El plan oficial para mejorar la productividad del país incorporando mujeres a trabajos "de hombres"
Evocar el recuerdo de una maestra o una empleada doméstica es un ejercicio mental de lo más sencillo: las hemos visto por todos lados. Más difícil resulta imaginar plomeras, mujeres electricistas, operadoras de montacargas, desarrolladoras de software. Los casos son tan excepcionales que es posible pasarse la vida entera sin conocer a una.
Las mujeres acceden predominantemente a los puestos más alejados del poder de decisión y que implican una prolongación de los hábitos hogareños, teniendo menor participación en los empleos con mejores perspectivas de desarrollo. Esta situación tiene consecuencias no solo a nivel social -la perpetuación de una situación de desigualdad-, sino en el plano económico.
"Además de ser moralmente exigible, la igualdad es económicamente rentable", resumen en el Instituto Nacional de las Mujeres y agregan que, según estimaciones del FMI , si los países de América Latina aumentaran la participación laboral femenina hasta el nivel de los países nórdicos (que ronda el 60%), el PIB per cápita podría ser hasta un 10% más alto.
En este marco, y bajo el paraguas del Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos (PIOD) que lanzó en diciembre pasado la cartera de Carolina Stanley , la Secretaría de Trabajo impulsó el Programa de Formación para la Equidad de Género (Forgen). Esta iniciativa tiene como antecedente el Programa Nuevos Oficios para Mujeres de la gestión kirchnerista y busca promover la presencia femenina en aquellos trabajos tradicionalmente considerados "de hombres", ofreciendo capacitaciones en esas áreas. La meta es incorporar dentro de la población participante de los cursos de formación de los sectores más masculinizados un porcentaje de mujeres no menor al 10% en 2019 y al 20% en 2020.
¿Cuáles son los oficios en los que hay menos mujeres?
Según datos oficiales a los que accedió LA NACION, la presencia femenina es marginal en reparación de electrodomésticos, donde representa solo el 1,6% del total de trabajadores. También hay muy pocas mujeres en plomería (6,1%) y menos aún en tareas de electricidad (1,9% del total). Sin embargo, las pocas que existen buscan la manera de construir redes y así surgió el grupo de Facebook Mujeres Trabajando, que acompañando las demandas sociales de la época cambió luego su nombre a Transfeministas Trabajando.
Yami Naza es una de las electricistas del grupo y estudió en el marco de los programas de formación del gobierno anterior. "En un comienzo lo había pensado solamente para hacerlo en mi casa, después me pidió que le haga un arreglo una amiga, ella me recomendó a otra amiga y así se fue girando la bola hasta que llegó el momento en que tenía mi página y mi cartera de clientes, que se conforma solo de mujeres e identidades disidentes", aclara.
El número de mujeres dedicadas a la reparación de bicicletas también es bajo (20,8%) y no es habitual recibir la asistencia de técnicas en service de lavarropas o en instalación y reparación de aires acondicionados (2,2%).
Es una misión casi imposible encontrar operadoras de montacargas moviendo palets de mercadería y tampoco suelen operar retroexcavadoras ni guinches en el puerto. Según los registros de la Secretaría de Trabajo, las mujeres son solo 18,7% en el rubro de logística.
Daniel Amarante, secretario adjunto del Sindicato de Guincheros y Maquinistas de Grúas Móviles explica que si bien hay mujeres encuadradas dentro de su convenio colectivo de trabajo, no conoce ninguna que se desempeñe en esas tareas en particular. "Sí manejan autos en la terminal de Zárate, pero grúas no. Incluso en los cursos que damos de otras tareas portuarias como apuntadores, amarradores o trincadores nunca se acercaron mujeres", dice Amarante, y asegura que "las terminales portuarias de contenedores nunca pidieron trabajadoras guincheras". Sin embargo, es un trabajo que no requiere fuerza ni cualidades físicas excepcionales: las grúas son semi automáticas y se manejan con joystiks similares a los de los videojuegos.
Otro área casi exclusivamente masculina es la de conducción de colectivos, donde hay apenas un 3,2% de presencia femenina. Sin embargo, esto comenzó a cambiar en el último tiempo a partir del reclamo judicial de Érica Borda, una colectivera que tras sufrir un accidente en 2010 fue rechazada sistemáticamente en todas las líneas de transporte en las que solicitó trabajo. La resolución judicial con que culminó su caso ordenó a las empresas del sector contratar al menos un 30% de conductoras y, a raíz de eso, el Gobierno creó en enero pasado el Listado de Mujeres Aspirantes a Choferes de Colectivo para facilitar su multiplicación en el rubro.
Según consta en los registros oficiales, tampoco hay mujeres como operadoras en plantas de procesamiento de agua, cloacas o en las cuadrillas de reparaciones. En el rubro de los medios de comunicación, las mujeres son menos de un tercio (29,3%) entre los operadores de cámaras, iluminación y sonido.
Dentro del sector de informática, desde la Secretaría detectaron una falta de desarrolladoras web orientadas a videojuegos y de programadoras. Tampoco es habitual encontrar mujeres ocupadas como testers, es decir, en la tarea de control de calidad de los sistemas.
Según los datos recopilados por la organización Chicas en Tecnología, que busca cerrar la brecha de género en este rubro, solo el 6% de las aplicaciones móviles que usamos fueron desarrolladas por mujeres y en las carreras vinculadas con programación solo el 16% de la matrícula es femenina. "Debería haber una deconstrucción de lo que significa estudiar una carrera de este tipo y las habilidades técnicas que se necesitan. Trabajamos para que formadores y familias puedan inspirar y acompañar a estas mujeres que hoy no están trabajando en el sector", apunta Melina Masnatta, directora ejecutiva de la organización.
La secretaria de Transformación Productiva, Paula Szenkman, resume esta situación con una frase contundente: "En la Argentina el talento de las mujeres está desaprovechado", asegura. Según explica, las mujeres representan el 60% de los graduados universitarios del país y se reciben en menos tiempo y con mejores notas. "Es necesario que accedan al trabajo en las mismas condiciones que los hombres y no solamente por un tema de equidad, sino porque está comprobado que aumenta la productividad de la economía -señala-. La evidencia muestra, por ejemplo, que un cuarto del crecimiento de la productividad en Estados Unidos entre 1960 y 2010 se explicó por la incorporación de la mujer al ámbito laboral".
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