El negocio de las subastas se muda a París
Fundada en 1744 por el inglés Samuel Baker para vender libros y cosas viejas, la rematadora Sotheby's, gigante del mercado de arte global, fue comprada hace unos días por el franco-israelí Patrick Drahi en US$3700 millones. Con esta operación los negocios de arte quedan en manos de dos franceses; cambia el eje geopolítico, y se fortalecen las ventas públicas, que son las que fijan la cotización de las obras en los tiempos modernos. Christie's, archirrival histórico, fundada en Londres en el siglo XVIII, está controlada por el francés François Pinault, uno de los hombres más ricos de Francia, líder de la industria del lujo con las marcas Balenciaga, Gucci, Saint Laurent, Printemps y Bottega Veneta, entre otras.
La venta de Sotheby's supone un cambio radical en el rumbo y la geografía de las ventas de arte. En primer lugar porque la subastadora cotizaba en Wall Street y tenía su headquarter en Manhattan. Con seguridad, este fabuloso showroom seguirá activo, pero las fichas las mueve un millonario europeo.
Curiosa pirueta del destino, porque hasta hace poco tiempo Francia cerró sus fronteras a rematadoras internacionales para manejarse en forma exclusiva con las firmas francesas lideradas por el Drouot. La estrategia ha cambiado. París es hoy un centro internacional de primer nivel, aunque no está en los niveles de actividad de Londres, Nueva York, Pekín, Shanghai y Hong Kong.
La facturación de las subastadoras en la primavera boreal ha sido descomunal, con totales que superan los US$2000 millones. Solo un dato: en 1987 despegó el supermercado de arte con la venta de Los girasoles, de Van Gogh, por US$40 millones. El Salvator Mundi de Da Vinci costó US$450 millones a su dueño, un príncipe saudí que lo pasea por el Mediterráneo.
Poco antes, en 1983, Sotheby's fue comprada por Alfred Tauman, un desarrollador de real estate y dueño de varios centros comerciales. Le fue muy bien, hasta 2000, cuando ambas rematadoras, Sotheby's y Christie's, fueron acusadas de violar la ley de protección al consumidor al acordar en forma secreta las comisiones que cobrarían a sus clientes. El escándalo tomó estado público y le costó el puesto a la CEO de Sotheby's, Dede Brooks, que a los 38 años era la número uno. Declaró la verdad y se retiró. Su jefe, Alfred Taubman, terminó preso a los 75 años.
Este paso en falso, sumado a la recesión de fines de los 90, parecía un combo letal para los negocios del arte. Sin embargo, la recuperación fue inmediata con el alza increíble de los precios del arte contemporáneo con Damien Hirst, Basquiat y Jeff Koons a la cabeza.
El escenario actual tendrá a dos magnates franceses en la cima. Patrick Drahi viene del mundo de las telecomunicaciones, y François Pinault es el número dos de la industria del lujo. El número uno sigue siendo Bernard Arnault, presidente del grupo LVMH y de la fundación Louis Vuitton, con su propio museo en el Bois de Boulogne, de París. Las cartas están sobre la mesa. La mano ganadora será de quien consiga las mejores colecciones para subastar. Elemental, Watson.
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