El ejecutivo que promueve una nueva era energética en Japón
TOKIO—Cuando el año pasado Masayoshi Son se enteró del desastre nuclear en la planta de Fukushima, se conmovió tanto que no podía concentrarse en su trabajo y quiso renunciar a la presidencia ejecutiva de la empresa de telecomunicaciones e Internet Softbank Corp. para dedicarse a temas de energía.
Al final, después de una fuerte pelea, sus jefes lo persuadieron de que se quedara, cuenta el ejecutivo mejor conocido por haber llevado el iPhone de Apple Inc. a Japón.
Sin embargo, Son se ha convertido en uno de los más activos proponentes de una nueva era energética en Japón, que aboga para que la energía solar y eólica, y otras innovaciones, reemplacen la electricidad generada por reactores nucleares y muchas plantas de combustible fósil.
El reto es inmenso. Antes de que el terremoto y tsunami de marzo de 2011 provocaran el desastre en Fukushima, la energía nuclear equivalía a cerca de 30% del suministro total japonés, y el gobierno proponía elevar esa cuota a 50% para 2030. En comparación, fuentes alternativas de energía, como la solar, aportaban menos de 1%, uno de los porcentajes más bajos del mundo desarrollado.
Son ahora propone reemplazar toda la generación nuclear de su país con energía renovable, incluida la hidroeléctrica. La meta es que suministre entre 50% y 60% de la producción energética total de Japón para 2030.
Para lograrlo, Son, el tercer empresario más rico de Japón según la revista Forbes, con un patrimonio estimado en US$6.900 millones, tiene un plan que incluye 10 mega plantas solares, seis de las cuales ya están en construcción o a punto de ser construidas.
Softbank creó una filial para invertir y manejar los proyectos, en cooperación con gobiernos locales y socios corporativos.
Los gobiernos locales han recibido gustosos los planes de Son, asegura Masaru Kaneko, profesor de economía de la Universidad de Keio. El apoyo político local es crucial en un país sobrepoblado, donde la propiedad de tierras está fragmentada y su uso altamente regulado. Softbank busca un trato tributario preferencial y excepciones regulatorias de las prefecturas, que a su vez proveerían terrenos y algunos fondos. El grueso del financiamiento para los proyectos provendrá de Softbank y sus socios corporativos.
Son también propone lo que llama la "idea loca" de conectar Japón con otros países en Asia a través de una "súper red" eléctrica mediante la cual Japón importaría energía eólica y solar de Mongolia. En Marzo, firmó un acuerdo con la firma mongola de inversión Newcom Group y Korea Electric Power Co. para explorar un proyecto conjunto de energía eólica en el desierto de Gobi.
Famoso por su influencia política y su destreza para hacer negocios, Son es conocido por vencer la adversidad. Como distribuidor de software en las décadas de los 80 y 90, ayudó a Microsoft Corp. y otras empresas estadounidenses a ingresar al cerrado mercado japonés de computadoras, entonces dominado por los fabricantes locales. En la década de 2000, hizo un fuerte lobby a favor de la liberalización del sector de las telecomunicaciones, que llevó a Japón, y a su empresa, a la cima de la oferta global de banda ancha.
Para apoyar su causa actual, creó una fundación que desarrolla y promueve políticas a favor de la energía renovable. Entre otros esfuerzos, organiza seminarios públicos y participa en debates sobre la mejor estrategia que puede usar Japón para cubrir sus necesidades de energía futuras.
Sin embargo, los analistas dicen que los planes de Son para elevar la dependencia de Japón de la energía renovable hasta 60% son exagerados. Las energías eólica y solar son inconsistentes, señala Misahi Hoshi, un analista del Instituto de Economía Energética, el centro de estudios del sector más grande de Japón. Si el país acoge las energías renovables a la escala que propone Son, añaden sus detractores, necesitará nivelar las fluctuaciones energéticas con medidas caras, como instalaciones de almacenamiento o el rediseño de la red de electricidad entera.
Son sabe que su plan es provocador, pero obviamente ve una oportunidad. La industria energética de Japón está controlada por nueve empresas regionales de servicios públicos que prácticamente monopolizan sus mercados y tienen poca interconexión entre las partes de la red que controlan. Esas empresas han concentrado históricamente sus esfuerzos de investigación en energía nuclear en vez de renovable.
En julio, los sueños de Son podrían empezar a hacerse realidad cuando Japón empiece a exigir que las empresas de electricidad compren energía solar o eólica de compañías independientes, el tipo de regulación que ha contribuido al desarrollo de la energía alternativa en Europa.
Mitsuru Obe
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