Efecto de la crisis petrolera. El impacto en el crecimiento no será muy importante
LONDRES.- En su Perspectiva Económica Mundial, publicada esta semana, el FMI pronostica que la economía mundial crecerá un 4,7% este año y 4,2% el que viene. El FMI predice que las economías industriales ricas se desacelerarán de 3,9% a un, todavía robusto, 3%, en la medida en que EE.UU. tenga (cruzar los dedos) un aterrizaje suave. ¿Qué podría alterar este cuadro rosa? El candidato más probable es el petróleo.
El último pronóstico del FMI supone que los precios del petróleo serán en promedio de US$ 26 por barril este año y US$ 23 en 2001. Supongamos que los precios caen un poco pero mantienen un promedio de US$ 30 el año que viene. Utilizando la tabla del FMI para el impacto del precio del petróleo, se llega a que este aumento respecto de la base pronosticada reduciría el aumento del PBI en las economías ricas en poco más del 0,3%; la inflación se elevaría en un 0,6%. En su conjunto, las tasas de crecimiento globales caerían medio punto el año que viene. La conclusión aparente es que aun si los precios del petróleo se mantienen altos hay poco de qué preocuparse. La OCDE parece aún más tranquila. Sugiere que aun un aumento de US$ 10 (aproximadamente un 50%) respecto del nivel base que supone el pronóstico, reduciría el crecimiento en las economías ricas tan sólo en un cuarto de punto porcentual.
Sin embargo, como sucede con todos los pronósticos económicos, no hay una fórmula mágica que calcule automáticamente el impacto de los cambios.
Los economistas podrán tener mejores modelos que hace un cuarto de siglo para analizar el impacto de los precios del petróleo sobre la economía, pero sus pronósticos sólo valen tanto como los supuestos en los que se basan. Un supuesto crucial es a qué ritmo las economías exportadoras de petróleo reciclan sus ingresos extras importando más. La OCDE supone ambiciosamente que los miembros de la OPEP gastan 80-90% de sus mayores ingresos en exportaciones en dos años.
Un segundo supuesto tiene que ver con que la inflación en aumento se traduzca, o no, en mayores aumentos de salarios. Esto depende tanto de la demanda en los mercados laborales como de su flexibilidad. Cuanto más flexibles sean los salarios reales, tanto menor será el impacto de los precios del petróleo sobre la inflación base. La buena noticia es que los mercados laborales en la mayoría de los países ricos ahora son más flexibles que hace dos décadas.
Esto, a su vez, está vinculado con un tercer supuesto clave: ¿cómo responderán los bancos centrales? Si no modifican las tasas de interés, permitiendo que caigan las tasas reales, esto amortiguará el impacto inicial sobre la producción, pero con el riesgo de mayor inflación después y por tanto, eventualmente, una desaceleración más marcada. Si, como suponen el FMI y la OCDE, los bancos centrales se niegan a tomar en cuenta los precios más elevados del petróleo y aumentan los tipos de interés en tándem con la inflación, entonces habrá mayor caída a corto plazo de la producción.
Gasto reducido
Por último, pero no en importancia, la mayoría de los medidores del efecto de los precios del petróleo suponen que no hay cambios en los mercados financieros. Sin embargo, si las preocupaciones respecto de los precios del petróleo y las ganancias llevaran a los mercados de valores sobrevaluados a caer, los hogares y las firmas reducirían su gasto, exacerbando la desaceleración del crecimiento.
El impacto efectivo de los precios del petróleo es sensible a cualquiera de estos cuatro supuestos. No es de sorprenderse que los economistas sistemáticamente subestimaran el impacto de cada uno de los tres anteriores aumentos previos de los precios del petróleo. El impacto económico de los mayores precios casi con certeza será menor esta vez que en el pasado. Las economías industriales utilizan sólo la mitad de petróleo por dólar de PBI que a comienzos de los setenta. Y aún con el reciente aumento, el precio real del crudo hoy aún está por debajo de la mitad del nivel de 1980.
Los aumentos de precios del petróleo en 1974 y 1980 transfirieron en cada caso de los importadores a los países de la OPEP el equivalente de alrededor del 2 por ciento del PBI.
Esta vez, si los precios promediaran alrededor de 30 dólares el barril, la pérdida de ingresos de las economías industrializadas ricas podría ser el equivalente de poco más del 0,5 por ciento del PBI. Para llevar a una repetición de la crisis petrolera de los setenta, el precio tendría que elevarse a 70 dólares el barril. Eso sí que sería un shock.
lanacionar