El verdadero impacto de las medidas es un enigma
Un ex funcionario kirchnerista, que ya había dejado el Gobierno hacía meses, se sinceró una tarde en un encuentro con La Nacion. "Todos sabemos que los planes son más anuncios que otra cosa. Pero hay que hacerlo, la gente se ilusiona y mejora sus expectativas", dijo sin sonrojarse mientras enumeraba los anuncios en los que había estado presente y que de antemano sabía que pocos efectos tendrían.
Justamente medir los efectos de estos anuncios no es tarea fácil. Sin embargo, el Gobierno utiliza continuamente los grandes despliegues para canalizar una iniciativa.
Guido Sandleris es economista y actualmente es director del Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). En ese centro de estudios se confeccionan el Indice de Confianza del Consumidor (ICC) y la Encuesta de Expectativas de Inflación (EI), entre otros indicadores.
¿Sirven estas políticas? ¿Generan expectativas positivas? ¿Se puede medir su impacto?, se le preguntó. "Una de las falencias que tienen las políticas económicas en la Argentina es que en su diseño no se piensa en cómo medir su impacto como se hace en otros países. Esto hace que la evaluación de los resultados sea más dificultosa", respondió.
Para el economista, la evaluación de políticas en forma rigurosa (con una metodología similar a la que se usaría para testear un nuevo medicamento, por ejemplo, con grupos de tratamiento y control) ha sido uno de los importantes avances en la economía del desarrollo en los ultimos años. "Con un mínimo esfuerzo de diseño podríamos tener políticas cuyos efectos puedan ser rigurosamente evaluados", se ilusiona.
Nadie sabe a ciencia cierta qué tanto impacto tienen, por ejemplo, "las baratas de carne de Moreno", un esquema que se impone a los frigoríficos mediante el que se les obliga a aportar ciertos cortes para el mercado interno y recién luego autorizarles las exportaciones.
O cuánta venta impulsó el plan canje de los artefactos de la línea blanca del hogar como cocinas, termotanques, calefones y lavarropas que lanzó la presidenta Cristina Kirchner el 29 de enero de 2009. Hugo Ganín, de la empresa Orbis, reconoce que generaron expectativas y que se colocaron muchos electrodomésticos gracias a esa expectativa. No quizás por el plan en sí, sino por la curiosidad que despertó.
Sandleris introduce otro factor al análisis. "Otro tema importante es que muchos de los subsidios que hay (energía o lácteos, por ejemplo) son indiscriminados. Se subsidia el gas y la electricidad a los ricos y a los pobres. Y ahora las milanesas para todos. Sería mucho más efectivo y eficiente que los subsidios sean dirigidos a los sectores más necesitados. Hay que priorizar el gasto", advierte.
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