Con desempleo y pobreza, la globalización no va a prosperar
"El mundo hoy habla de la nueva economía, no de cómo crear microempresas para que los desocupados alcancen niveles de supervivencia. La apuesta del futuro está en estos nuevos sectores que son altamente intensivos en conocimientos", dice Víctor Tokman, director regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América latina y el Caribe. Y vaticina que si no se enfrentan los problemas del empleo y la pobreza, la globalización no va a prosperar.
"Hoy se trata de una tendencia que parece inexorable, y lo será mientras los países sigan creyendo, con muy buenos fundamentos, que la ampliación de los mercados va a ser beneficiosa. Pero basta que algún grupo de países se decida a levantar los aranceles, o a volver a prácticas de una economía cerrada, para que la globalización tenga tropiezos más allá de los que ya tiene para seguir avanzando."
Tokman, doctor en Economía de la Universidad de Oxford, nació en Rosario, pero vive en el exterior desde hace 38 años. Trabajó en Washington, enseñó en universidades inglesas y norteamericanas, trabajó en la sede de la OIT, en Ginebra, y ahora reside en Santiago, Chile, aunque viaja por América latina la mayor parte del tiempo. En Buenos Aires, fue expositor en el seminario ¿Es posible combatir el desempleo y la pobreza?, organizado por el Grupo de Trabajo de Organizaciones No Gubernamentales sobre el Banco Mundial Argentina (GTOng) y la coordinación del Programa de Investigaciones Económicas sobre Tecnología, Trabajo y Empleo (Ceil-Piette), del Conicet.
Según Tokman, estamos transitando una época de insatisfacción que se parece a la de la década del 80 con respecto a la deuda externa. "Así como entonces la gente estaba fatigada por los ajustes, ahora se pregunta qué sentido tiene la globalización si lo que trae es desempleo, el peligro de perder el trabajo y más pobreza."
Sostiene, sin embargo, que el sistema va seguir mientras los gobiernos y la gente sigan creyendo que ésta es una vía de progreso económico y de prosperidad.
"Pero el peligro latente son los cuestionamientos crecientes, que provienen no sólo de los países que sufrimos el desempleo, sino también de fuertes grupos de los países desarrollados, y eso ya lo vimos en las manifestaciones de Seattle, Davos, Praga, Australia, que se puede creer que son marginales al sistema, pero pesan."
-Con las actuales reglas de juego, ¿es posible combatir el desempleo y la pobreza?
-No sólo es posible, es necesario. Si no se enfrentan los problemas del empleo y la pobreza la globalización no va a prosperar. Este es un buen momento para replantearse si la manera en que avanzamos es realmente la correcta.
-¿Y usted qué piensa?
-Que la idea de que con la apertura de los mercados se beneficiaría todo el mundo, realmente no se dio. Los años 90 marcaron un aumento de la productividad, de las exportaciones, del comercio mundial, pero donde nos hemos quedado rezagados es en la creación de empleo.
Evidentemente se pensaba que íbamos a crecer más y que los beneficios de estas políticas iban a estar mejor distribuidos, pero la realidad es que ha habido pocos ganadores y muchos perdedores.
Ahora la prioridad es preparar a los países para poder competir exitosamente, tanto en los mercados nacionales como internacionales, porque los mercados internos ya no están protegidos y, en realidad, se trata del mismo espacio general. Lo relevante es ver hasta qué punto las políticas nacionales tienen algún grado de flexibilidad para crear condiciones favorables.
-¿Y las tienen?
-La manera en que se maneja la economía es muy sensible al uso de los instrumentos de política económica. La combinación de políticas cambiarias, monetarias y fiscales determina cuál es el entorno y la posibilidad de crecer.
-¿Qué espacio le queda entonces a la creatividad en la generación de empleos?
-Un espacio enorme, porque las estrategias de competitividad se basan en el aporte que hacen las empresas, en la innovación. El mundo hoy habla de la nueva economía, no de cómo creamos una microempresa para que un desocupado tenga un nivel de supervivencia. La apuesta del futuro está en estos nuevos sectores que son altamente intensivos en conocimientos. Por eso debemos acompañar la variante productiva con los procesos de aprendizaje y capacitación, y también es importante no desproteger al trabajador.
-¿Hace falta más arraigo?
-Sí, pero no en el sentido que teníamos antes. Yo creo que ésa es otra ilusión que queda del pasado, de volver al contrato de por vida, protegido.
-¿Eso se terminó?
-No, en términos de stock, el 80% de los trabajadores argentinos está en esas condiciones, con contrato por tiempo indefinido y protección, pero la mayoría de los nuevos empleos no tiene estas condiciones, o sea, que hay un cambio que se profundiza y con el que hay que convivir.
TALON DE AQUILES
Víctor Tokman destaca que las empresas de la globalización, por definición, necesitan ser flexibles, y esta condición va de la mano de un alto nivel de capacitación y conocimientos. Sin embargo, en los últimos años, los países latinoamericanos han avanzado por la vía de flexibilizar sin acompañar debidamente los procesos de modernización educativa.
"Ahí está el talón de Aquiles de las políticas de flexibilización -afirma Tokman-. Al trabajar con relaciones de muy corto plazo se genera inestabilidad, y es mal negocio para el empresario invertir en los trabajadores y para los trabajadores dedicar tiempo a aprender. Ningún empresario le daría una máquina de varios millones de dólares a un operario temporario que no la sabe manejar y tampoco invertiría en enseñarle porque está de paso. Es un círculo vicioso, que excluye a millones de personas."