El impacto en el bolsillo del pago con reservas
Mejoraría el acceso al crédito al consumo; sigue el subsidio a la luz y el transporte
El día después de que se anunció el pago a los acreedores con el promocionado Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento nada cambiará. No hay consecuencias inmediatas por pagar algo que se debe. Pero cuando transcurran días, meses y años, siempre que se mantenga la costumbre de honrar las deudas, las consecuencias se empezarán a palpar.
"¿Por qué se beneficia un ciudadano común de que el Gobierno le pague a un fondo de inversión en vez de hacer default?", se pregunta el director del Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella, Guido Sandleris. "Los beneficios son indirectos, pero importantes. Un gobierno que paga sus deudas facilita el acceso a los mercados de crédito externo para las empresas locales. Así, se les hará más fácil y más barato conseguir créditos y habrá más proyectos de inversión que les resultarán rentables. Para llevarlos adelante contratarán más trabajadores, bajará el desempleo y aumentarán los salarios", opina. Sería el primer eslabón de un círculo virtuoso.
Roberto Frenkel, economista del Centro de Estudios de Estado y Sociedad, coincide en que los beneficios no son inmediatos. "Lo principal será la baja de la tasa de riesgo país, que pueda abaratar el acceso al crédito", sostiene. Añade que el Gobierno podría normalizar las estadísticas y pasarle un plumero al Indec para inspirar confianza. "Pero ha optado por optar por un atajo. Es decir, en vez de buscar confianza con medidas de fondo, se opta por pagar con reservas."
Miguel Kiguel, economista de Econviews, coincide con algunos de estos dichos: "Esto funcionará si logra bajar la tasa de riesgo país. Pero a no ilusionarse, el efecto de los cambios de la variable financiera no es inmediato". También hay otras cuestiones más que pueden inferir y que tienen efectos inmediatos. Frenkel lo resume así: "Tomar reservas del Central indica que se postergó cualquier ajuste del gasto". Es decir, se mantendrá el nivel de erogaciones y es de esperar que continúe la política de subsidios a la electricidad y el transporte público. De otra forma, para pagar hubiese optado por dinero de la caja y no por activos del Banco Central.
Hay más beneficios indirectos. Por ejemplo, crear un marco de confianza que sirva como base para volver a endeudarse; y poner un ladrillo en la pared de la credibilidad para hacer más atractivo el país para las inversiones.
"Pasemos a los costos", dice Sandleris. El Gobierno recibe ingresos y realiza gastos. Además, puede tener que pagar intereses por deudas viejas. Si los gastos más los intereses exceden a los ingresos, hay déficit fiscal. Para financiar este déficit hay que desprenderse de activos o tomar deuda.
"Para pagar las deudas que vencen en un período determinado el Gobierno puede contraer otra deuda y posponer el pago; vender activos -reduce la posibilidad de hacer gastos en el futuro- o generar superávit fiscal. Las dos primeras opciones implican menores gastos o mayores impuestos en el futuro; la tercera, menores gastos o mayores impuestos hoy", concluye Sandleris. ¿Qué hizo el Gobierno esta vez? Pues, liquidó activos.