El plan contra la inflación dejará efectos significativos en la economía real y la política
Es muy probable que la estrategia monetaria que impuso el Fondo Monetario Internacional (FMI) beneficie al peronismo en las elecciones de octubre de 2019. A diferencia de una estabilización inflacionaria basada en, por ejemplo, bandas cambiarias móviles, el programa monetario implementado generará aún más caída en el consumo en los próximos meses.
Hasta el anuncio de los detalles del nuevo acuerdo con el FMI , la Argentina parecía debatirse entre dos escenarios: en el primero, las variables financieras mejorarían -el tipo de cambio se estabilizaría y las tasas bajarían- y la economía retomaría el crecimiento, y en el otro, en cambio, las variables financieras y la economía continuarían deteriorándose. La city financiera y la población parecían compartir destino. A partir del anuncio, sin embargo, se abre un nuevo escenario donde la city respira pero la población, no.
El Gobierno se apresta a firmar la segunda versión del acuerdo con el FMI, con importantes cambios en la meta fiscal, un financiamiento adicional de 7100 millones de dólares, y un adelantamiento de 18.700 millones de dólares en lo que resta de 2018 y 2019 con respecto a los que prometía el acuerdo original. Además, el Gobierno acordó la aprobación del presupuesto con varios gobernadores del peronismo, lo que permite suponer que la meta de equilibrio fiscal primario (sin contar el pago de intereses de la deuda) está más al alcance de la mano en 2019. Adicionalmente, ya surgen datos que sugieren que el otro gran desequilibrio de la economía, el déficit de nuestras cuentas externas, comienza a corregirse. En septiembre se habría registrado un superávit comercial con Brasil, el primero después de cuatro años.
La corrección parcial pero acelerada de los déficit fiscales y externos, un peso competitivo y la disponibilidad de financiamiento de sobra hasta fin de 2019, permiten suponer que las variables financieras tienen más probabilidad de estabilizarse. El Gobierno tiene más de 9000 millones de dólares para vender en el mercado si así quisiera, hasta fin de año, pudiendo ayudar a la estabilización del tipo de cambio. La City podría comenzar a respirar más tranquila. De hecho, el peso se apreció contra el dólar en la primera semana del nuevo plan.
Es probable, sin embargo, que el nuevo programa monetario extienda la recesión durante varios meses más. El programa consiste en la implementación de "zonas de emisión monetaria". Mientras el tipo de cambio se ubique entre 34 y 44 pesos (banda que converge a un rango de entre 37,15 y 48,08 a fin de año), el Banco Central va a mantener la base monetaria constante.
La base monetaria es la suma de los billetes y monedas en poder del público, la caja en los bancos y los encajes en pesos que estos dejan depositados en el Banco Central. Para controlar la cantidad de dinero (la base monetaria), subasta diariamente Leliq, que son unos bonos emitidos por la entidad de una semana de plazo a los que solo acceden los bancos. Como muestra de lo recesivo que es este programa, la tasa interés que paga el banco central por las Leliq subió del 67% anual al 73% en el curso de la semana. Esta elevada tasa seguramente tenga repercusiones sobre el consumo y sobre la cadena de pagos.
El programa monetario puede volverse más expansivo o más contractivo, de acuerdo con el comportamiento del tipo de cambio. Si el peso toca el piso de la banda, el Banco Central comprará dólares, emitiendo pesos a cambio, y así la base monetaria aumentará. En este caso, la tasa de interés debería caer, ayudando a la recuperación de la economía. Inexplicablemente, el acuerdo incluye un compromiso de no bajar la tasa de las Leliq por debajo del 60% hasta diciembre, lo que limitaría por un tiempo los efectos favorables que podría tener sobre la economía este escenario positivo. Si, en cambio, el tipo de cambio toca el techo de la banda, el BCRA puede vender hasta 150 millones de dólares por día, eliminando de la circulación los pesos que reciba a cambio, haciendo caer la base monetaria.
La historia muestra que en los mercados emergentes los programas de estabilización inflacionaria basados en el manejo de cantidades de dinero son inicialmente mucho más contractivos que los basados en tipo de cambio. De hecho, Ari Aisen -un economista del FMI- mostró en un estudio de 34 programas de estabilización de países emergentes que la elección del ancla anti-inflacionaria, tipo de cambio o cantidad de dinero, se basó en el timing de las elecciones: en promedio, los países eligieron estabilizaciones cambiarias antes de las votaciones, como el Plan Austral y la Convertibilidad, y estabilizaciones en base a la cantidad de dinero luego de elecciones.
Los programas de estabilización basados en tipo de cambio tienen riesgos, sobre todo la dificultad de salir de ellos, pero -más aún en una economía tan dolarizada como la nuestra- permiten bajar la inflación con una economía en crecimiento. Estando a un año de las elecciones presidenciales, la elección del ancla anti-inflacionario no es trivial, compañera Christine.
El autor es economista