosos de su escuela en Casette d’Ete, un pueblo en la región central de Marche, en Italia. El viaje alrededor de los montes Apeninos duró ocho horas.
"Pero fue como una fiesta", recuerda ahora a los 60 años el presidente ejecutivo de la empresa de artículos de cuero Tod’s.
Cincuenta años más tarde, Della Valle hizo el mismo viaje en 30 minutos, esta vez en su avión privado. "Habría ido en helicóptero, que es aún más rápido, pero me preocupaba el clima".
Della Valle sale de un Mercedes negro reluciente estacionado frente a una de las principales entradas del Coliseo. Luce un blazer azul marino con un pañuelo de lino, una camisa con cuello almidonado, jeans y zapatillas deportivas Hogan de gamuza azul marino. La transformación de la pequeña empresa familiar de zapatos en la marca global Tod’s —con inversiones tan diversas como muebles, motocicletas y periódicos— ha convertido a Della Valle en un multimillonario. De todas sus inversiones, sin embargo, la que probablemente lo inmortalizará en los libros de historia de Italia se encontraba frente a él.
"Las dimensiones aquí te hacen sentir pequeño", señala el industrial sobre el Coliseo romano.
Por un momento, suena como uno de los cuatro millones de turistas que llegan aquí cada año para admirar el anfiteatro de 1.933 años de antigüedad. En realidad, invirtió una suma importante del dinero de su empresa para salvarlo. En enero de 2011, Della Valle y el grupo Tod’s firmaron un contrato de patrocinio que incluye 25 millones de euros destinados a una restauración total del monumento. Ahora, dos años más tarde, cuando los andamios cubren una parte de la fachada de arcos de cuatro pisos del Coliseo, el empresario está presenciando finalmente su obsequio en acción.
"He tenido una suerte enorme en la vida y cuando puedo devolver algo, lo hago", dice Della Valle. "Este es un monumento que no sólo pertenece al patrimonio de Italia sino de todo el mundo".
La estructura histórica, inaugurada por el emperador Tito en el año 80, ha estado desgastándose desde hace siglos. Desde la Edad Media, sus escudos de bronce, estatuas pintadas y el valioso mármol travertino fueron saqueados por ladrones y dañados por terremotos e incendios. En años más recientes, el monumento comenzó a agrietarse, precipitado por una combinación dañina de creciente polución y severos patrones climatológicos.
"De vez en cuando recibimos un ‘fondo extraordinario’ del gobierno", afirma Pia Petrangeli, miembro de la secretaría general del Ministerio de Cultura, quien supervisó el acuerdo con Tod’s. "Pero nunca nos alcanza. Nunca logramos hacer un trabajo completo que abarque todos los problemas".
Empezando con la fachada cubierta de hollín, ya está en marcha la primera fase de un ambicioso programa de restauración a escala completa. En un proceso meticuloso que llevará dos años y medio, se trabajará en una porción vertical, que consiste en sólo 10 de los 80 arcos que tiene en total el monumento, a la vez. El mármol travertino será lavado a baja presión con agua purificada para revelar su color dorado cremoso original. Fragmentos desprendidos se volverán a adjuntar y se fortificarán, y las barras de hierro de la superficie serán reparadas. Se renovarán tuberías, se construirá un café subterráneo para turistas y se restaurarán las paredes de ladrillo de las celdas donde se mantenían detenidos a los gladiadores y animales.
"Conozco a muchos empresarios brillantes en Italia", dice Domenico De Sole, ex presidente ejecutivo de Gucci Group, quien conoce a Della Valle desde hace 20 años. "No tocan el sistema (público) ni con un palo. El país está hundido en deuda. Todos hablan de eso pero nadie hace nada. Que alguien finalmente haga algo es sorprendente", agrega.
En Italia hay 5.668 sitios arqueológicos, incluidos 30 en Roma que se consideran de escala mayor y sólo 11 cobran entrada. Aunque en 2012 el Coliseo generó 28,8 millones de euros en ventas de entradas, recibió sólo unos dos millones de euros para sus costos operativos. El resto de los ingresos es desviado a un fondo controlado por el superintendente de Roma que lo usa para cubrir los gastos del resto del patrimonio arqueológico de la ciudad.
En tanto, los presupuestos "ordinarios" del gobierno central asignados para ser distribuidos entre los miles de sitios culturales y arqueológicos del país han sido reducidos de forma constante a lo largo de una década, desde 201,1 millones de euros en 2004 hasta 55,9 millones de euros en 2013.
En agosto de 2009, el alcalde de Roma comenzó a solicitar financiación privada, como auspicios corporativos. Della Valle fue el primero en levantar la mano y en señalar el Coliseo. Se realizó una subasta formal y en enero de 2011 se firmó un contrato con Tod’s, que estipuló un uso sin publicidad. Asignó una donación de 25 millones de euros para un solo monumento, casi la mitad de todo el presupuesto del gobierno para estos proyectos.
Sin embargo, en lugar de provocar aplausos, la donación generó una enorme polémica nacional. La mayor parte del debate se produjo porque Italia no tiene una cultura de filantropía privada y cuenta con pocas reglas para regularla.
Luego de dos años de audiencias judiciales, el caso finalmente fue desestimado, destrabando los fondos de Della Valle.
"Desarrollé un mecanismo de protección bastante bueno para estas cosas", dice Della Valle. "Pero creo que algo tan simple como ‘quiero darte dinero, vamos a gastarlo’ no debería ser tan difícil".
No es sorprendente que Della Valle se mantuviera firme en este debate. Es conocido por ser tenaz en sus objetivos profesionales.
Aunque el empresario enfatiza que no tiene planes de ingresar a la política italiana —"ya no es un campo creíble", opina— cree que usar el poder privado capitalista es una forma más productiva de iniciar cambios concretos.
"Lo veo como una obligación", observa. "Los italianos que tuvieron éxito y suerte en la vida deberían hacer algo por su país".
Mientras tanto, ha estado muy ocupado en la expansión del grupo Tod’s. En septiembre, la colección prêt-à-porter diseñada por la nueva directora creativa Alessandra Facchinetti debutó en Milán, y Della Valle nombró a Marco Zanini, antes de Rochas, como el diseñador de la marca Schiaparelli. El empresario dice que su objetivo es una casa de modas que "no se guíe por los números, sino que cree los productos más hermosos del mundo". A su vez, la línea Roger Vivier sigue creciendo.
"A veces, el lujo es no hacerlo todo", afirma el magnate. De hecho, sostiene que desacelerará su ritmo profesional en un año. "Comencé a trabajar a los 21 años y nunca he parado. Seguiré trabajando, pero quiero pasar tiempo en un café, salir a cenar hasta tarde, ir a un pueblito sólo porque hay un buen restaurante", dice.
Eso le dejará más tiempo para la filantropía. Su batalla por el Coliseo ya ha inspirado a varios de sus contemporáneos a pasar a la acción: Fendi restaurará la Fuente de Trevi y Renzo Rosso, dueño de Diesel, prometió restaurar el Puente Rialto de Venecia. La financiación privada del enorme legado cultural de Italia no es sólo un valor social profundo, señala Della Valle, "es una oportunidad económica. Es una forma extraordinaria de emplear a nuestros ciudadanos".
Al admirar la inmensidad del Coliseo, considera el impacto de la restauración. "Será una señal para Italia", declara. "Esta primavera, mucha gente vendrá a Roma a visitar el Coliseo, comer un buen plato de espagueti, comprar una botella de aceite de oliva para llevar a casa", afirma con una sonrisa juvenil. "Y la economía italiana saldrá ganando".
J. J. Martin