El taller a la casa. Dejó los vestidos de novia y ahora hace barbijos
Paz Ruíz Guiñazú es diseñadora de moda y antes de declararse la pandemia por coronavirus, confeccionaba vestidos de casamiento y fiestas con su marca, Andaluz. Por la cuarentena obligatoria se encontró que, si bien tenía tela y máquina de coser, no tenía ningún pedido para su negocio y decidió buscar la forma de hacer barbijos y batas para donarlos a los hospitales públicos de la zona.
"Tengo la casa llena de vestidos de novia y de fiestas para ser entregados a sus dueñas una vez que pase la cuarentena y también quería hacer algo para ayudar, porque empecé a ver que tenía mucho tiempo de sobra", dice.
Hace unas semanas, cuando comenzó el endurecimiento de las medidas de prevención por el coronavirus, Paz vio que a través de Instagram una conocida suya estaba convocando a la gente a participar de donaciones de telas para fabricar barbijos para los médicos de los hospitales, entonces decidió ver la posibilidad de ayudar a fabricar los implementos sanitarios con su máquina de coser desde su casa en San Isidro.
"Si bien, no tenía los material para sentarme a coser, tenía tela para vestidos, pero me di cuenta que no era apta para barbijos. Me puse a buscar y vi que otra emprendedora que hace lo mismo que yo, arrobó la cuenta de barbijos solidarios y decidí ponerme en contacto con ellos", extiende.
La movida 'Barbijos Solidarios' surgió unos días antes de decretarse la cuarentena obligatoria, en donde una familia cordobesa decidió recaudar dinero entre el grupo familiar para cubrir el gasto inicial de materiales para el equipo médico para algunos de los integrantes. Sin embargo, a partir de la difusión que tuvo el flyer, decidieron hacer extensiva la convocatoria para todas aquellas personas que se quisieran sumarse a la causa para empezar a fabricar batas y barbijos para distribuirlos entre los hospitales públicos.
Los materiales que reparte tanto Paz en Buenos Aires, como el grupo solidario en Córdoba, tienen un grado menor de seguridad y son cien por ciento descartable. Además, según aclara, no son estériles ni aptos para procedimientos quirúrgicos complejos, sino para pequeños procedimientos y sirven como barrera física para evitar el contagio por saliva.
"Un matrimonio decidió donar una tela que tenían porque ese era uno de los problemas, la tela y a partir de eso, se dio la extensión de las donaciones, que cada vez hubo más gente que se fue involucrando", dice la empresaria. "El tema complicado acá en Buenos Aires son los permisos para circular por la ciudad", extiende.
Según les dijeron algunos médicos que forman parte de la causa en los hospitales públicos es donde ven mayores problemas de abastecimiento de materiales quirúrgicos. Hoy la red está compuesta por 120 costureras entre Córdoba y Buenos Aires y contabilizan con más de 35 mil barbijos y 600 batas en lo que ellos llaman la primera campaña solidaria entre las dos ciudades.
Tanto en Buenos Aires como en Córdoba, parte de los materiales que ya fueron confeccionados se van a distribuir entre el centro oncológico del hospital Rivadavia, Gregorio Laferrere, el Pirovano, Córdoba, Rawson y San Roque, entre otros. "(Las batas) no se podrían usar para sacarle sangre y atender a alguien con coronavirus, pero si se usan para circular y estar dentro del hospital porque nos dijeron que tienen faltantes. Para los barbijos se hicieron pruebas con agua y aerosoles y si bien son seguros, no son aptos para operar, ni para terapia intensiva por precaución", extendió.
"Para sentarme a confeccionar tuve que limpiar todo a fondo con lavandina. Amanecía el alba y yo limpiando antes de que mi marido se despertara y anduviera por la casa y después se guarda todo en una bolsa y se deja varios días por si hay algo que no sobreviva", dice Paz.
Para asegurarse de los controles sanitarios, las batas y barbijos son recolectados una semana después de haberse entregado las telas a las costureras. Además, quienes tengan que distribuirlas en los hospitales, deberán dejar pasar un par de días para que hacer la entrega final.
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