El mercado baila al ritmo de los datos que llegan del exterior y de la incertidumbre local
Una coyuntura internacional más calma redujo la turbulencia sobre los países emergentes, algo positivo para la Argentina; la inflación y la tensión política generan dudas
Abril renovó los ánimos en los mercados. Las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China entraron en una faceta clave y el tan ansiado acuerdo parece asomarse en el horizonte. Más allá de los avances en el plano comercial, los fundamentos económicos también apuntalaron el optimismo. Los indicadores PMI (índice de gestores de compra, según sus siglas en inglés) de China presentaron un ascenso significativo en marzo, destacándose el índice manufacturero, que escapó de la zona contractiva. A partir de estos datos, el mercado deduce que la desaceleración podría no ser tan fuerte como se esperaba. Algo que se reflejó en los precios.
Tras el rally de las últimas semanas, la tasa a diez años norteamericana rebotó poco más de 15 puntos básicos y volvió a empinar la curva de rendimientos. La pendiente de la curva de rendimientos es un excelente indicador para adelantar recesiones a 12 meses vista, y de ahí que este ajuste en la forma se haya considerado un buen punto.
¿Podrán los mercados conservar este rumbo? En gran parte dependerá de la solución que se alcance en el plano comercial, mientras que el seguimiento de lo económico será fundamental. En esta línea, la inflación de los Estados Unidos representa un dato clave para la evolución de la tasa. Además, también se esperan las minutas de la última reunión de la Fed y la reunión del BCE durante esta semana. Otro driver a resaltar de las próximas semanas, y con más que probable impacto sobre las cotizaciones, es el inicio de la temporada de resultados (la del primer trimestre del año). Así, JP Morgan y Wells Fargo darán el puntapié inicial este viernes.
Igualmente, resulta lógico observar una desaceleración en el crecimiento de las empresas norteamericanas, dado que los efectos del recorte impositivo de 2018 comienzan a disiparse. Algo que ya se sabía. De hecho, el guidance de las compañías que conforman el S&P500 exhibió una cantidad de sorpresas negativas (74%) por encima de la media de cinco años. El consenso espera un recorte de un 4% en las ganancias del primer trimestre del año frente al mismo período de 2018; no obstante, el escenario iría mejorando hacia adelante y con una proyección para 2019 de una suba del 3,6%.
Bajo esta coyuntura más calma en lo externo, la turbulencia sobre los países emergentes amainó levemente. Algo que, aún con los claroscuros que presentan los activos argentinos en lo que va de abril explicado por la coyuntura propia, es un buen dato.
El riesgo país desciende cerca de 20 puntos básicos (aunque aún lejos de quebrar nuevamente los 700 puntos), lo cual impulsa levemente a los bonos en dólares. Sin embargo, las acciones no levantan cabeza. Puntualmente, el S&P Merval cae casi un 4% en lo que va del mes.
No fueron buenas noticias en esta última semana los ajustes del REM del BCRA. El consenso de mercado corrigió al alza las expectativas de inflación para 2019 hasta 36% (+4 puntos porcentuales), mientras que el tipo de cambio (BCRA3500) esperado para fines de 2019 aumentó hasta los $50 (una devaluación esperada del 32% en el año).
El aumento de la expectativa de inflación convalida la visión contractiva del BCRA, que anunció absorberá la liquidez necesaria para sostener una tasa mínima de 62,5% durante abril. Un dato que junto con la oferta de dólares públicos y privados que se aproxima debería jugar a favor de un tipo de cambio más estable en el corto plazo.
Igual, es recomendable conservar la calma al analizar las decisiones financieras. En especial, dado que el juego político recién arranca. Para suavizar las vulnerabilidades que se desprenden de este escenario se recomienda diversificar la cartera no solo por moneda, sino también por calidad de riesgo. El balanceo de ella, entre pesos y dólares, y mayor o menor exposición a la Argentina, se podrá modificar a lo largo del año y según el devenir de las encuestas.
Nuestra cartera base, para un perfil moderado, apunta a un 25% en pesos y 75% en dólares (considerando un 25% fuera del riesgo local). En la porción en pesos, resulta cómoda la exposición a letras o bonos cortos indexados por CER. Mientras que en dólares se apunta a una diversificación entre riesgo argentino y externo (para balancear la volatilidad a la que se está expuesto).
De riesgo argentino, estrictamente, una combinación entre Lete, Bonar 2020 y Bonar 2024 puede ser una buena alternativa. En concreto, esta semana, se licitarán Lete en dólares, con la particularidad de que probablemente presenten un vencimiento posterior a las elecciones de octubre. En este punto, rendimiento y renovación serán analizados. Para tener como referencia, se vencen US$1070 millones y el promedio de renovación en lo que va del año alcanza el 93% (por encima del 46% que estipula el programa financiero).
Cifras para tener en cuenta
- El consenso de mercado corrigió al alza las expectativas de inflación para 2019 hasta 36%, mientras que el tipo de cambio estimado para fines de año es de $50
- El riesgo país desciende cerca de 20 puntos básicos (aunque aún está lejos de quebrar nuevamente los 700 puntos), lo que impulsa levemente a los bonos en dólares
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