Universidades & Posgrados Opinión. Una identidad en tránsito
Por Marcela Mollis
Es un hecho que en la empobrecida Argentina de la última década, los jóvenes que ingresan en la universidad buscan trabajo y los jóvenes que permanecen, en su mayoría, trabajan. También es cierto que los altos niveles de deserción universitaria se concentran en los primeros años y que los tiempos previstos para finalizar las carreras se prolongan, en general, debido a la falta de dedicación exclusiva a los estudios que caracteriza a los países anglosajones.
Las estadísticas, sin embargo, suelen ocultar diferencias importantes que relativizan cualquier intento de generalización. Existen, además, nuevas universidades privadas que demandan estudiantes de tiempo completo y facultades públicas que conservan una tradición de excelencia académica y, por la intensidad y los horarios de las cursadas, mantienen un elevado porcentaje de alumnos de tiempo completo.
El joven estudiante-trabajador es una figura paradigmática que resulta clave para comprender las nuevas dinámicas sociales presentes en las aulas universitarias. A su vez, las universidades argentinas interactúan con un modelo económico a tono con la metáfora de Aldo Ferrer, la del "capitalismo mágico", más que con la metáfora del "desarrollo y de la sociedad del conocimiento" de los organismos internacionales. El contexto económico-social y el actor estudiantil modifican al menos tres grandes mitos sobre la relación entre estudio y trabajo.
- La histórica relación excluyente entre estudiar o trabajar del modelo universitario reformista hoy está superada. El estudiante que trabaja ha transformado la organización académica y la oferta de los cursos, que se estructuran en función de turnos y horarios respetuosos de la jornada laboral de los alumnos.
- El mercado de trabajo valora positivamente la experiencia laboral de los jóvenes egresados que reclutan. Las empresas prefieren estudiantes que hayan trabajado en los últimos años de su carrera, en un área vinculad a a los estudios cursados.
- El rendimiento académico de los estudiantes no depende de su dedicación exclusiva al estudio en todas las carreras. Esta relación varía en función de la orientación más académica o profesional de las carreras de grado. Algunos planes de estudio contemplan el entrenamiento de habilidades requeridas en las prácticas profesionales, lo que permite a los estudiantes que trabajan en áreas vinculadas a sus estudios tener un mejor rendimiento académico aunque prolonguen la duración de la carrera.
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El "capitalismo mágico" al que aludimos más arriba ofrece escenarios contradictorios y adversos para los estudiantes que trabajan en ocupaciones desvinculadas de sus estudios. De una encuesta realizada por la consultora Mori a empresarios y estudiantes de los últimos años de las carreras se desprende el perfil de los egresados que reclutan las empresas. En primer lugar valoran la "disposición a trabajar en equipo", luego la "adaptación al cambio", la "autonomía" y la "capacidad de liderazgo". El estilo de entrenamiento universitario actual parece fomentar el perfil adecuado para las demandas empresarias: se acentúan las características subordinantes a la organización por sobre los rasgos de descubrimiento e individualidad creativa.
Nuestras universidades tienen su identidad "en tránsito": de la frontera reformista a la frontera global regulada internacionalmente y por la ética del mercado. Depende de los tomadores de decisiones y de los actores fortalecer una identidad local que enlace la misión cultural, social y económica en otra reforma universitaria argentina, emancipadora y creativa para el siglo XXI.
La autora es profesora e investigadora de la UBA, directora del programa de Educación Superior Comparada del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación.
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