El legendario promotor de artistas vio el espectáculo de un joven musculoso y descubrió algo que cambiaría la vida de ese muchacho: advirtió que el público quedaba más impresionado por sus músculos que por sus proezas. Este fortachón no era otro que Eugen Sandow, que se convertiría en padre del fisicoculturismo moderno, entrenaría al mismísimo rey Jorge V y montaría un imperio empresarial, pero que caería en desgracia en la Primera Guerra Mundial.
Para narrar la vida de este pionero hay que situarse primeramente Könisberg, una ciudad que en el momento en que comienza esta historia era parte de Prusia, pero que actualmente pertenece a Rusia y lleva el nombre de Kaliningrado. Allí, el 2 de abril de 1867, nació un tal Friederich Wilhem Müller, que sería luego mundialmente conocido como Eugen Sandow.
A los siete años, su padre lo llevó a Italia de vacaciones y fue donde el pequeño quedó cautivado por la belleza de las estatuas de la Antigua Grecia y la Antigua Roma, algo que más tarde marcaría su vida… y su cuerpo. Dueño de una fuerza extraordinaria, a los 19 años, Sandow ya realizaba proezas en distintos espectáculos.
No era un gigante, medía 1,70 metros y pesaba 80 kilos. Sin embargo, tenía una enorme fuerza y sus trucos de atleta eran increíbles: podía hacer cientos de flexiones seguidas, volteretas con dos pesas de 27 kilos en sus manos extendidas o acostarse de espaldas, soportar sobre su pecho una plataforma en la que se subían tres caballos y acostarse y levantarse sosteniendo una barra de 115 kilos.
Empezó a ganarse la vida con el conocido papel de "Hombre fuerte" del circo, de la kermese o de cuanto lugar congregara a un grupo de espectadores. Fue en una de esas actuaciones donde lo descubrió el legendario promotor de artistas Florenz Ziegfeld, que lo contrató en el acto y que pronto se dio cuenta, como se dijo, de que el público quedaba más impresionado por su musculatura que por su fuerza.
Así fue cómo Eugen cambió su show y empezó a sacarle jugo a su figura. Trabajó su cuerpo a imagen y semejanza del ideal griego, del que se había enamorado en su paso Italia. Construyó su físico siguiendo exactamente esas proporciones y, debido a eso, está considerado el padre del culturismo moderno, ya que fue el primero en desarrollar intencionalmente su musculatura hacia dimensiones predeterminadas.
En 1897, a los 30 años, lanzó la producción de una de las primeras líneas de suplementos de nutrición deportiva del mundo, además de una revista deportiva mensual y un curso de entrenamiento por correo. No solo eso: abrió una cadena de gimnasios, con sedes en Gran Bretaña, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Japón, donde promovía un conjunto de ejercicios ideados por él para todas las edades, conocido como el "Sistema Sandow".
El nombre de la marca Sandow también aparecía en los equipos deportivos e incluso en los paquetes de cigarrillos. En 1901 organizó y fue jurado de la primera competición del mundo dedicada a encontrar el cuerpo perfecto, en Inglaterra. Fue en ese país donde, en 1911, alcanzó la cima de su carrera al convertirse durante tres años en el entrenador personal del rey Jorge V, que le otorgó el título de Profesor de Cultura Científica y Física.
Fernando Loreiro, representante de la NPC World Wide en la Argentina, una liga deportiva de fisicoculturismo, afirma que, para su comunidad de deportistas, Eugene es el padre de su deporte, ya que consideran que el primer torneo de su disciplina lo hizo él en 1901, en Londres. "Es tal la admiración y reconocimiento de parte de nuestra gente que hoy día y desde 1965 en el máximo evento competitivo de fisicoculturismo, el Mr. Olympia, su trofeo y medalla es una réplica del físico de Eugene", comenta.
Aquel chico que había quedado obnubilado con las estatuas griegas y romanas, era ahora un empresario millonario, se lo consideraba el pionero del fisicoculturismo y paseaba su éxito por todo el mundo. Estaba en su mejor momento. Tocando el Cielo con las manos. Pero... siempre hay un "pincelazo" que lo arruina todo.
Apenas estalló la la Primera Guerra Mundial, Sandow se ofreció para entrenar a los voluntarios y se convirtió en proveedor de suplementos nutricionales para el ejercito. Pero fue ahí cuando sus orígenes prusianos le jugaron una mala pasada y quedó en la mira de la opinión pública en momentos en que cualquier asociación con Alemania era inaceptable para los británicos. Para colmo, se lo acusó de usar ingredientes y tecnología alemana en sus productos.
En cuestión de meses, y en medio de informes maliciosos que afirmaban que no era más que un espía alemán, el imperio comercial de Sandow se derrumbó. Perdió toda su fortuna y, después de la guerra, anduvo a los tumbos, hasta que la sífilis le dio su estocada final y lo llevó a la tumba, el 14 de octubre de 1925. Se terminó así la vida del hombre que es considerado el padre del fisicoculturismo y que, como concluye Loreiro, siempre estará presente como un modelo a seguir dentro de esa disciplina.
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