Oratoria: un cambio de paradigma en el trabajo del abogado
Los abogados estamos bastante acostumbrados a escuchar que nuestro trabajo se mueve rápidamente a formas digitales donde la inteligencia artificial y la automatización de procesos toma un papel principal y nos obliga a actualizarnos constantemente en el uso de las nuevas tecnologías que día a día se superan a si mismas. Sin embargo, una forma muy analógica de trabajo se está instalando en la vida laboral de esta profesión, particularmente en la de aquellos que se dedican al litigio en los tribunales de justicia.
Sucede que el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación viene implementando a paso firme la oralidad civil. El juicio civil por audiencias está basado en los principios de oralidad efectiva, celeridad y transparencia en procesos de conocimiento. Se implementa en el marco del Programa Justicia 2020, la Estrategia Nacional de Reforma de la Justicia Civil y a través de la firma de Convenios de Colaboración con poderes judiciales provinciales y el Consejo de la Magistratura de la Nación. Según el informe de logros y las metas de ese programa, al mes de diciembre de 2018 más de 300 jueces (una tercera parte del total) se encontraban aplicando la oralidad civil en 12 jurisdicciones y la meta a diciembre 2019 es lograr que el 50% los jueces civiles (445 magistrados) la apliquen en 19 provincias.
El monitoreo nacional publicado en febrero de 2019 informa que desde el comienzo de su implementación, en agosto de 2016 hasta diciembre de 2018, el 70% de los procesos se resolvieron en menos de dos años desde su inicio. Tal celeridad responde a que el 47% de las audiencias de vista de causa son realizadas en menos de 4 meses desde la audiencia preliminar y el 84% en menos de 6 meses.
Esta nueva forma de encarar el trabajo tribunalicio nos arranca a los abogados del ya obsoleto y tedioso proceso judicial escrito para sumergirnos en esta nueva modalidad que abrevia la duración de los juicios mediante dos audiencias de asistencia obligatoria: la primera, de conciliación en la que se intenta una solución o en su caso se ordena la prueba a producir y la segunda, en caso de que no existiera solución en aquella, de vista de causa donde se produce toda la prueba sin perjuicio de ensayar nuevos intentos de solución entre las partes. Esta novedad que no ha requerido de reformas legislativas de fondo, genera una revolución tanto en el estudio del abogado como tras los mostradores de la justicia.
El juicio civil oral determina dinámicas de trabajo a las que no estábamos acostumbrados. Eventos simples que van desde hablar frente a un audiencista, a hablar naturalmente frente al juez ya comienzan a señalar el otro camino que nos empuja a una nueva modalidad y esquemas de organización del trabajo, el tiempo y las relaciones profesionales.
Las cuatro etapas de este proceso: escritos postulatorios, audiencia preliminar, tiempo entre audiencias y audiencia de vista de causa, nos obliga a cambiar los esquemas mentales y ritmo de trabajo a los que nos tenía -mal acostumbrados- el proceso escrito. Debemos optimizar nuestras tradicionales habilidades e incorporar otras. La redacción, herramienta por excelencia del abogado, adquiere un rol de enorme importancia a pesar de que se escriba menos. El escrito inicial nos exigirá al máximo nuestras habilidades de redacción, algo en lo que se observa un importante déficit en los noveles abogados. El llamado "lenguaje claro en la redacción jurídica" debería ocupar un lugar preponderante.
Esta forma de comunicación se enlaza con la verbal y gestual, por esa razón la oralidad civil también nos pide mejorar nuestra oratoria, que en ocasiones es mirada con recelo ya que a veces se piensa que el abogado es un actor de teatro que va a ejecutar una performance en los estrados judiciales. Nada más alejado de la realidad. Se trata de comunicar con certeza y claridad la pretensión y por sobre todo el derecho del cliente.
Director académico del Programa de entrenamiento para abogados, FORES
Raúl Farías